Comienza el nuevo curso político y parece que estamos en un inmenso bucle. No sólo en España. Ahí está el tira y afloja de la disputa comercial chino-norteamericana, las pruebas de misiles desde Corea del Norte mientras se espera algún avance en el despliegue de lo acordado en los encuentros con Estados Unidos, el eterno conflicto de Oriente Medio y las tensiones con Irán. El paréntesis vacacional nos ha devuelto al punto cero.
Sin embargo, por debajo de la superficie que los medios de comunicación y los dirigentes políticos han decretado, han pasado cosas. En Europa la nueva Comisión sigue sin arrancar mientras Gran Bretaña no sale del laberinto del brexit; Putín aumenta la presión ligeramente y espera, la economía balbucea y crecen los recelos ante la inmigración en medio de la impotencia política.
También en Asia han pasado cosas. India y Pakistán han resituado sus fuerzas políticas y militares al borde del conflicto siempre a punto de estallar y siempre en medio de alguna negociación. Pero la gran novedad asiática, como hemos venido contando en 4Asia la ha protagonizado Hong Kong. Miles de manifestantes han hecho retroceder al gobierno local tutelado por China observados con esperanza y contención en Taiwán y preocupación en Pekín, que sabe que no tiene las manos completamente libres para aplastas militarmente las protestas si fuera necesario pero que tiene que enviar un mensaje de fortaleza al resto de China.
Ese va a ser el escenario en los próximos meses. Viejos problemas, nuevos factores y pocas iniciativas nuevas, A veces, la combinación de estos elementos sube varios grados las amenazas de un problema.