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THE ASIAN DOOR: Auge y desafío de las renovables en China. Águeda Parra

El despliegue de las renovables en China sigue beneficiándose del momentum que lleva experimentando el desarrollo de tecnologías verdes en el país durante los últimos años. Los objetivos planteados por la Administración Nacional de Energía de China, National Energy Administration (NEA) por sus siglas en inglés, muestran que 2023 volverá a ser un año de récord, aunque, a medida que aumenta la disponibilidad de capacidad instalada, crecen los desafíos para que la energía generada en las regiones menos pobladas llegue a las zonas costeras del Este que concentran las mayores densidades poblacionales. Posiblemente, el mayor desafío para no frenar el auge de las renovables.

Con cifras de récord, año tras año, la NEA ha anunciado un ambicioso plan que contempla agregar 160 GW de nueva capacidad eólica y solar durante 2023, superando la cifra de 125 GW alcanzada en 2022. Una cifra que podría incluso superarse atendiendo al momentum en energía solar que está experimentando la industria en la actualidad y que está llevando a China a instalar en un trimestre la capacidad que la Unión Europea y Estados Unidos, el segundo y tercer mayor mercado del mundo, respectivamente, realizan en todo un año.

De hecho, los resultados publicados del primer trimestre de 2023 muestran que China agregó 33,66 GW de nueva capacidad solar instalada, un 154,81% de crecimiento interanual, muy superior al impulso en renovables desplegado en la Unión Europea y Estados Unidos, que agregaron 41,4 GW y 20,2 GW de capacidad instalada, respectivamente, durante todo 2022. Teniendo en cuenta que el primer trimestre del año suele ser cuando se concentra el menor número de instalaciones, las cifras de 2023 pueden superar muy positivamente todas las expectativas. Una tendencia que también se espera en el caso de la energía eólica que, superado el bajo nivel de crecimiento registrado durante 2022, se podría incrementar la nueva capacidad instalada entre 60 y 75 GW, más del doble de los 37,63 GW añadidos en 2022.

Estas cifras muestran un magnífico escenario para que China alcance las emisiones cero antes de lo anunciado. Con los nuevos despliegues, el gigante asiático habría alcanzado 820 GW de nueva capacidad instalada, combinando la energía eólica y solar, frente a los 1.200 GW comprometidos por China para 2030. Apenas quedarían 380 GW para cumplir con las ambiciones climáticas previstas para los próximos siete años, una cifra relativamente fácil de alcanzar cuando el gigante asiático ha instalado 300 GW de nueva capacidad desde 2020.

Sin embargo, frente a una inversión en renovables que podría generar de nuevo cifras récord en nueva capacidad instalada, el mayor reto actualmente está en cómo hacer crecer el dimensionado de la red para que pueda absorber toda la nueva generación de energía. Conseguir una mayor sincronización entre los tiempos de despliegue de las granjas eólicas y solares y el de la transmisión de la energía se ha convertido en el principal reto para que el auge en instalación de renovables genere un cambio efectivo en el mix energético del país.

Las provincias del norte, menos pobladas y con menor industria, concentran una mayor generación de energía que, en muchos casos, no son capaces de absorber. Asimismo, la distancia que conecta los generadores de las zonas desérticas del Norte con las provincias costeras del Este puede llegar a superar los 3.000 kilómetros. Una problemática espacial a la que también se suma una temporal, y es que la infraestructura de las granjas requiere entre dos a tres años para entrar en servicio, mientras la construcción de las líneas de transmisión de energía puede requerir hasta cinco años. En definitiva, el desajuste en los proyectos de despliegue de granjas y de redes de transmisión está generando embotellamientos que, en algunos casos, conlleva la desconexión de algunas turbinas ante la imposibilidad de poder distribuir la energía generada.

Conseguir, por tanto, que la red nacional absorba el ritmo de capacidad instalada se ha convertido en el mayor desafío para alcanzar una mayor adopción de las renovables en China. Una problemática que genera billonarias pérdidas económicas y que conlleva un ineludible retraso en la descarbonización del país.

