Unas 600 personas poseen en China una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares, según The Hurun Report. El editor del informe, Rupert Hoogewerf, declaraba hace un año en el Daily Telegraph que estos megarricos aumentan a un ritmo de cinco por semana y muestran un “gran interés” por el fútbol europeo. La lista de conjuntos que han adquirido es larga: Manchester City, Aston Villa, Atlético de Madrid, Granada, Inter de Milán, Auxerre, Niza… ¿Qué es lo que van buscando?
El rendimiento financiero no suele ser particularmente elevado en este ramo, en buena medida porque los incentivos están mal alineados. La prioridad de cualquier gestor es la deportiva. Como alguna vez le oí a Jorge Valdano: “Nadie va a la Cibeles a celebrar que el Real Madrid ha cerrado la temporada con superávit”. La exigencia no ya de ganar la Liga, sino de sencillamente mantener la categoría obliga a realizar fichajes astronómicos que no son siempre compatibles con unas cuentas saneadas.
Los chinos no ignoran esta realidad. Wang Jianlin, el dueño de Wanda, lo dijo alto y claro en Davos: “El Atlético quema el dinero”. Jianlin acababa de afirmar en el foro que era “un hombre de negocios” y que para él “la rentabilidad es lo primero”. ¿Por qué paga entonces 45 millones de euros por el 20% de la ruinosa sociedad rojiblanca?
Desde el punto de vista del marketing, estas operaciones dan mucha notoriedad, algo que entusiasma a los accionistas. Sam Wallace escribe en el Daily Telegraph que la acogida de la bolsa puede ser “transformadora” y cita a continuación a Hoogewerf: “Cuando incorporas [un club británico] a tu balance”, la cotización sube y a menudo “te encuentras con que vale más en China que en Reino Unido”. Esta reacción especulativa contribuye a que la inversión se pague en parte sola.
Pero es que, además, aunque aquí vemos a nuestros equipos como formidables colosos, no son gran cosa en términos económicos. El Barcelona y el Madrid, que con sus casi 700 millones de ingresos son los más prósperos, no figuran ni entre las 200 mayores empresas de España. Y varios conjuntos de la Liga se las tienen que arreglar con 50 millones o menos, lo que técnicamente los sitúa en la categoría de pymes.
Los 45 millones que puso en el Atlético son calderilla para Wanda. En 2016 el grupo facturó 34.000 millones. Jianlin se ha gastado menos en los colchoneros que en su casa de Londres, una mansión de 110 millones en la que, encima, planea meter otros 70 millones porque la piscina no le convence y necesita una sala de proyecciones. El Evening Standard aprovechó la noticia para recordar que su hijo Wang Sicong ya escandalizó a la opinión pública cuando desveló que le había regalado dos relojes Apple de 900 euros a su perro Keke (aquí pueden ver una foto de la mascota luciendo uno en cada pata).
Sin embargo, sería simplista atribuir la entrada de Wanda en el Atlético o de Tony Xia en el Aston Villa o de China Media Capital en el City a meras excentricidades de nuevos ricos. Detrás de estas transacciones hay una elaborada y mucho más amplia estrategia para conquistar el fútbol mundial. (Continuará)