Todo parece indicar que están a puto de reanudarse las conversaciones entre Estados Unidos y los talibán en Afganistán, con el gobierno afgano presente y el de Pakistán de testigo facilitador. Las conversaciones estuvieron a punto hace unos meses de dar como fruto un acuerdo pero fueron suspendidas por el presidente Donald Trump tras un ataque a la base de Bagran. Pakistán ha confirmado que los talibán están dispuestos a una «reducción de la violencia» en Afganistán.
El acercamiento se asienta sobre la base de que los talibán frenen e incluso combatan a las unidades terroristas de los seguidores del Daesh en Afganistán,sus grandes rivales en el campo del terrorismo islamista, y el compromiso de declarar un alto el fuego contra el gobierno de Kabul y las fuerzas occidentales, para dar paso a otras negociaciones. Esto implicaría, señalan fuentes del gobierno afgano, una importante retirada de fuerzas de Estados Unidos y aliados.
El resultado, sin embargo, no está tan claro. El gobierno de Kabul, que sigue dependiente de los señores de la guerra de las minorías étnicas presentes en el país, es muy débil para gestionar el acuerdo y menos si Estados Unidos retira sus tropas, lo cual deja una sombra de incertidumbre en un escenario en el que Pakistán ganaría influencia.
A la vez, tampoco está claro el volumen de unidades norteamericanas que se retirarían, en un momento en que la tensión con Irán tal vez aconsejaría mantener fuerzas suficientes cerca de la frontera oriental iraní. En todo caso, algo parece moverse en Afganistán.