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Elecciones y los vicepresidentes en los Estados Unidos. Nieves C. Pérez Rodríguez

por: 4ASIA
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Las elecciones presidenciales estadounidenses están a la vuelta de la esquina en medio de un clima político convulso, una sociedad muy polarizada y el presidente Trump intentando continuar su campaña mientras sigue siendo paciente positivo de Covid-19. A pesar del ingreso en el hospital, Trump no ha hecho más que continuar restándole importancia al virus, con frases como “no dejen que el virus domine sus vidas”. Como si la vida de casi todos los habitantes del planeta no hubiera cambiado radicalmente y la incertidumbre sobre si el futuro se parecerá a lo que conocimos que no nos abandona.

Estas elecciones tienen una característica curiosa. Los candidatos a la presidencia rondan los 75 años. Trump hizo 74 años en junio y Biden hará los 78 este mes. Lo que ha puesto sobre la mesa la realidad biológica de que el candidato que gane podría no acabar el periodo presidencial establecido de cuatro años, por lo que el vicepresidente más que nunca ha tomado una relevancia atípica, pues hay una gran probabilidad que sea alguno de ellos el que termine liderando la nación.

Por el lado demócrata Kamala Harris, con 55 años, es mujer y representa la diversidad de esta nación, elementos clave en un momento de tal polarización que ha quedado demostrado con las masivas protestas que se originaron a raíz de la muerte de George Floyd de manos de la policía. Además, se hizo con una reputación de justa y luchadora por los derechos y la igualdad con su trabajo como fiscal de California y cuyo legado la ayudó a convertirse en senadora de los Estados Unidos.

Mike Pence, por su parte, es conocido en la esfera política como un profundo conservador que ha aprovechado su participación en los medios de comunicación como ancla de radio y tv para infundir valores conservadores. Se describe así mismo como cristiano, conservador y republicano, en ese orden. Simpatizante del “Tea party” y cuya carrera despegó en el Estado de Illinois, donde fue gobernador.

Pence ha jugado un rol muy importante en la Administración Trump, no sólo por ser el vicepresidente sino porque se ha convertido en el neutralizador de las descomposturas de Trump. Cada vez que ha habido una crisis doméstica como la detención de los inmigrantes en las fronteras y la separación de menores de sus familias, Pence ha hecho una aparición magistral para dar una imagen más equilibrada y un discurso más acorde a las circunstancias. Además, Pence cuenta con una gran habilidad para darle vuelta a las preguntas de los periodistas y contestar lo que la Administración necesita decir en un tono moderado.

Pero también Pence fue la persona seleccionada por el mismo Trump para liderar la crisis del Covid-19. En febrero el presidente anunciaba frente a las cámaras que su hombre de confianza estaría al frente del manejo de la peor crisis que ha atravesado esta nación en la historia contemporánea, que ya se ha cobrado la vida de 210 mil ciudadanos y ha dejado sin empleo a millones.

El debate de los vicepresidentes la semana pasada demostró que ambos candidatos a la vicepresidencia son políticos con experiencia y buenos comunicadores de sus mensajes. Ambos cuentan con una trayectoria que en el caso de Kamala la ubica más en el centro y en el caso de Pence más en la derecha tradicional. Pero que en ambos casos han intentado capitalizar en votos.

Pence es un profundo conservador que incluso a muchos republicanos previos a la era Trump les resulta “extremo” de acuerdo con una fuente que trabajó para el partido republicano durante veinte años y que abandonó el partido una vez que Trump ganó las primarias hace 4 años.

A Kamala la extrema izquierda la tilda de ser de muy de centro y han intentado demostrarlo con su actuación como fiscal. Asimismo, la derecha usa los mismos argumentos en su detrimento. En efecto, el mismo Pence han aprovechado la situación políticamente y ha hecho énfasis en que ella no representa a la izquierda de Berni Sander o Alexandria Ocaso Cortés (personajes ubicados en el extremo del partido demócrata y que cuentan con muchos seguidores). 

La posición sobre el aborto es sin lugar a dudas uno de los asuntos que más separan a ambos, y este tema trae a colación el nombramiento del juez a la corte suprema de justicia para reemplazar la vacante dejada por la reciente desaparición de la juez Ruth Bader Ginsburg, quien luchó incansablemente por los derechos de las mujeres y las minorías y que es respetada por su trayectoria por ambos partidos. Pero el partido republicano está apostando a ocupar esa silla con un juez conservador que los ayude a aprobar o desestimar casos que se eleven a esta instancia.

En cuanto a la política exterior, en el debate Pence recordó que el “virus chino” es culpa de China y que Trump actuó rápido bloqueando el acceso de vuelos provenientes de China como primera medida extrema. Mientras que Harry atacó “la pésima gestión de la crisis por parte de la Administración” y mencionó el hecho de que Trump eliminó la oficina de control responsable de monitorear pandemias en la Casa Blanca, porque había sido creada por la Administración Obama.

Durante el debate ninguno de los dos dio clave alguna de lo que sería su política exterior hacia China. De continuar, la Administración actual prevé una situación similar a la que hemos vivido, el tira y encoje con Beijing continuará, aunque se debe reconocer que la Administración Trump ha tomado medidas parar y denunciar muchos de los abusos del PC chino. Y de haber una Administración Biden es previsible que no se vuelva a la era Obama, pues mucha de la presión a Beijing es producto del Congreso, del Departamento de Estado y del Departamento del Tesoro, pero las formas desde luego serían más diplomáticas y menos provocadoras.

Sería muy difícil para la Administración estadounidense 2021-2025 (sea del partido que se), obviar lo que está haciendo Beijing en el Pacifico, dejar a un lado lo que han hecho con Hong Kong, el peligro que corre Taiwán y el peligro del avance económico y tecnológico de China, pues todo representa un alto riesgo a la seguridad y defensa de los Estados Unidos que seguirá siendo una gran preocupación para el que sea que se convierta en el inquilino a la Casa Blanca y sin duda su vicepresidente.

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