 

 

THE ASIAN DOOR: China en la agenda global frente al G7. Águeda Parra

Con la retirada definitiva de las tropas de Estados Unidos de Afganistán bajo la administración Biden en agosto de 2021, Washington comenzaba una nueva edición del Pivot to Asia anunciado por el presidente Obama justo una década antes. El desafío que supone una China mucho más asertiva ha propiciado que la administración Biden amplíe el ámbito de interés de Asia Pacífico para abarcar la región del Indo-Pacífico diez años después, perdiendo el foco sobre Asia Central. A este vacío dejado por Washington en la región se suma además la pérdida de influencia de Rusia después de un año de guerra con Ucrania. Mientras Rusia ha sido durante décadas uno de los actores externos más relevantes de la geopolítica de Asia Central, es Pekín quién ahora avanza en su estrategia de ampliar su esfera de influencia en la región aprovechando las decisiones tomadas por Washington y Moscú en su agenda estratégica.

De hecho, el gigante asiático considera la I Cumbre China-Asia Central celebrada en la ciudad de Xi’an como uno de los eventos más importantes de 2023. Diseñada para contrarrestar el efecto de la reunión del G7 en Hiroshima, el encuentro de Xi Jinping con los cinco países que conforman la región de Asia Central, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, antes parte de la extinta Unión Soviética, busca además destacar que China también es un actor relevante en asuntos globales. La región, rica en recursos, centra el interés de los lazos comerciales y energéticos que persigue impulsar China, aunque “salvaguardar la paz regional” siempre ha ocupado un lugar destacado en la política exterior de Pekín hacia la región, de ahí que los acuerdos alcanzados busquen “ayudar a los países de Asia Central a reforzar sus capacidades de seguridad y de defensa”. La frontera que comparte Asia Central con la provincia china de Xinjiang incentiva, asimismo, los esfuerzos de Pekín por fomentar la prosperidad económica que permita reducir la tensión étnica y la presión por el terrorismo yihadista que amenaza la región.

El compromiso de China con Asia Central lleva asociado, tras esta cumbre, 3.700 millones de dólares en nuevos préstamos y subvenciones a los antiguos estados soviéticos para impulsar la cooperación en proyectos energéticos y el desarrollo de infraestructuras. En este caso, el objetivo de Pekín es vincular estos países al esquema de conexiones fomentado por la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, reduciendo así la dependencia de las rutas comerciales con Rusia. Los acuerdos alcanzados durante la cumbre buscan también promover mayor inversión en la región, superando la cifra récord de 70.000 millones de dólares alcanzados en 2022 entre los cinco países, además de impulsar el comercio y los intercambios militares.

La cumbre de dos días marca una nueva etapa en las relaciones comerciales partiendo de un escenario de por sí ya favorable para China, ya que el volumen de negocio de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán fue mayor con el gigante asiático que el generado con Rusia o con el bloque del G7 durante 2022, según el Fondo Monetario Internacional. El petróleo, gas natural y cobre protagonizan los flujos comerciales con China, de ahí el creciente interés de Pekín por la región. En este sentido, los acuerdos alcanzados con Kazajistán y Uzbekistán para garantizar el suministro estable de gas a China buscan ampliar el volumen del 6,4% de las importaciones de gas que el gigante asiático recibió de estos dos países en 2021.

En el caso de Kirguistán, la cooperación se subscribe al ámbito financiero, sumándose al grupo de países como Arabia Saudita, Brasil y Rusia que impulsarán el comercio con China utilizando las monedas locales. Bajo este nuevo esquema de relación, aumenta el protagonismo del yuan como alternativa a los pagos internacionales mientras se reduce la dependencia del dólar como vía para mitigar el impacto de posibles repercusiones geopolíticas.

Las puertas de Asia Central se abren así para China después de la primera cumbre presencial con sus líderes, la inaugural se produjo online el año pasado, mientras Rusia sigue envuelto en la guerra con Ucrania y se reduce la hegemonía de Estados Unidos en la región. Un esfuerzo más de Pekín por seguir consolidando su esfera de influencia en el considerado como patio trasero de Rusia, aportando otros canales de inversión que sustituyan los destinados por el Kremlin a la guerra de Ucrania, mientras las relaciones con Occidente no pasan por su mejor momento.

