Washington.- “El gran reto que presenta la democracia en este momento es el sistema de escrutinio y control que se utiliza sobre los ciudadanos” según Edward Royce, el excongresista que hasta el pasado enero participó en el comité de Asuntos Extranjeros del Congreso estadounidense, que afirma que un buen ejemplo es el sistema establecido por Venezuela de mano de Hugo Chávez, el “carnet de la patria”, cuyo nombre refleja la clásica propaganda muy recurrida que usan los comunistas para exaltar el patriotismo, pero que en el fondo es otro mecanismo más de control social.
La implantación de este documento de identidad paralelo al documento nacional fue un modelo importado desde China, que tuvo sus origines en un viaje que hizo una delegación chavista a Shenzhen en el 2008 para visitar la sede de ZTE -la corporación china de telecomunicación, equipos y sistemas digitales- que se encontraba desarrollando la tarjeta de identidad del partido comunista chino. Y que a día de hoy mantiene muy bien informado al gobierno y/o partido comunista chino de cada paso de sus ciudadanos.
La tarjeta inteligente es un mecanismo usado por Beijing para llevar el control político y económico. Se trata de una especie de autoridad moral que monitorea al pueblo y deja un registro de sus acciones. De esta manera el Estado conoce los ingresos, los gastos y hábitos de sus ciudadanos. Concepto que atrajo a la cúpula del chavismo en su momento para poder, en una primera etapa, levantar un censo de quienes les apoyaban y a cambio permitirle acceso a distintos programas sociales que van desde ayudas económicas a alimentos a precios preferenciales.
De acuerdo con cifras del propio gobierno de Maduro, en enero de 2018 los registrados superaban los 16 millones de ciudadanos, lo que representa más de la mitad de la población venezolana, y su objetivo era continuar agregando usuarios hasta conseguir el mayor número de afiliados.
La obtención del carnet, supuestamente gratuito y voluntario, obliga al interesado a proporcionar datos socioeconómicos. Maestros jubilados del sector público han sido obligados, por citar un ejemplo, a solicitarlo para poder recibir sus pensiones y bonos correspondiente, de acuerdo con testimonios recopilados de primeras fuentes por 4Asia, que prefieren no ser identificados.
Técnicamente, al ser portador del carnet, se debería ser benefactor de bonos económicos, bolsas de alimentos, y en la última parte del programa la idea era conectarlo con la venta de la gasolina a precio preferencial para los portadores. Venezuela no sólo es un país petrolero, sino que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, y que viene padeciendo escasez de combustible desde el 2003, como consecuencia de las medidas tomadas por el propio Hugo Chávez con PDVSA, en ese momento.
La cúpula chavista vio en el modelo desarrollado por el partido comunista chino una manera de mantener a la población controlada y coaccionada con subvenciones y ayudas que no han sido del todo ciertas, debido a la corrupción y las ineficientes políticas económicas de los últimos veinte años.
En medio de la mayor crisis que ha atravesado Venezuela, con una inflación de 1.000.000.000 % según el Fondo Monetario Internacional, junto con una terrible escasez de alimentos y medicinas que ha obligado a más de tres millones de ciudadanos a buscar refugio en otros países para poder sobrevivir, el carnet de la patria tiene como objetivo alimentar las bases de datos del chavismo para conocer la situación de sus portadores, poder indicar que son quienes les apoyan, mientras que para muchos era forzoso a suscribirse al programa como única posibilidad de obtener bonos y alimentos a un precio más accesible que el del mercado negro, que en este momento es donde solo pueden conseguirse insumos a precios realmente desfasados de la realidad doméstica.
El carnet venezolano a pesar de haber sido copiado de los chinos y desarrollado para ellos mismos, ha fracasado bajo la dirección del gobierno de Maduro y su terrible corrupción. El régimen venezolano intentó seguir los controles llevados a cabo por Xi Jinping pero la realidad china y la venezolana no son las mismas, y en Venezuela todavía quedan muchos ciudadanos que saben lo que es libertad y se han resistido a tantos controles que atentan contra la democracia.