Parece percibirse un muy ligero giro en la política exterior china hacia un alivio de la tensión con algunos países de cultura política occidental cuyas relaciones con China adquieren un carácter de estratégicas. En este contexto hay que inscribir la visita reciente del ministro de Asuntos Exteriores chino a EEUU (sin olvidar el posible encuentro entre el presidente XI y Biden que podría estarse preparando) y la reactivación de las relaciones bilaterales entre China y Australia, lastradas por cinco años de fuertes tensiones durante el encuentro del primer ministro chino, Li Qiang, con su homólogo australiano, Anthony Albanese.
Como informa el diario El Mundo, Las relaciones entre ambos países estaban en el punto más bajo en décadas. Las fricciones se dispararon al principio de la pandemia, cuando el conservador Scott Morrison, el predecesor de Albanese, se convirtió en uno de los grandes azotes internacionales del régimen chino. Morrison insistió en una investigación independiente sobre el brote de Covid en la ciudad de Wuhan; prohibió la red 5G de Huawei; acusó al ejército chino de intimidar a otros países por los reclamos en el disputado Mar de China Meridional y de colar espías en Australia para influenciar en su política interna.
Las economías china y australiana están muy interconectadas con el mercado de productos como carbón, vino, carne de vacuno, cebada o langostas. Pero, fundamentalmente, los principales productos que Australia exportó a China fueron mineral de hierro ($95,7MM), gas, petróleo ($15MM), y oro ($5,86MM). Durante los últimos 26 años las exportaciones de Australia a China han tenido un incremento a una tasa anualizada de 17,2%, desde $2,24MM en 1995 a $138MM en 2021.
Y la Unión Europea, con quien China mantiene una parte importante de sus operaciones comerciales en el exterior y dónde, un endurecimiento, ambiguo pero sostenido de Bruselas, está obligando a China a un esfuerzo intenso aunque discreto de intentar aplacar tensiones, especialmente con Alemania.