Se están intensificando los esfuerzos para detener el conflicto fronterizo entre Camboya y Tailandia. Esta misma semana se reúnen delegaciones de las fuerzas armadas de ambos países para intentar un alto el fuego estable que permita abrir paso a un acuerdo de delimitación de los 820 kilómetros de su frontera, que fueron establecidos por Francia cuando era la potencia colonial en Camboya y parte de los cuales están en disputa.
Así lo anunció el ministro de Exteriores de Tailandia, Sihasak Phuangketkaew, durante una rueda de prensa en Malasia, tras un encuentro de los cancilleres de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para abordar el conflicto entre los dos países del bloque.
Phuangketkaew explicó que la reunión para el eventual alto el fuego será en una zona fronteriza del lado tailandés y estará presidida por el Comité General de Fronteras (GBC), un mecanismo de seguridad encabezado por los ministros de Defensa de cada país, usado anteriormente para acordar medidas en aras de mantener la paz en áreas limítrofes.
China está haciendo esfuerzos extraordinarios para contener la tensión y ha enviado a la región un enviado especial del Ministerio de Asuntos Exteriores, Deng Xijun, para promover un acuerdo y ofrecer garantías de control por parte de Pekín. En los últimos días, Deng se ha reunido con Kuala Lumpur con altos cargos del gobierno de Malasia, país que también está mediando para un acuerdo. Malasia sufre en su frontera norte (límite con Tailandia) la actividad de grupos separatistas islamistas, que, a su vez han actuado en las cercanías del conflicto de Tailandia y Camboya por lo que Kuala Lumpur tiene máximo interés en desactivar la tensión.
Pekín tiene un gran proyecto estratégico para el sureste asiático para exportar su modelo autoritario con incentivos comerciales y de futuras inversiones millonarias. Se trata de desplazar la influencia occidental, apoyar regímenes como el de los militares birmanos y crear una gran zona aliada o al menos neutral con China.




