El periodismo, con frecuencia, construye un paradigma en base a un detalle más o menos importante pero no esencial ni especialmente significativo. Así, por ejemplo, en las últimas horas se viene insistiendo en que el autócrata ruso demuestra no estar aislado por su encuentro con el presidente chino y se añade que China escenifica su apoyo a Moscú.
Pero los hechos no parecen avalar exactamente ni una cosa ni la otra. Por una parte, Putin demuestra precisamente su aislamiento político, su incapacidad militar y económica para avanzar en Ucrania y la necesidad de encontrar una salida en que se le permita disfrazar su fracaso. Y eso es lo que China se propone por su exclusivo interés estratégico de ocupar nuevas zonas de influencia, y, con un disfraz propio, presentarse como avalista de la resolución de conflictos mientras prepara su propia agresión a Taiwán si no encuentra otra forma de anular aquel régimen ahora democrático.
Por otra parte, China, aún declarándose aliado estratégico de Moscú, ha mantenido distancia del conflicto ucraniano. Es más, en la presentación de su propio plan de una salida negociada del conflicto, China pone un obstáculo difícilmente salvable al afirmar que la solución está en la integridad territorial y la soberanía de ambos países en guerra, la de Ucrania, cuya negación fue la agresión rusa, y la de Rusia, que nadie amenaza. Volver al punto de partida de 2014, que eso significaría respetar la integridad ucraniana retirándose las tropas rusas incluyendo Crimea, no parece un objetivo aceptable para Moscú e imponer un mantenimiento de la situación actual con retirada parcial rusa y dar más protagonismo a los separatistas pro rusos de Ucrania oriental no es fácil de aceptar por Kiev. Pero Chna no busca salvar a Putin sino avanzar en sus intereses estratégicos aunque eso signifique un balón de oxígeno para el caudillo ruso y si necesitara dejarlo caer y con eso consiguiera ventajas lo haría.
China necesita ir sustituyendo a Rusia en muchas regiones y para eso no le conviene una caída abrupta del régimen de Moscú que fortalezca a EEUU y aliados que están intentando frenar una reedición de Hitler pero sabiendo que el conflicto no acabará con una entrada en Berlín-Moscú.
La partida está jugándose y Occidente debe seguir presionando para que a Rusia le cueste todo lo cara que sea posible su agresión porque en Ucrania no se juega sólo la integridad territorial de aquel país sino las libertades de la Europa democrática. Los intentos de China pueden obtener algún resultado (de hecho, Putin ha hablado de resolución política) pero no parece fácil en este momento. En cualquier caso, si se entrara en una nueva fase habrá que seguir alerta y presionando a Rusia contra sus pretensiones estratégicas y mantener la vista en China que no aspira a la estabilidad internacional exactamente sino a un escenario que favorezca sus intereses y su propio proyecto de amenaza autoritaria.