Hong-Kong lleva meses siendo el centro de atención de muchos periódicos y noticias a escala mundial, y es que la región está viviendo la mayor protesta civil desde el fin de la colonización británica en 1997.
¿Qué está pasando en Hong-Kong? El origen de las revueltas se produjo cuando el gobierno de Carrie Lam presentó el proyecto de Ley de Extradición a China, una ley que permitía extraditar a ciudadanos de Hong-Kong para ser juzgados y encarcelados en China. Estas movilizaciones han sido, posiblemente, las más numerosas desde la Ley de Seguridad Nacional del 2003, donde se prohibió a los ciudadanos de Hong-Kong realizar movimientos independentistas, obviamente, en contra del PCCh y de China.
Hasta 1842, la región de Hong-Kong pertenecía a China. El comercio entre China y el Imperio Británico se basaba, en la primera mitad del siglo XIX, en té a cambio de productos manufacturados y de una droga en concreto, el opio. El opio se convirtió en una de las sustancias más adictivas en China y la Dinastía Qing se vio obligada a retirar el producto, confiscar miles de cofres y suprimir el comercio en 1839, algo que no sentó nada bien al imperio británico. Como consecuencia, en este año, comenzó la primera guerra del opio entre China y el imperio británico, que termino con la victoria inglesa, gracias a la superioridad militar propiciada por la revolución industrial en Europa en la segunda mitad del XVIII. Fue un claro ejemplo de la llamada “Diplomacia de los cañones”. Al término de la guerra, en 1842, se firmó el tratado de Nankín donde China se vio obligada a pagar 21 millones de dólares de plata, abrir varios puertos y a ceder la isla de Hong-Kong. Tras la segunda guerra del opio y por la convención de Pekín se unió la península de Kowloon; la colonia aumentó con los llamados Nuevos Territorios y 235 islas, quedando conformada toda la región en 1898, pero estas últimas se cedieron por un periodo de 99 años, hasta el 30 de junio de 1997.
Con esto, la colonia inglesa de Hong-Kong vivió décadas de crecimiento económico y libertad gracias al marco fiscal atractivo de bajos impuestos. Hasta el fin de la II Guerra Mundial, Hong-Kong se convirtió en el centro comercial del imperio británico. Después de la guerra, durante la década que gobernó John Cowperthwaite, 1961-1971, las cuentas estuvieron en superávit año tras año, un tipo único de impuesto de sociedades del 16,5%, la inexistencia de impuesto sobre las rentas del capital o del IVA son algunas de las ventajas y libertades de las que disfrutaba la región durante el mandato británico después de la II Guerra Mundial: un sistema económico independiente y libertades individuales y políticas. Unas libertades que convirtieron a la isla en un centro financiero internacional y su economía pasó a formar parte del selecto grupo de los llamados “Tigres Asiáticos”: Singapur, Taiwán, Corea del Sur y Hong-Kong, denominados así por ser las regiones con mayor crecimiento de Asia. Estas zonas se caracterizaron por tener abundante mano de obra, salarios bajos, carencia de derechos laborales, zonas francas donde las empresas están exentas de impuestos y control de la competencia.
En 1984, Inglaterra y China pactaron la devolución de esta región bajo el lema “Un país, dos sistemas” propuesto por Deng Xiaoping, que garantizaba la práctica del capitalismo como sistema económico en la región de Hong-Kong, así como libertad legislativa, seguridad, moneda, aduanas, políticas de inmigración, educación, libertad civil o libertad de prensa, entre otros.
El 1 de julio de 1997 la región de Hong-Kong se convirtió en Región Administrativa Especial bajo el lema propuesto por Deng Xiaoping, pero por un periodo de tiempo de 50 años, hasta el año 2047, cuando el PCCh obtendría pleno dominio sobre esta región.
La región de Hong-Kong ha vivido durante un siglo y medio una serie de libertades bajo el control británico que, ahora, está empezando a perder. La violación de los derechos humanos, las torturas o la pena de muerte es algo constante en China, no se reconocen los derechos y libertades civiles y, mucho menos, las libertades políticas, por no hablar de las libertades económicas. Personas que representan un riesgo para el partido, o defensores de los derechos humanos, o adeptos a Falun Gong, tibetanos o a uigures, son torturados con el único fin de castigar.
Uno de los ejemplos más conocidos fue el de Lui Xiaobo, escritor y activista en pro de los derechos humanos, que fue encarcelado por criticar régimen chino y abogar reformar en el país.
La tortura está penada internacionalmente desde 1948, pero a China poco le importa.
Con todo esto, es normal que la región de Hong-Kong no quiera formar parte de China o que esté en contra de la Ley de Extradición, los ciudadanos hongkoneses podrían ser juzgados, encarcelados y torturados en China, Hong-Kong quiere seguir con sus libertades, con su principio de “Un país, dos sistemas”, pero sus ciudadanos temen que China este buscando mayor control sobre la región.
A pesar de que el 4 de septiembre se retiró la ley de extradición, los manifestantes piden y exigen mayores cambios, mayores reformas. El Parlamente Europeo condenó las represalias en Hong-Kong e instó a la Unión Europea a controlar las exportaciones a China y Hong-Kong de tecnologías utilizadas para violar los derechos humanos. En vista de que las manifestaciones continuaban, el gobierno de Carrie Lam prohibió el uso de máscaras de gas, la Ley Anti máscaras, con el fin de evitar que los manifestantes se protegieran de los gases lanzados por la policía, y ocultaran su identidad. El uso de máscaras o cualquier protector o pintura en la cara es castigado con multas de hasta 25.000 HKD o con 6 meses de cárcel.
Las manifestaciones son promovidas, en su mayoría, por jóvenes de entre 20 y 35 años y con estudios, una población que, año tras año, se siente cada vez menos integrada en China y en sus valores, y que cada vez confían menos en el sistema de Deng Xiaoping, “Un país, dos sistemas”:
Fuente: El País
Hong-Kong es, a día de hoy, una ventana hacia la libertad, una región donde las libertades individuales, económicas y políticas se respetan; Hong-Kong es, a día de hoy, un molesto avispero en la ventana hacia la libertad de China.
Ángel Enriquez de Salamanca Ortiz es Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU de Madrid
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@angelenriquezs