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Así, comprenden un panorama general del país, (situación política y estabilidad, demografía, variables de renta, población activa, organización administrativa), su marco económico, situación de importación/exportación, industria, comercio, propiedad industrial, propiedad intelectual y protección de ambas, su fiscalidad, legislación laboral, condiciones de financiación, acuerdos bilaterales con España, y también, generalidades como datos útiles, costes de establecimiento, condiciones de vida y diferentes anexos con datos estadísticos y de conocimiento del país.
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Ejemplo de informe
La comunidad china en España, una historia de éxito
La comunidad china en España constituye la cuarta comunidad más numerosa de chinos residentes en el continente europeo y una de las más grandes que se ha diseminado por todo el territorio nacional, y hay que destacar que la mayoría de chinos que emigraron a Europa (sobre todo a España e Italia) lo hicieron desde las ciudades de Wenzhou y, sobre todo, Qingtian (ambas ubicadas en la provincia de Zhejiang, al sureste del país y en la costa, cerca de Taiwán). La novedad ahora es distinta: “Qingtian sigue siendo la principal ciudad de origen de los que están aquí, pero cada vez vienen menos de ahí porque básicamente todos los que querían irse ya se han ido”, según apunta Joaquín Beltrán Antolín, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Según Beltrán, esta inmigración siempre tuvo un carácter interclasista ya que han llegado tanto ricos como desfavorecidos, “porque en esta zona el éxito profesional se conseguía siendo dueño de un negocio en el extranjero”. 20 años después, las cosas han cambiado en Qingtian y su vecina Wenzhou. China ya tiene un nivel de desarrollo tal que la inmigración económica ya no es tan apetecible como en otras épocas. “Ahora es posible hacer negocios y ganar incluso más dinero que aquí”, sostiene Beltrán.
Actualmente hay en España aproximadamente 230.000 ciudadanos de origen chino. Eran 223.999 en 2022 según el Instituto Nacional de Estadística, aunque los datos más recientes parecen reflejar un ligero descenso de la emigración china hacia España. Según expertos, la crisis económica también ha afectado a la comunidad china y se han cerrado varios establecimientos, especialmente tiendas de alimentación. Esto, unido a las mejoras que se han realizado en China y las oportunidades de negocio que han surgido allí, hace que estemos ante un movimiento migratorio en el que muchos chinos están volviendo a su lugar de origen.
Según el citado estudio, España durante mucho tiempo ha constituido un territorio de frontera para el asentamiento chino, un espacio lleno de oportunidades para prosperar que, sin duda, se reforzó tras la entrada en la Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea) en 1986, con el consiguiente desarrollo económico y aumento generalizado del nivel de vida del país.
Antecedentes históricos
Basta un rastreo por la red digital para obtener rastros muy antiguos de la emigración china hacia España. Las primeras llegadas registradas de personas chinas a España datan de finales del siglo xvi. Bernardino de Escalante en su Discurso de la navegación (uno de los primeros libros europeos sobre China, publicado en 1577) dice que entre sus fuentes de información estaban «los chinos mismos, que vinieron a España» («de los mesmos naturales Chinas que an venido à España»). Juan González de Mendoza en su Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran reyno de la China, escribió que en 1585 «tres mercaderes de China» llegaron a México «y no permanecieron hasta llegar a Spaine ya otros reinos más alejados».
Un caso legal fue presentado ante el Consejo de Indias en la década de 1570, en el que participaron dos chinos de Sevilla, uno de ellos libre, Esteban Cabrera, y el otro un esclavo, Diego Indio, contra Juan de Morales, propietario de Diego. Diego pidió a Esteban que diera testimonio como testigo en su nombre.7 Diego recordó que fue llevado como esclavo por Francisco de Casteñeda desde México a Nicaragua, luego a Lima en Perú, luego a Panamá y finalmente a España vía Lisboa, siendo aún niño. Esteban testificó que conocía a Diego como un muchacho en Limpoa (Liampó, el nombre portugués de Ningbo, una ciudad china en Zhejiang), que él afirmó ser parte de las Indias coloniales españolas.12 Esta era una afirmación falsa ya que Liampo no estaba bajo el dominio español y se especula que Esteban y Diego mintieron sobre ello para ayudar a Diego a ganar su libertad, jugando con el hecho de que los españoles que llevaban el caso ignoraban los asuntos asiáticos de España.
Los esclavos asiáticos enviados desde las Filipinas españolas a los galeones de Manila-Acapulco a Acapulco en la Nueva España (México) fueron llamados «Chino», que en realidad eran de origen diverso, incluyendo japoneses, malayos, javaneses, timorenses… Y las personas de Bengala, India, Ceilán, Makassar, Tidore, Terenate y China. La gente de esta comunidad de diversos asiáticos en México fue llamada «los indios chinos» por los españoles. La mayoría de estos esclavos eran varones y se obtuvieron de comerciantes de esclavos portugueses que los obtuvieron de las posesiones coloniales portuguesas y los puestos avanzados del Estado de la India, que incluían partes de la India, Bengala, Malaca, Indonesia, Nagasaki en Japón y Macao.3637 Algunos españoles trajeron temporalmente algunos de estos esclavos Chinos a España desde México, donde poseer y mostrar a un esclavo chino demostraba una clase alta ya que los aristócratas españoles vieron a sus esclavos chinos como fascinantes.
