El problema de las sociedades de consumo de masas es que la gente se distrae. Va a conciertos, ve películas, lee novelas, mira la televisión y no está, en suma, a lo que tiene que estar. ¿Cómo hacer compatible el socialismo del siglo XXI con el tráfago de la vida moderna? Para resolver esta acuciante cuestión, el Partido Comunista de China lanzó en enero la plataforma Estudio Xi para una Nación Fuerte, de la que ha colgado doctrina en distintos formatos: artículos, vídeos, discursos, presentaciones, canciones.
Como se ha hecho tradicionalmente con este tipo de material, el primer impulso es por supuesto no hacer ni caso. No recuerdo de ningún curso que pasara jamás del primer tema en FEN, la Formación del Espíritu Nacional franquista. El manual se titulaba pomposamente La sociedad y el Estado, pero nosotros no tardamos en rebautizarlo como La suciedad y el limpiado. Al pobre desgraciado que impartía la asignatura lo traíamos por la calle de la amargura.
Sucede, sin embargo, que las autoridades conocen nuestra falta de disposición y han decidido ponerle remedio. “Se acabaron los días en que podías apilar los diarios del Partido en una esquina de la oficina o apagar el telediario nocturno”, escribe David Bandurski. La aplicación con la que se accede a Estudio Xi incorpora un sistema de evaluación. “Leer un artículo se premia con 0,1 puntos. Ver un vídeo se premia con 0,1 puntos. Y 30 minutos seguidos de lectura o de vídeos se premia con un punto entero”.
La belleza del smartphone es que, a diferencia del tocho de FEN, te lee a ti mientras tú lo lees a él. A tus padres podías hacerles creer que te habías empollado el tema del Fuero del Trabajo, cuando en realidad te habías pasado la tarde llenando los márgenes de dibujos obscenos. Pero cada página que pasas en un ebook deja un rastro en el ciberespacio. Kobo divulgó hace unos años que únicamente el 44% de los lectores británicos terminaron El jilguero, la aclamada obra de Donna Tart. Y un matemático de la Universidad de Wisconsin calculó a partir de los subrayados compartidos en internet que muy poquitos pasan de la introducción de El capital en el siglo XXI. Se acabó ir por ahí chuleando de intelectual.
Y si Amazon sabe si te terminas o no los libros, el PCCh no iba a ser menos. No basta con dejar el móvil abierto por la última arenga del camarada Xi e irte a ver La voz de China. Si la app no detecta movimiento de páginas o advierte que has multiplicado ladinamente por cuatro la velocidad de reproducción del festival de odas patrióticas, no te da ninguna décima.
Pues así poco éxito va a tener el invento, me dirán. Ya, pero igual eres maestra y el comité de educación del subdistrito te exige acreditar cada mañana una nota mínima. Es lo que Bandurski cuenta que le ocurrió a la madre de un bloguero. La mujer se estaba dejando los ojos para reunir 40 puntos diarios. Eso sí, el PCCh aprieta, pero no ahoga, y ha fijado una serie de franjas en las que la recompensa se duplica, una especie de happy hour del Estudio Xi. Por ejemplo, los sábados y domingos de 9.30 a 10.30 y de 15.30 a 16.30 te dan dos décimas por artículo o vídeo. Y entre semana, de 20.30 a 22.30, lo mismo. Es el mejor momento de la jornada, cuando llegas exhausto a casa pensando en disfrutar de un poco de ocio, pero ¿cómo resistirse? “Igual que hacía el Libro Rojo en tiempos de Mao”, explica Bandurski, “Estudio Xi te pone el núcleo del pensamiento del líder supremo en la palma de la mano”.
Otra cosa es que sirva para lo que el régimen pretende. No conozco ni un solo compañero de FEN que saliera falangista, ni siquiera mi amigo Caba, cuyo padre era procurador de las Cortes franquistas y sí se leyó el tema del Fuero del Trabajo.