Home Asia INTERREGNUM: Harris o Trump, China es la prioridad. Fernando Delage

INTERREGNUM: Harris o Trump, China es la prioridad. Fernando Delage

por: 4ASIA
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Al redactarse estas líneas no se conocían aún los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sea Harris, sea Trump, o bien se abra un impasse que deje en manos de la Cámara de Representantes o del Tribunal Supremo el veredicto final, lo cierto es que no podrá darse por superada la polarización política, social y cultural de la sociedad norteamericana. La división entre populismo iliberal y fuerzas identitarias ha hecho desaparecer el centro, para provocar una dinámica de fragmentación que amenaza al sistema democrático y, con él, a la posición de Estados Unidos—y por extensión de Occidente—en el mundo.

La preocupación de los aliados es obvia. En el caso del Viejo Continente, es conocida la hostilidad de Trump hacia la Unión Europea y su “simpatía” por Putin. La pérdida de relevancia de Europa en la diplomacia norteamericana es, no obstante, estructural, y podrá mitigarse pero no corregirse con Harris. Además, si en algo coinciden republicanos y demócratas es en poner el foco en la región del Indo-Pacífico, y en particular en China.

A Pekín no le inquieta en exceso quién pueda ganar. A pesar de su limitada experiencia en política exterior, Harris sería más predecible que Trump, pero ninguno de los dos abandonaría la dirección seguida por Washington durante las dos últimas administraciones. Ambos comparten la idea de que China desafía la paz y estabilidad en Asia, así como el estatus internacional de Estados Unidos. Difieren, eso sí, en su aproximación a socios y aliados, y en algunas cuestiones concretas, entre las que destacan las relaciones comerciales y Taiwán.

Los expertos chinos temen que una nueva presidencia de Trump agravará las disputas comerciales y la competición en el terreno económico. El candidato republicano ha declarado que impondría aranceles del 60 por cien a la importación de productos chinos, y establecería mayores restricciones a la transferencia de tecnología a la República Popular. Harris mantendría por su parte las ya firmes medidas de Biden, pero sin llegar a los extremos de la estrategia de “decoupling” que ambiciona Trump. La opinión de este último sobre Taiwán es, en cambio, objeto de una considerable incertidumbre. Como candidato no ha sido un gran defensor de la isla, por lo que se especula sobre su inclinación a apoyar las reclamaciones de Pekín, a cambio—claro está—de concesiones económicas. Como presidente podría, sin embargo, actuar de otra manera, si bien hay opiniones muy dispares entre sus asesores más cercanos. Harris ha evitado pronunciarse sobre Taiwán durante la campaña. De ganar las elecciones, lo probable es que evite declaraciones como las realizadas por Biden sobre una intervención en caso de agresión china: mantendría de manera más clara la política de “ambigüedad estratégica”.

Es en relación con los aliados donde podrán observarse las divergencias más significativas. Mientras Harris continuará fortaleciendo las relaciones con Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas, con nuevos socios como India, y consolidará las diversas fórmulas “minilaterales” (QUAD, AUKUS, etc.), Trump será mucho más selectivo en sus compromisos, lo que obligará a sus socios a dedicar mayores recursos al reforzamiento de sus capacidades. Japón duplicará su presupuesto de defensa, y Corea del Sur considerará la conveniencia de la opción nuclear. Pero en realidad, Trump sólo precipitará la erosión de la hegemonía militar y de la influencia norteamericana que se ha registrado en los últimos años como consecuencia del aumento del poder chino y del abandono por Washington de su participación en los acuerdos regionales de comercio.

Porque su anterior preeminencia no se puede restaurar, los aliados se ven obligados a reaccionar a la incertidumbre sobre el futuro de la política asiática de Estados Unidos, gane quien gane las elecciones. Por su parte, Washington tendrá que considerar si la mera gestión de la competición con Pekín, sin definir qué objetivos persigue a largo plazo, es suficiente para asegurar un Indo-Pacífico estable y favorable a sus intereses.

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