La 56 edición de la Conferencia de Seguridad de Munich acogió la semana pasada a de 500 altos cargos, entre ellos 40 jefes de Estado o de Gobierno y más cien ministros de Exteriores y de Defensa en la citada ciudad alemana. Bajo el lema tácito de que el mundo es hoy más peligroso, los mandatarios analizaron la situación de los conflictos en marcha y los potencialmente emergentes que, en la práctica envuelven a prácticamente todo el planeta con distinta intensidad y distintos perfiles e intereses.
Pero más allá de Afganistán, Irán, Siria, Libia y el impacto del cambio climático en la estabilidad institucional y los retos de Defensa, la nueva guerra fría fue la protagonista en forma de la pugna entre EEUU y China por el dominio de la tecnología informática, la ausencia de un papel europeo y el debate sobre las consecuencias que para las sociedades democráticas y sus intereses nacionales tendría optar por los modelos y aplicaciones informáticas de un país China, que representa una opción autoritaria, de invasión estatal y de escasa transparencia en la gestión política.
Desde Europa, crece la tendencia a presentar la pugna como una disputa comercial entre Estados Unidos y China presentada casi de manera neutral como algo ajeno. Pero, al margen de este aspecto comercial indudable, como lo hay tras casi cada problema entre naciones, no es lo mismo un lado que otro ni lo que representa una sociedad y otra. No es lo mismo un desarrollo tecnológico hipercontrolado por un sistema autoritario que otro acogido a la tutela judicial y política de una sociedad abierta, con las imperfecciones que haya.
No se trata de la capacidad de penetración de China en la inteligencia occidental, en los sistemas estratégicos, de Defensa y de toma de decisiones, que también. Se trata más bien de reflexionar sobre qué pasaría en un escenario de conflicto, general o regional, si la tecnología está en situación de ser bloqueada, condicionada o manejada por los que tienen las libertades y los derechos individuales como la última de sus prioridades.