Fernando Delage, profesor de Relaciones Internacionales y Analista Político, ofreció una charla sobre el papel que juega y quiere jugar China a nivel regional y global, su ascenso como potencia, su relación con Estados Unidos…
La China de Xi Jinping es una China que ha redefinido su comunismo como un “socialismo con características chinas”. Es una China que no tiene nada en contra de la integración europea, como puede tener Rusia. Es una China asertiva, pero con iniciativas de carácter multilateral en el plano internacional. Ejemplo de esto último puede ser el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que se puede considerar, además, un fracaso diplomático para Estados Unidos.
Respecto a su relación con EEUU, mucho se ha hablado últimamente sobre si el ascenso de China puede ser pacífico, sobre la famosa trampa de Tucídides. De momento, la iniciativa “Made in China 2025”, el plan mediante el cual China se ha propuesto seguir para impulsar y reestructurar su industria para pasar de una era de cantidad a una nueva era de calidad y eficiencia en la producción, se ha convertido en una obsesión para Trump. Por otro lado, “el sueño chino” de Xi Jinping planea que, para cuando el Partido Comunista celebre su centenario en 2021, China será una sociedad modestamente acomodada y, cuando la República tenga cien años, en 2049, será un país próspero y fuerte y sus fuerzas armadas estarán entre las mejores de mundo. De sus fuerzas armadas hace gala el gigante asiático en el Mar del Sur de China, zona clave y conflictiva, donde China quiere minimizar la influencia de los norteamericanos, a quienes considera culpables de la inestabilidad de la región.
Respecto a la pregunta “¿Qué le falta a China para gobernar el mundo?” El profesor Delage contesta “No va a ser”, “la naturaleza del poder global ha cambiado, no veremos otro hegemón como el Imperio Romano o Estados Unidos”. Considera que la prioridad estratégica de China es Asia, donde sí tiene interés en ser potencia regional. En un plano global Delage argumenta que el país del centro no tiene interés en acabar con los acuerdos de Bretton Woods, sino ganar peso en las instituciones existentes y complementarlas con otras que sí lidera, como el BAII.