De ser criticada por su falta de transparencia a dar lecciones de gestión de la crisis a escala global. De ser protagonista de la cooperación sanitaria global a usar herramientas de desinformación masiva. China es dual, esto no es nuevo. Lo que sí es nuevo es la crisis del coronavirus, que nos muestra un ejemplo muy claro de esta realidad.
El Real Instituto Elcano ha organizado un seminario online titulado “La crisis del coronavirus y su impacto: respuestas y escenarios futuros ”. Analistas del think tank y Ana Palacio abordaron el tema desde muchos ángulos. En el caso de China, fue Mario Esteban el encargado de abordar la cuestión.
Todo el mundo ha observado lo que ha hecho China. Al fin y al cabo, el brote se originó allí. Y, ¿qué lecciones aprendemos? La primera: la falta de transparencia del gobierno chino, porque la respuesta es la de siempre: “es un asunto interno”. Pero esta crisis no es un asunto nacional, la falta de transparencia en este caso -como en muchos otros- tiene un impacto global. El hecho de que las primeras semanas de gestión fueran “deficientes” lo estamos notando en Madrid y lo están notando en Wellington. Ahora bien, las medidas que han tomado desde enero, con el aislamiento y la movilización masiva de recursos del Estado como punta de lanza, se replican a lo largo y ancho del globo.
A nivel sanitario parece que han capeado el temporal, pero ¿Y a nivel socioeconómico? Las medidas pasan tanto por buscar coordinación internacional -esto se presenta muy difícil- como por buscar estímulos fiscales y financieros a nivel interno. China está muy por la labor de reactivar el movimiento económico en ambos niveles. A nivel internacional no hay que olvidar que es uno de los grandes ganadores de la globalización. Cuanto más se minimicen los procesos desglobalizadores y aislacionistas, mejor para Pekín.
Con la imagen internacional de China es la misma historia: una de cal y otra de arena. La cooperación en materia sanitaria no solo es bien recibida, sino que en mucho casos se presenta crucial. Por otro lado hay preocupación por el uso de la desinformación y las teorías conspiratorias. Y las formas recuerdan mucho a las rusas.
Como no podía ser de otra manera en estas circunstancias, los escenarios son inciertos. De momento, a nivel interno, el PCCh no se ha deteriorado. De hecho, se ha incluso reforzado en algunos aspectos. Pero la gran incógnita viene con las medidas para paliar la crisis socioeconómica. No hay que olvidar que base de la legitimidad del Partido hace años que dejó de ser ideológica para ser económica, basada en “garantizar un cierto bienestar social”. Y todas las predicciones de crecimiento dibujan un gran reto. Las autoridades chinas estiman un crecimiento de un 2,6% frente al 6,1% del año pasado. “Habrá que ver como se gestiona socialmente y como se traduce políticamente”.
A nivel internacional, pese a alguna voces naive que consideran que China puede usar esta crisis para mejorar el prestigio internacional. La visión imperante, hasta entre los analistas chinos, es que esta situación no beneficia a nadie. Y, de hecho, lo más probable ahora es que China se centre en la gestión interna, que los recursos financieros vayan al ámbito doméstico. Y que grandes Iniciativas como la de la Franja y la Ruta, que ha permitido a China influir en muchos países en los últimos años se vean recortadas de manera “muy sustancial”. Y es que la opinión pública china no entendería el intento de ejercer un liderazgo internacional teniendo que hacer frente a grandes amenazas internas.
La relación bilateral España-China sirve para ilustrar las fortalezas y limitaciones del papel internacional de China: Un socio necesario en muchas cuestiones, pero también problemático y poco fiable. Una excesiva dependencia se traduce en estándares deficientes o envíos que no se corresponden con lo que se solicita. Es un actor necesario pero aún no está preparado para el liderazgo global: “Aunque se nos olvida frecuentemente, es un país en vías de desarrollo”.