 

THE ASIAN DOOR: El factor China en la cadena de suministro de las baterías eléctricas. Águeda Parra

Poniendo en perspectiva la rivalidad tecnológica entre China y el resto de grandes potencias en lo que a transición digital y energética se refiere, los avances alcanzados por el gigante asiático en materia de tecnología de energías limpias, tanto en renovables como baterías eléctricas, sitúan a China en una posición de dominio, teniendo el resto de países una clara dependencia del gigante asiático. Por el contrario, la transición digital muestra el escenario inverso, situando a China en la carrera por la autosuficiencia tecnológica en la fabricación de chips avanzados. Mientras los chips que se necesitan en la fabricación de coches eléctricos no son excesivamente sofisticados, las baterías eléctricas sí son un elemento clave donde el factor China ejerce especial presión sobre todas las etapas en la cadena de suministro.

Cuando a nivel global las grandes economías buscan aumentar su autonomía estratégica y fortalecer su autosuficiencia tecnológica, el dominio de China del 50% del suministro global de baterías, muy por delante de la cuota de mercado que tienen sus rivales de Corea del Sur y Japón, es un factor muy a tener en cuenta en el actual escenario de creciente tensión geopolítica. Los grandes protagonistas son el fabricante chino de baterías CATL, con un 37,1% de cuota de mercado, y suministrador para fabricantes de automóviles como Tesla y Volkswagen, y el también fabricante de coches eléctricos BYD, cuyo crecimiento le ha situado con una cuota del 13,6%, desplazando en este ascenso a la surcoreana LG Energy Solution y situándose como el segundo mayor productor del mundo.

La competitividad de los fabricantes de coches eléctricos estadounidenses y europeos está, por tanto, vinculada actualmente, y en gran medida, a la dependencia de las baterías chinas. Tanto la fortaleza en el desarrollo tecnológico como el control de la cadena de suministro son elementos clave para entender el dominio de los fabricantes chinos. Todo ello les ha permitido tener mejores economías de escala que sus rivales, y competir con mejores precios ante la creciente subida que han experimentado el níquel y el litio en los últimos años, metales esenciales en esta industria.

Mientras la industria de la automoción está abordando un cambio de paradigma que está impulsando que sean las empresas chinas las que inicien un proceso de internacionalización para competir con sus rivales europeos en su propio territorio, la tendencia en la industria de las baterías está adoptando la misma estrategia, aunque en este caso, no se trata tanto de competir con otros rivales sino de beneficiarse del auge en la fabricación de coches eléctricos en otros hubs productivos. El fabricante CATL comenzó su expansión en Europa con una fábrica en Alemania, la primera fuera de China, a la que le seguirá una nueva planta en Hungría. Y no será el único.

No obstante, el atractivo del mercado chino de coches eléctricos está propiciando que otros importantes protagonistas de la industria sigan apostando por construir fábricas de baterías en territorio chino. A pesar de la creciente tensión geopolítica entre Estados Unidos y China, Tesla seguirá apostando por incrementar su protagonismo en uno de los hubs de automoción más importantes del mundo, aprovechando el mejor posicionamiento de China en la cadena de suministro de baterías, para seguir aumentando su inversión en el país con la construcción de una fábrica de baterías en Shanghai, con inicio de producción en el segundo trimestre de 2024.

Evitar presiones sobre la cadena de suministro se ha convertido en una de las principales preocupaciones en la industria, buscando reducir la influencia que las tensiones geopolíticas puedan tener en posibles disrupciones en la producción de baterías y, por tanto, en la fabricación de los coches eléctricos. Conseguir asegurar la disponibilidad del elemento clave en la movilidad sostenible pasa, por tanto, por fortalecer las capacidades de los fabricantes incorporando en su línea de producción la fabricación de baterías, una estrategia recientemente adoptada también por la empresa china Xpeng, uno de los tres ensambladores de coches eléctricos más importantes de China.

El factor China en la fabricación de baterías es susceptible que se reduzca a medida que vayan surgiendo nuevos players en otros países, aunque su protagonismo en plena transición energética seguirá muy presente. El dominio de China del 75% de la capacidad de refinería del cobalto y del 59% de la capacidad de procesado del litio, según la consultora Benchmark Mineral Intelligence, añade mayor complejidad a la reducción de la dependencia de China en todas las fases claves en la cadena de suministro de la movilidad sostenible. Un dominio que, más allá de la fabricación de coches eléctricos, pone de manifiesto los retos que deben afrontar las grandes potencias para reducir esta dependencia en aras de impulsar la seguridad energética, la seguridad económica y la seguridad nacional.

