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INTERREGNUM: La cumbre de Hiroshima. Fernando Delage

por: 4ASIA
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Si la guerra de Ucrania revitalizó la OTAN y reveló de nuevo el indispensable papel de Estados Unidos en la seguridad europea, el desafío revisionista planteado por las potencias autoritarias al orden liberal ha restaurado igualmente la misión del G7. La cumbre del pasado fin de semana en Hiroshima ha dado una notable señal de unidad entre las democracias, ha hecho patente la absoluta soledad de Rusia, complicado el entorno estratégico para China, y demostrado el éxito del proactivismo diplomático de Japón.

La guerra de Ucrania y China marcaron la agenda del encuentro del G7, un grupo que puede haber perdido cierto grado de representatividad (sus miembros representan en la actualidad el 45 por cien del PIB global frente al 70 por cien de hace treinta años), pero que el anfitrión japonés solventó en parte al invitar a los líderes de varios de los países emergentes más relevantes, como India, Brasil e Indonesia. Sumando los miembros del bloque más los invitados, Tokio logró un triple resultado con respecto a Rusia.

En primer lugar, se hizo patente el aislamiento diplomático de Moscú, participante en el G8 hasta su expulsión por la anexión de Crimea, y al margen hoy de todos los grandes foros multilaterales. Un segundo “golpe” contra el Kremlin (y contra Pekín) ha sido la invitación sorpresa al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. El encuentro de Zelensky con el primer ministro indio, Narendra Modi—que no apoyó las sanciones a Rusia—, ha sido una extraordinaria oportunidad para compartir la situación de Ucrania con uno de los gigantes del Sur Global. La negativa de Lula da Silva a verse con Zelensky, como también se esperaba, no parece haber beneficiado por la misma razón al presidente de Brasil. Por último, Japón ha aprovechado la ocasión para extender sus ideas acerca de la interconexión estructural cada vez más evidente entre la seguridad europea y la asiática.

Es una aproximación que también ha servido para promover la cohesión del G7 en relación con las ambiciones militares y económicas chinas. Pese a los intentos de Pekín de evitar la incorporación de Europa a una coalición antichina—y mitigar de ese modo el creciente deterioro de las relaciones con Estados Unidos—el comunicado final de Hiroshima no ha podido ser, por el contrario, más duro para sus intereses. Además de denunciar a Pekín por una larga lista de asuntos—de la militarización del mar de China Meridional a sus prácticas de coacción económica, pasando por la interferencia en la vida política de otras naciones—, los miembros del grupo también pidieron a China que presione a Rusia para retirar sus tropas de Ucrania, de manera “inmediata, completa y sin condiciones”. Los Siete demostraron su “firme oposición a todo intento unilateral por cambiar el statu quo por la fuerza”, y reclamaron “una solución pacífica a las tensiones en el estrecho de Taiwán”. Por otra parte, el comunicado final recogió la petición de Francia y Alemania de incluir la disposición al “desarrollo de una relación estable y constructiva con China”, así como el lenguaje a favor de reducir el riesgo de la dependencia económica de la República Popular (“de-risking”) y la diversificación más que el desacoplamiento (“decoupling”): otro gesto a favor del enfoque defendido por la Unión Europea.

A la convergencia entre Estados Unidos, Europa y Japón en el G7 se sumó la del QUAD un día más tarde. La prevista cumbre en Australia se suspendió al acortar el presidente de Estados Unidos su viaje a Asia. Como ya ha ocurrido en ocasiones anteriores, la agenda política interna norteamericana se ha impuesto sobre los compromisos exteriores, un hecho que nunca pasa inadvertido para sus socios asiáticos. Pero el primer ministro australiano reaccionó con rapidez, y las cuatro grandes democracias de la región mantuvieron una reunión separada en Hiroshima, en la que mantuvieron las mismas líneas de acción sobre China. El detallado comunicado final vino a confirmar la creciente institucionalización del foro, que celebrará su cumbre de 2024 en India.

El comunicado de protesta hecho público por Pekín tras ambas cumbres muestra la realidad del enfrentamiento entre democracias y potencias revisionistas, pero también los límites de sus esfuerzos orientados a contrarrestar la influencia de las primeras. La guerra de Ucrania ha debilitado a su socio ruso y complicado su entorno de seguridad, además de su posición en la economía global. La primera cumbre China-Asia central celebrada la víspera de la reunión del G7en Xian, punto central en la Ruta de la Seda, ha supuesto un nuevo salto adelante para su liderazgo en Eurasia—variable a la que Occidente sigue sin prestar la atención que merece—pero insuficiente para contrarrestar su negativa imagen global.

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