La gestión por parte de las autoridades chinas de la epidemia del último coronavirus es todo un ejemplo, y a la vez un test, de la manera de funcionar de los gobiernos autoritarios y del margen de que estos disponen para tomar cualquier medida en un marco de control social extraordinario.
Desde el punto de vista sanitario, y a tenor de unos datos que proporciona la Administración china sin que exista ninguna forma de comprobación independiente, la situación es grave y alarmante pero no crítica. El número de infectados y fallecidos es bajo en relación con la población, la reacción de la Administración sanitaria está siendo decidida y hasta heroica a la vista de las circunstancias y la población está aceptando las medidas con resignación alta a la luz de esos datos en un escenario con escasa transparencia.
Pero dicho eso hay que añadir que el Gobierno chino, no sometido a ningún tipo de control, sin necesidad de dar explicaciones y con todo el poder, ha impuesto un plan de cuarentena que afecta a decenas de millones de personas, la construcción de dos hospitales con la utilización inapelable de inmensos recursos humanos en condiciones laborales presumiblemente desastrosas y con toda clase de incertidumbres sobre los datos ofrecidos.
Y es esta forma despótica, incontrolada por la sociedad, la que apunta a una manera de gestión que cada vez suscita más atracción en zonas del planeta con debilidad de las propias instituciones, Y eso, al margen de los presumibles buenos resultados en la contención inmediata de la crisis sanitaria.
Las crisis sanitarias no son nunca producto de un solo factor aunque haya uno desencadenante y determinante. Hay elementos culturales (costumbres alimentarias, higiene personal, inspecciones administrativas, controles, etc…) que favorecen la aparición y expansión del factor determinante, en este caso el coronavirus, sobre los que China y muchas sociedades deben reflexionar y corregir. En un mundo globalizado eso es más urgente que nunca, tan urgente como la colaboración leal, transparente y limpia con los organismos internacionales.