 

THE ASIAN DOOR: Estrategia del litio, una oportunidad. Águeda Parra

Asegurarse el acceso a los metales necesarios para afrontar la transición energética y digital se ha convertido en una prioridad para países y empresas. La cadena de suministro de las tecnologías limpias comienza a tensionarse por la elevada demanda, la escasa disponibilidad y los precios al alza de algunos metales tecnológicos. Ante una década decisiva en la adopción de nuevas políticas que aseguren un desarrollo óptimo del sector, empresas y países parecen abordar la estrategia de acceso y/o producción de metales críticos desde distintas perspectivas.

No todos los países disponen de reservas de litio. Chile se encuentra en el conocido como triángulo de litio, del que también forman parte Bolivia y Argentina, concentrando casi el 60% de las reservas mundiales. De estos tres países, Chile es el que dispone de un menor volumen de reservas, pero su gran valor estratégico en la industria del litio es ser el segundo productor mundial, contando con una cuota de mercado del 26%, aunque a gran distancia de Australia, líder mundial en producción de litio con un 55% del total en 2022, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Las empresas chinas no son ajenas a la privilegiada posición de Chile en el mercado del litio, teniendo en cuenta que la demanda crecerá un 30% cada año, según McKinsey. De ahí que el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo, BYD, haya anunciado la construcción de una fábrica de cátodos de litio con una inversión asociada de 290 millones de dólares para producir hasta 50.000 toneladas de litio ferrofosfato (LFP), operativa a partir de 2025.

Además, BYD ya está presente en el panorama de movilidad sostenible de Chile como suministrador de autobuses eléctricos, y la inversión anunciada en el país le permitirá asegurarse el suministro del litio desde uno de los principales países de producción del mundo, además de diferenciarse del resto de competidores al generar todo un ecosistema de negocio que va desde la fabricación de componentes para baterías, hasta las propias baterías, el diseño y la manufactura del coche eléctrico. Una integración vertical más amplia en su esquema de negocio que le diferencia, asimismo, del resto de fabricantes de coches eléctricos, de los que además es suministrador de baterías.

Ante el auge que está experimentando uno de los metales más importantes en la transición energética, Chile ha anunciado la nacionalización del litio, como ya antes lo hiciera México, buscando participar de una boyante economía de energía limpia que se va a desarrollar en la próxima década. De aumentar la producción, Chile podría competir más directamente con Australia, que dispone de un volumen de reservas sensiblemente menor. La estrategia nacional busca colaborar con el sector privado para abordar esta nueva etapa, apoyándose en las empresas chilenas Sociedad Química y Minera de Chile (SQM) y Albemarle que, a su vez, son el primer y el segundo mayor productor de litio del mundo, respectivamente, en una asociación público-privada. Para ello, primero tendrán que finalizar sus contratos, en torno al 2030 y 2043, respectivamente, antes de empezar a tomar el control de las mismas.

Argentina, por su parte, se sitúa como cuarto productor mundial, y aumentar la producción es una de las prioridades del país, creciendo la exportación de litio desde un 5% registrado en 2021 hasta el 18% de las exportaciones mineras alcanzado en 2022. Aunque los proyectos de litio están en plena expansión, algunos con participación de empresas chinas, todavía serían necesarios unos dos años para que las inversiones anunciadas alcancen mayores capacidades de producción, con el objetivo puesto en alcanzar, e incluso superar, a Chile y situarse entre los principales productores de litio del mundo en 2030.

De entre los 24 países que cuentan con reservas de litio, México se sitúa en décimo lugar con poco más del 2% de las reservas mundiales, y la nacionalización de la industria para proteger sus recursos naturales ha sido la opción elegida por el país para no perder las oportunidades que presenta este metal en la fabricación de coches eléctricos y dispositivos electrónicos. La cercanía con el mercado estadounidense le permitiría a México beneficiarse de las subvenciones propuestas en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) promovida por Estados Unidos, exenciones de las que no podrá participar ni Chile ni Argentina. Sin embargo, a diferencia de Chile, México no cuenta con una industria ya desplegada. y la inversión privada es altamente necesaria para su extracción y para convertir el litio en baterías.