Según Beltrán, en la etapa moderna, los primeros chinos en España de los que se tiene constancia oficial, dejando aparte la esporádica visita de los comerciantes y los chinos que había en la colonia española de Filipinas, fueron ex presidiarios que, procedentes de Cuba, cumplieron sus penas en cárceles de Ceuta y Melilla y, después, se quedaron a vivir con nosotros desde el año 1876 en adelante. Su volumen no fue muy elevado y su rastro acabó desapareciendo.
La segunda fase tiene ya mucha más relación con su actual presencia. Se trataba de buhoneros procedentes del sur de la provincia de Zhejiang que recorrían Europa desde Moscú a Lisboa durante las décadas de 1920 y 1930. A ellos hay que sumar unos circos chinos que establecieron su base europea en Madrid en la misma época, así como la participación de chinos en las Brigadas Internacionales del bando republicano durante la Guerra Civil de una procedencia muy heterogénea: Estados Unidos, Francia, etc.
La tercera fase es la dominada por el establecimiento de relaciones diplomáticas con Taiwán (1954-1973) con la consiguiente llegada de estudiantes procedentes de allí, algunos de los cuales se establecieron en España permanentemente.
Un estudio de los profesores Jin Yangmin, de la Universidad de Salamanca, y Eloy González-Pelón, de la Universidad de Cantabria, en un estudio conjunto sobre Redes de parentesco y familias de los inmigrantes chinos en España, explica que una vez que los inmigrantes llegan a España, la primera meta es asentarse.
En este proceso, explican, las redes étnicas más amplias son las que crean las oportunidades laborales para los recién llegados. Éstos, en principio, no pueden incorporarse a la sociedad de acogida, debido a que se trata de personas con un bajo conocimiento del idioma local y con una cualificación escasa, a las que les resulta difícil la inserción laboral en el mercado local. En este caso, son los talleres de confección, los restaurantes, los almacenes, etc., y, en fin, los negocios gestionados por personas de origen chino los que absorben a los recién llegados como mano de obra barata. En muchas ocasiones, estos trabajos ofrecidos dentro del colectivo étnico chino se hallan asociados con el mantenimiento y el alojamiento del trabajador. Sin embargo, tras una apariencia de condiciones ventajosas y paternalistas, también puede existir la posible explotación de los inmigrantes, distrayendo aportaciones a la seguridad social o forzándolos a la realización de prolongadas jornadas laborales. Así se explica que, a medida que pasa el tiempo, una parte de los inmigrantes chinos, amparados en la red familiar, escapen progresivamente de la red étnica, dado que son mejor pagados y que descubren derechos laborales que antes no conocían.
Distribución y actividad
La población china o de origen chino se distribuye por toda la geografía española, aunque el mayor número se concentra en Madrid, seguido de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía.
Los chinos establecidos en España y sus descendientes tienen fama de laboriosos y así parecen atestiguarlo los datos. Según datos de la Seguridad Social, más de la mitad estás cotizando y la mitad de estos lo hace como autónomos en la red de establecimientos de alimentación, textil, bazares y empresas de servicios varios. Según varios estudios, los autónomos chinos abren negocios de tiendas pequeñas de alimentación y textil, sobre todo. Poco a poco las tiendas de frutos secos han ido dejando paso a los comercios de moda y establecimientos de bazar. Esto se debe principalmente, sostienen esos estudios, a que traen los productos de China, de manera que abaratan costes y resulta más sencillo establecer así un negocio en España. El perfil mayoritario de los trabajadores autónomos de nacionalidad china que se instalan en España tiene entre 20 y 45 años.
Pero hay otra parte importante de la actividad empresarial de ciudadanos de la comunidad china asentada en España y que tiene que ver con inversiones inmobiliarias y empresas de alta tecnología. Hace tiempo que los intereses de esta comunidad sobrepasaron con creces el nivel de la tienda de ultramarinos. Expertos señalan que los nuevos empresarios chinos están enfocando sus negocios hacia las nuevas tecnologías y las inversiones financieras e inmobiliarias.
Además, La Ley de Apoyo al Emprendedor -más conocida como la Ley de Emprendedores-, que el Gobierno aprobó establece que todo aquel extranjero que invierta más de medio millón de euros en un inmueble tendrá derecho a un permiso de residencia de entre uno y dos años, prorrogable si se acreditan nuevas inversiones y eso ha supuesto un importante estímulo a las inversiones chinas en España.
Por otra parte, fuentes del sector hotelero confirman que en los últimos meses han asistido a un creciente interés de magnates del país asiático por adquirir propiedades en las islas y en la capital.
Y sobre todo en el mundo de las telecomunicaciones el gigante asiático se está haciendo extraordinariamente fuerte en nuestro país gracias al desembarco de compañías como Huawei o Lenovo.
