La puesta sobre la mesa de los avances de China en el terreno de la inteligencia artificial ha puesto los mercados patas arriba. Se trata de una tecnología cuarenta veces más barata que las occidentales que ha hecho perder en las bolsas muchos miles de millones e dólares a las empresas tecnológicas.
Es verdad que utilizada la plataforma china de IA para hacer consultas sobre la realidad china o sobre la interpretación de lo que pasa en el mundo aparece el viejo comunismo, la mentira o la frase hecha “no hay datos”, Pero no es en este terreno el que se está jugando el gran avance, y los grandes negocios, que supone el despliegue de inteligencia artificial y tratamiento de datos e información. La aparición de tecnología más barata supone la posibilidad de ganar la batalla de la competitividad para la conexión mundial de datos sobre tratamiento de pacientes, de conexión de redes comerciales, de racionalización de costes, de análisis de riesgos y de gestión de seguridad. Y probablemente es en este último capítulo en el que los dirigentes chinos van a esforzarse más para obtener inteligencia que les de ventajas en sus planes estratégicos.
A la vez, se hecho más evidente aún que sólo hay dos colosos en este terreno: China y Estados Unidos y Europa solo tantea en la ambigüedad. Y es que hay algo esencial que une a los dos gigantes tecnológicos y los diferencia de la Unión Europea. Mientras que filosófica y culturalmente China y Estados Unidos entienden que la IA plantea un escenario de posibilidades que hay que aprovechar con cautelas pero con decisión, en Europa prevalece la cautela y la prevención ante la IA a la que en, el fondo, ven más como una amenaza que como un escenario de crecimiento y bienestar posible.