Ante la creciente atención que está recibiendo la industria del litio, ningún país quiere dejar pasar la oportunidad de un nuevo ciclo de desarrollo económico ligado con la transición energética y digital. No obstante, los altos volúmenes de capital que necesita la producción de litio requieren de un ecosistema que impulse la atracción de inversión, con políticas nacionales que favorezcan la estabilidad y el impulso de la minería. La oportunidad que tiene América Latina para acomodar su desarrollo económico a la transformación que va a propiciar la transición energética podría verse mermada por la estrategia nacional adoptada, propiciando que la inversión se dirija a otros países como Australia, a pesar de disponer del mayor volumen de reservas mundial.

 

THE ASIAN DOOR: Dos visitas, dos visiones geopolíticas. Águeda Parra

La agenda de política exterior de Estados Unidos y China se intensifica en una clara referencia a un mundo de bloques donde las acciones de diplomacia juegan un papel cada vez más decisivo en la rivalidad que mantienen ambas potencias. En este tablero de estrategia geopolítica, Estados Unidos y China han sido los escenarios hacia donde se han trasladado las conversaciones en torno a las dos cuestiones que más están tensionando la geopolítica global, Taiwán y la guerra de Ucrania, coincidiendo en el tiempo ambas visitas.

La coincidencia no tiene por qué ser casual, pero sí que es cierto que el tiempo apremia, y en cada caso en distinto sentido. Mientras, por una parte, apenas queda un año para las elecciones presidenciales de Taiwán en 2024 en las que podría cambiar la presidencia del gobierno hacia el partido nacionalista Kuomintang, al alza en las últimas elecciones locales de noviembre y más proclive a la unificación con el continente, por otra parte, el año transcurrido desde que se iniciaría la guerra en Ucrania urge a Occidente a buscar una solución pacífica, incorporándose recientemente China como actor global en su nuevo rol de mediador en el conflicto frente a Rusia.

La presidenta de Taiwán Tsai Ing-wen ha realizado un viaje por Centroamérica para estrechar sus lazos diplomáticos con Guatemala y Belice, buscando reforzar un apoyo decreciente tras el reciente cambio de reconocimiento de Honduras por China, dejando a Taiwán con apenas 13 países que siguen manteniendo relaciones diplomáticas con la isla. Mientras fortalecer este tipo de lazos directos con los países que todavía mantienen el reconocimiento de Taiwán sigue siendo una cuestión prioritaria, la reunión con el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos Kevin McCarthy ha sido el punto más estratégico de su agenda.

Cambiar el escenario de la visita de Taiwán a California ha permitido que la escalada de tensión entre Estados Unidos y China no pase a un nivel mayor de intensidad, evitando reproducir la atención mediática y geopolítica que supuso la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi a la isla en agosto del año pasado, además de generar una reacción militar sobre Taiwán menos intensa por parte de Pekín. El trasfondo, sin embargo, no varía. El reconocimiento de que los lazos entre ambas partes “nunca han sido tan fuertes” muestra el apoyo bipartidista de Estados Unidos hacia Taiwán que, a su vez, se traduce en la necesidad de acelerar la venta de armas a la isla asegurándose de que “lleguen en el momento oportuno”.

Mientras la reunión entre Tsai y McCarthy es la primera que se realiza en suelo estadounidense desde que Estados Unidos iniciara relaciones diplomáticas con China en 1979, el encuentro de Macron con Xi ha permitido a los dos países restablecer sus relaciones diplomáticas de forma presencial desde la última visita del presidente francés en 2019. Sin interferir en la visita de estado de Macron y la reunión con la presidente de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen, en la que China ha mostrado a su amplia audiencia la fortaleza de sus relaciones con Europa, la reacción sobre Taiwán no se ha hecho esperar, pasando a activar las maniobras militares por mar y aire apenas el presidente francés abandonó suelo chino.

La frase del presidente Reagan de “la paz a través de la fuerza” comentada por la presidenta Tsai, ensalzando que “somos más fuertes cuando trabajamos juntos”, en referencia a un impulso en las relaciones de defensa, comerciales, económicas y tecnológicas entre Estados Unidos y Taiwán, da muestra de cómo la mayor cohesión entre ambas partes se traduce, asimismo, en una confrontación más seria en las relaciones entre Estados Unidos y China.

