La Administración Trump ha sido siempre explícita en su posición hacia los abusos chinos, ya sean al sistema económico, a las normas internacionales e incluso en cuanto a las arbitrariedades domésticas del PC chino. El mismo presidente Trump en una primera etapa intentó su famoso juego de seducción al adversario con Xi Jinping, y éste intento corresponderle y bailar al mismo son, mientras que por detrás de bastidores la guerra comercial y tarifaria tomaba forma.
Paralelamente, el congreso estadounidense pedía al Departamento de Estado y al Departamento del Tesoro, a través de cartas oficiales, sanciones a China por la violación de derechos humanos a minorías musulmanas en la región autónoma de Xinjiang. Así como se introducían proyectos de ley bipartidistas sobre los derechos de los uigures desde el 2018.
Pero los dos últimos meses han sido significativos en Washington en cuanto a la toma oficial de una posición de rechazo frente a las injusticias chinas. En junio, el presidente Trump firmaba la primera legislación sobre los uigures en el mundo, “la ley de política de derechos humanos de los uigures del 2020”. Sin duda un gran paso sin precedentes, para contrarrestar los repetidos abusos de manos del PC chino en la Región de Xinjiang.
Dicha ley se inspiró en los abusos que han sido reportados por parte de las minorías musulmanas ubicadas en el extremo oeste de la península china. En marzo del 2019 el secretario de Estado Mike Pompeo ya alertaba a través del informe de Derechos Humanos en el que decía literalmente: “Hoy, más de 1 millón de uigures, kazajos étnicos y otros musulmanes están internados en campos de reeducación diseñados para borrar sus identidades religiosas y étnicas”.
Se estima que hay unos 10 millones de uigures en territorio chino, específicamente en la región autónoma de Xinjiang, que es un territorio muy extenso de 1.6 millones de km2, y que cuenta con enormes riquezas naturales, entre ellos gas y petróleo. Además, esta región es paso obligado de la famosa Ruta de la Seda a la que Xi Jinping dedica gran atención.
Imágenes satelitales demuestran que los “centros de reeducación chino” no han hecho más que expandirse y crecer exponencialmente, y con ello el número de internos ha tenido que haber aumentado considerablemente también. Un reportaje hecho por la BBC a finales de la semana pasada, mostraba los centros por dentro, puesto que el gobierno chino está dando acceso limitado a un grupo selecto de medios, para contrarrestar las noticias negativos sobre los mismos.
En el reportaje se mostraban salones de artes donde los reclusos podían pintar, o estudios de baile en el que se practican danzas, o salones de clases en los que se imparten música, informática, entre otras. Pero también se mostraban imágenes en los que se apreciaban las altísimas paredes que rodean los centros, cubiertas de alambre de espino, y torres de vigilancia en lugares estratégicos. La crónica mostró evidencias de imágenes satelitales en las que fueron demolidas algunas de las barreras de seguridad, así como muchas de las torres de vigilancia, justo antes que se autorizaran las visitas a los medios de comunicación.
Todas estas pruebas justifican las sanciones impuestas por la Administración Trump, a finales de la semana pasada, a cuatro altos funcionarios chinos. Como se explicaba al comienzo, el Congreso estadounidense ha venido presionando desde hace varios años a la Casa Blanca a tomar drásticas medidas como respuesta a las atrocidades que se comenten en Xinjiang, retenciones masivas, persecuciones religiosas, esterilizaciones forzosas, eliminación de las identidades culturales de varias minorías, entre otras.
Uno de los sancionados es el jefe regional del PC Chen Quanguo, quien es visto como el artífice de las políticas de Beijing contra las minorías musulmanas. Quien anteriormente estuvo a cargo de las acciones cometidas en el Tibet. Chen ostenta una posición en el politburó del PC chino, y es el funcionario de más alto rango sancionado por los Estados Unidos. Los otros funcionarios son Wan Mingshan -director de la oficina de seguridad de Xinjiang-, Hou Liujun -ex funcionario de seguridad-, y Zhu Hailun una destacada figura del partido en Xinjiang.
Trump ha tenido muchos deslices diplomáticos, ha cometido errores graves como el abandono del escenario internacional, no ha aprovechado su posición para liderar crisis como la pandemia pero, si algo la historia le reconocerá a su Administración será el haber sido frontal a los abusos chinos, denunciarlos públicamente, poner barreras a los mismos con leyes y sanciones que mandan un mensaje claro a Beijing y al mundo sobre lo que el Partido Comunista chino hace para mantenerse en el poder sin oposición, ni otras ideologías, culturas o religiones.