Washington.- La crisis entre la NBA y China es la perfecta representación del nuevo orden mundial, en donde el recorte de libertades se trata de imponer a través de la presión que aplican las nuevas naciones que aspiran el liderazgo mundial.
Beijing se ha convertido en un jugador tan poderoso que hoy en día se puede permitir imponer sus controles más allá de sus fronteras y no sólo sobre naciones pequeñas o económicamente dependientes de ellos, sino también sobre negocios estadounidenses cuyo valor asciende a miles de millones de dólares.
El 04 de octubre un ejecutivo de los Houston Rockets -equipo de baloncesto de la NBA- tuiteó “Peleemos por las libertades, apoyemos a Hong Kong” en su cuenta personal. Este tweet desató la furia del gobierno chino, y a partir de ahí no ha habido más que presión desde Beijing a la organización, mientras han desmontado carteles publicitarios promocionando los juegos, han anulado partidos de pretemporada y cancelado ruedas de prensa del mismo directivo de la organización en su gira habitual por China.
El baloncesto es un deporte con 500 millones de aficionados en China, según Reuters, siendo el deporte más popular en el país asiático. Se calcula que unos 300 millones de ciudadanos chinos practican baloncesto, por lo que la afición y seguimiento de las ligas internacionales es masiva.
Hasta ahora, la NBA había encontrado en el gigante asiático un gran mercado, pues es un negocio que mueve miles de millones de dólares al año en China, además con un fanatismo y seguimiento especial en el equipo de los Rockets, pues Yao Ming, la gran estrella china pasó su carrera en este equipo, y hoy en día lidera la Asociación de Baloncesto China que, por cierto, rompió relaciones con el equipo a raíz del tweet.
La saga, que ya dura más de dos semanas, ha pasado por etapas distintas. Inicialmente el tweet fue eliminado a las pocas horas de haberse subido, seguido por una declaración oficial de la NBA en la que lamentaban que el punto de visto expresado por el ejecutivo de los Rockets de Houston habubiera ofendido profundamente a mucho de sus fans. Seguido por una segunda declaración pasados unos días que rezaba “la organización no regulará las opiniones de sus jugadores o empleados”.
Y la más reciente con la que se cerró la semana pasada y se ha alcanzado a otro nivel de la crisis, fue que el Comisionario de la NBA -Adam Silver- declaró que Beijing había solicitado que se despidiera al ejecutivo que había tuiteado a favor de Hong Kong. A lo que Silver aprovechó para responder categóricamente que no sucederá, que la organización ni siquiera considerará medidas disciplinarias para él.
Silver, además, enfatizó: “la NBA es un negocio estadounidense con valores americanos, que viaja con nosotros a donde quiera que nosotros vamos. Uno de nuestros valores es la libertad de expresión y queremos dejar claro y que la gente entienda que nosotros apoyamos la libertad de expresión”.
Un portavoz de la cancillería china aseguró que Beijing no había solicitado la sustitución del ejecutivo, así como también afirmó que las otras naciones no deben meterse en sus asuntos internos. Mientras, las pérdidas millonarias de la cancelación de los partidos y la anulación de las ruedas de prensa de los jugadores ya ascienden a millones de dólares. Y tal y como el mismo Silver ha dicho, aún es imposible estimar las cifras de las pérdidas.
Sólo Tencent -la gigantesca multinacional china- tiene acuerdos por 1.500 millones de dólares para transmitir los partidos de la NBA en los próximos 5 años, y ya han cancelado las transmisiones de los partidos de los Rockets, de acuerdo con AP.
No cabe duda de que la posición que expresó el comisionario de la NBA ha sido difícil de acordar dentro de la organización, pues sacrificar al mejor de sus clientes internacionales les hará pagar un precio económico imposible de calcular a día de hoy, tal y como los mismos expertos deportivos han afirmado. Pero venir de un país que alardea de sus profundos valores democráticos, en la que la organización ha tenido libertad de crecer y llevar su negocio hasta otros rincones del planeta, no permite entrar en el juego chino de represión e imposición de sus criterios a cambio de poder mantener relaciones y seguir haciendo negocios en China.
Es clave para la supervivencia de las libertades que éstas se proclamen y se presuman. Si, por lo contrario, hay silencio por el precio económico que representa, entramos en el juego restrictivo que mas temprano que tarde acabará por frenar todas las libertades y terminará exaltando los principios del Partido Comunista Chino incluso en recónditos rincones del planeta.