Para KPMG, El entorno económico y empresarial español continúa siendo fuente de atractivo para la inversión de las compañías chinas. De hecho, cerca de 60% de las empresas chinas en España tienen planes de inversión y expansión de negocio internacional en los próximos 12 meses, tal y como revela el informe de ICEX-Invest in Spain “Chinese FDI in Spain: Global Outlook 2023”, realizado en colaboración con KPMG España.
Entre los motivos que se encuentran detrás de este crecimiento destacan la privilegiada situación geográfica de España, el tamaño de su mercado y la calidad de sus infraestructuras, entre otras razones, que convierten al país en un destino favorable sobre el que crecer y proyectarse al exterior.
Tal y como explica David Höhn, socio responsable de China Practice en KPMG en España: “las inversiones chinas han entrado en sectores vitales de la economía española como el transporte, la industria, la infraestructura y la energía. Una realidad que repercute positivamente en el crecimiento económico y la generación de empleo, al tiempo que demuestra el fortalecimiento de las relaciones entre China y España, que han adquirido una gran importancia en la última década”.
Esto no quita para que el pequeño empresario chino en España siga rompiéndose la cabeza en busca de nuevas oportunidades. Aunque la pandemia ha acelerado el cierre de muchos negocios, Beltrán destaca que entre esta comunidad “siempre ha habido una gran movilidad de apertura y cierre de negocios”.
Mientras continua el fenómeno de los bares traspasados de hijos de españoles que no quieren seguir con el negocio, surgen nuevos negocios regentados por chinos como panaderías, farmacias o restaurantes japoneses y coreanos; ha aumentado el número de negocios de take away y han cerrado locales pequeños en los centros de las ciudades para abrir más grandes en las afueras.
“Están en standby; a la expectativa de ver un nuevo sector que les dé juego para invertir, que es como ha sucedido siempre: primero fueron restaurantes, luego bazares, peluquerías, traspasos de bares, etc”. Esta búsqueda constante del nicho en el que invertir (mediante una financiación que es adelantado en forma de préstamos por familiares y amigos) parece una constante. “Es la expectativa que tienen la mayor parte de ellos y la expectativa que cumplen una gran parte de ellos”, comenta Beltrán, antes de destacar la elevada proporción de trabajadores chinos autónomos en España: 59 000 de 104 000 ciudadanos chinos dados de alta en la seguridad social, es decir, un 57%.
Factores Culturales
Influido por la filosofía confuciana, el oriental vive para trabajar a diferencia del occidental, que trabaja para vivir. El esfuerzo y la ambición son claves en el espíritu empresarial oriental.
«Los empresarios chinos aspiran a mejorar su posición económica y para ello están dispuestos a dedicar el tiempo y sacrificio que sea necesario», explica Amadeo Jensana, experto de Casa Asia. «Un ciudadano chino prefiere estar 10 años sin vacaciones y en cambio tener un buen coche de alta gama», añade Junquera.
Para muchos expertos esta actitud responde a la idea de recuperar el prestigio y el orgullo que el país perdió durante gran parte del siglo XIX y XX. «Aspiran a convertirse en la principal potencia económica en el siglo XXI», precisa Jensana.
La comunidad se ha dotado de una red de interrelaciones que le permite funcionar sin usar los cauces que utiliza el resto de la sociedad. Rara vez un chino acudirá a un banco a pedir un préstamo. Cuenta con el «guanxi», un sistema de préstamo entre amigos y parientes del país. El grupo se ayuda mucho a sí mismo y los familiares y amigos apoyan las nuevas iniciativas empresariales. Es como una cadena de favores.
A diferencia de la hipoteca bancaria, el «guanxi» carece de intereses y no pide más garantía que la palabra del deudor, ya que el oriental no concibe el impago. «Perder la cara es lo peor que te puede pasar entre la comunidad china, es una desgracia para toda tu familia», afirma.
El profesor Beltrán concluye que la presencia china en España se encuadra dentro de la pequeña y mediana empresa familiar del país. Sus PYMEs forman parte de la vanguardia de la internacionalización de la economía española en Asia, debido a sus inversiones en origen tanto en bienes inmuebles como en negocios y empresas.
Conocen muy bien ambos mundos, su carácter bicultural les ofrece una ventaja comparativa como puente para la inversión en China y para la importación-exportación. Algunos empresarios autóctonos ya están creando alianzas, empresas conjuntas, aprovechándose de esta circunstancia que ahorra muchos costes dedicados a la implantación inicial. Además, la elite de los estudiantes de posgrado aporta una mano de obra de elevada cualificación para funciones ejecutivas y de gestión. Estados Unidos ha empleado en las filiales de sus empresas multinacionales en China a chino-estadounidenses pues ellos son los más adaptados por su biculturalidad al medio.
España tiene una gran oportunidad para su expansión económica en sus ciudadanos globales procedentes de China, que están abiertos al mundo y son conocedores de primera mano de las peculiaridades chinas.