La intensificación de las relaciones de China con la ex colonia española de Guinea Ecuatorial en la que hasta ahora han ejercido influencia Marruecos, Francia y Estados Unidos ha encendido una luz de alarma ante la posibilidad de que el gobierno de Teodoro Obiang ceda a la potencia asiática el puerto de Bata en el que China instalaría una base logística, con una zona para sus fuerzas navales, con la que potenciar y asistir a sus transportes comerciales marítimos. Tras su base en Somalia y la que negocia con Tanzania, en el Indico, un despliegue militar naval chino en el Atlántico, hasta ahora bajo control occidental, obligaría a EEUU y a la Unión Europea a replantarse sus estrategias defensivas, ya abiertas una reordenación ante las presiones rusas en el Báltico y en Ucrania.
Pero un establecimiento militar en Bata indicaría la debilidad europea (la influencia de España en el único país africano donde el idioma español es oficial es insignificante, la de Francia no parece suficiente y la de Marruecos es, de momento, un instrumento de París) y la lenta reacción de Estados Unidos ante la creciente influencia islamista y a la vez de China en África Occidental. Estados Unidos necesita reforzar sus defensas adelantadas en la ribera oriental del Atlántico y Europa, además de esto, debe insistir en el freno a la inmigración ilegal desde Africa, en la prevención del islamismo y el combate contra el terrorismo yihadista y en el freno a la piratería en aguas de África Occidental . A estos restos sólo le faltaba un despliegue chino en el terreno comercias y militar para hacer aún más complicado el confuso laberinto africano.
En el caso concreto de Guinea Ecuatorial y de toda la región del Golfo de Guinea, los recursos energéticos, madereros y agrícolas guineanos son una fruta apetitosa para todos pero el dictador Obiang ni siquiera ha sido capaz de negociar bien esos recursos, lastrado por la corrupción, la ineficiencia y el control estatal de recursos y mercado.