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¿Si un bandido se ofreciera a trabajar en su casa, usted lo aceptaría? La respuesta lógica sería que no. Usted no pensaría dos veces en rechazar dicho ofrecimiento, incluso si los servicios que ofrece la persona son a muy bajo precio. Bueno, la realidad es que los gobiernos en nuestra región que le coquetean a Huawei–el gigante chino de las telecomunicaciones–deben tener cuidado pues básicamente es un criminal.
He estado resaltando la amenaza que representa Huawei desde el 2018, cuando la empresa china utilizaba su tecnología barata de 5G para establecer vínculos con EE.UU. y muchos de nuestros aliados más cercanos. Pekín no estaba subsidiando a Huawei para ayudar a las comunidades rurales de EE.UU. En cambio, su objetivo era convertir a una empresa china en el actor dominante en el mercado inalámbrico global y, de ese modo, hacer que todos los países y empresas importantes dependieran del Partido Comunista Chino (PCCh, por sus siglas en español) para sus telecomunicaciones.
Esto le habría dado a Pekín una influencia invaluable para explotar y coaccionar tanto a legisladores como a empresarios. Si a esto le sumamos las capacidades de recopilación de datos de Huawei, estamos hablando de un Caballo de Troya hecho a la medida para espiar, robar la propiedad intelectual y privar a países de su propia independencia. Fui enfático sobre la amenaza que representa esta empresa y el presidente Donald Trump tomó medidas al respecto prohibiendo a Huawei en EE.UU. Los líderes de Australia, Canadá, Francia, Japón, Nueva Zelanda y el Reino Unido siguieron los pasos de nuestro país.
Pero en los años tras esa medida, Huawei ha optado por mantener un perfil más bajo, sobrevivió a un casi colapso y puso su mirada en países de nuestro hemisferio. Desafortunadamente, está logrando avances significativos. Hoy, al menos siete países de nuestra región: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana y Ecuador, están usando o piensan usar tecnología de Huawei en sus redes 5G nacionales. Huawei también se ha instalado en Paraguay, a pesar de la importante postura y oposición del presidente Santiago Peña contra el PCCh.
Los líderes latinoamericanos enfrentan decisiones difíciles, ya que el gigante chino de las telecomunicaciones ofrece un acuerdo nominalmente bueno. Quizás estos líderes crean que pueden gestionar el riesgo de hacer negocios con Huawei, pero como yo argumenté en el 2020, “la fortaleza de la red 5G es que el núcleo y la periferia de ella son lo mismo, lo que significa que darle acceso a Huawei representa un gran riesgo”. Si uno le abre la puerta a esta empresa, podrán manipular toda su red; así es como funciona la tecnología de Huawei. Y tómelo como un consejo de EE.UU., que trabajó con Huawei brevemente y se expuso a amenazas de seguridad de alto nivel y ataques a seis empresas nacionales: es demasiado peligroso.
Existe una necesidad urgente que otros proveedores de 5G, por ejemplo las empresas Ericsson de Suecia, Nokia de Finlandia y Samsung de Corea del Sur, estén disponibles en nuestra región. La tecnología Open Access Radio Network (ORAN, por sus siglas en inglés) ofrece otra alternativa que es incompatible con Huawei, pero ofrece más opciones a menores costos. En todo esto, el acuerdo que EE.UU. le ofreció al Reino Unido cuando estaba considerando asociarse con Huawei deberían permanecer sobre la mesa para otros aliados y socios de EE.UU.: rechacen a esta empresa y les ayudaremos a mejorar su red de telecomunicaciones.
El presidente Nayib Bukele de El Salvador tomó este acuerdo hace apenas unos meses. Espero que más líderes en nuestro hemisferio sigan sus pasos. Sería un beneficio para EE.UU. el impedir que nuestro mayor adversario geopolítico siga expandiendo su alcance en nuestra región. Pero también beneficiaría a toda nuestra región el proteger a sus legisladores y empresarios de la coerción, el espionaje y el robo de propiedad intelectual patrocinados por el PCCh.
Recuerden, Huawei no es una empresa cualquiera. Siendo visto como un “campeón nacional” en deuda con el PCCh, esta empresa no conoce más leyes que las que le impone Pekín. Los gobiernos que le dan a Huawei acceso a sus datos y la tecnología de sus ciudadanos, le están abriendo las puertas a la explotación de su pueblo. Todo mientras ponen en riesgo su independencia nacional.