Con menos sutileza y discreción de la que es habitual en los funcionarios de Pekín, China está aprovechando la creciente tensión entre EEUU y Venezuela y tratando de aumentar su influencia en el régimen de Maduro. Parece una jugada de alto riesgo porque es bastante probable que la estabilidad del chavismo tenga una fecha de caducidad cercana.
En ese marco, que Pekín haya enviado asesores (según expertos de EEUU) que, junto a agentes cubanos, estén instruyendo a las llamadas milicias bolivarianas y a unidades militares de probada libertad en lucha guerrillera, “a la manera vietnamita” en palabras de Maduro, puede ser un error importante. El gobierno chino se ha apresurado a negar estas informaciones y ha subrayado que “en ningún caso” las relaciones entre China y Venezuela tienen componentes militares.
Y más aún cuando se añade el anuncio de que China proporcionará a Venezuela una línea de crédito de 4.000 millones de dólares en virtud de un acuerdo firmado hace dos semanas, y el dinero se pagará junto al de los envíos de petróleo de Venezuela, miembro de la OPEP. Pekín anuncia, además, un acuerdo comercial de «arancel cero» con Caracas en la Expo 2025 Shanghai-Shanghai, confirmado por la viceministra de Comercio Exterior, Coromoto Godoy.
Funcionarios venezolanos afirmaron que el acuerdo abarca unas 400 categorías arancelarias, eliminando los derechos sobre los productos chinos y venezolanos.
China tiene muchas e intensas relaciones con países latinoamericanos y sus gestos con Venezuela probablemente tienen el objetivo, además del interés económico, de tranquilizar a sus socios en Brasil y Colombia, sobre su lado en los conflictos. Pero, hay que insistir, dada la situación actual en El Caribe, son maniobras de alto riesgo.