El encuentro de Tsai y McCarthy posiblemente no generará un paso importante para cambiar el status quo de Taiwán, aunque sí ha otorgado a la isla mayor visibilidad internacional. En cuanto a la visita a Pekín, las cuestiones económicas y comerciales han protagonizado un encuentro en el que China ha dejado claro que los avances sobre Ucrania se producirán cuando las “condiciones y los tiempos sean los adecuados”, mostrando Pekín auténtico pragmatismo chino y fortaleza internacional sin dejarse influir por las peticiones que los mandatarios europeos vienen realizando al gigante asiático en sus visitas al país. Muy posiblemente, actuar frente a China como bloque geopolítico imprescindible en la resolución de temas que impactan en la gobernanza mundial pasaría por encontrar el espacio de diálogo y negociación con el gigante asiático donde no confluyan a la vez temas económicos y comerciales de país con los de la geopolítica global.

 

 

THE ASIAN DOOR: La mediación de China entre Rusia y Ucrania remueve el Indo-Pacífico. Águeda Parra

Una vez que las cuestiones nacionales han quedado resueltas positivamente, es el momento para China de prestar mayor atención a la política exterior, mostrándose a su audiencia del Sur Global en este nuevo rol de pacificador global una vez reelegido en un tercer mandato, y habiendo dejado atrás la política de Covid cero. Sin que China pretenda tomar posición en el conflicto, las sanciones internacionales contra Rusia dejan a su socio, un año después, más cerca de la esfera del gigante asiático, y a su economía mucho más dependiente de las importaciones chinas. De ahí, que la reciente propuesta de diplomacia global de China englobe una componente tanto estratégica como táctica, además de tener un importante efecto geopolítico en la región.

El interés de China por Ucrania tiene un enfoque estratégico y bastante menos comercial. No se trata de una relación comercial intensa, ya que el país no figura entre las diez principales economías suministradoras del gigante asiático, ocupando los primeros puestos las principales potencias de Asia Pacífico. En esta clasificación si figura, sin embargo, Rusia, con quien China ha incrementado significativamente su relación comercial en este último año, pasando de ocupar el décimo puesto en la clasificación de principales suministradores en 2021, a la sexta posición apenas un año después.

En el plano estratégico, sin embargo, el papel de China en Ucrania tiene varias derivadas. En primer lugar, le permite al gigante asiático posicionarse como pacificador en su papel de mediador global. El objetivo para China es ser percibido como el jugador externo decisivo que logra lo que Estados Unidos no puede, como en el caso del restablecimiento de lazos diplomáticos entre Irán y Arabia Saudita, consiguiendo que iraníes y saudíes vuelvan al menos a hablar de nuevo.

La intermediación de China en el acuerdo entre Irán y Arabia Saudita es una prueba de lo ambiciosa que puede llegar a ser su iniciativa para Ucrania. Aunque los beneficios puede que no sean tan tangibles, ya que en el acuerdo entre Irán y Arabia Saudita conlleva obtener precios del petróleo más estables, en el caso de Ucrania sería una ganancia más simbólica, ya que supondría recuperar su imagen en el exterior tras abandonar la política de Covid cero.

En segundo lugar, el papel de mediador de China le permite presentarse en su nuevo papel de pacificador global a la gran audiencia que forma el grupo de países del Sur Global, compuesto por África, Asia, Oceanía y América Latina, que a menudo suele quedar fuera del radar de Estados Unidos y sus aliados. Un grupo que reúne a muchos de los países que se abstuvieron en la resolución de condena aprobada en la Asamblea General de las Naciones Unidas al inicio de la invasión. En este sentido, las recientes iniciativas de paz de China le permitirían al gigante asiático posicionarse en su papel de pacificador ante unos países que no están directamente involucrados en conflictos en Europa o en Oriente Medio, y que tienen una importante vinculación diplomática y comercial con China.

Estas iniciativas de paz le permiten a Xi tener un rol mayor en el mundo y son, asimismo, una respuesta táctica a la rivalidad con Estados Unidos, demostrando China que es un actor global. De tener la mediación un resultado positivo, podría considerarse un nuevo éxito para China haber conseguido acercar posturas. En caso contrario, de no resolverse el conflicto también sería un triunfo para China, ya que su mediación iría en detrimento del rol que hasta el momento ha venido desplegando Estados Unidos a nivel mundial.

En lo geopolítico, la visita del primer ministro japonés Fumio Kishida a Kiev ha puesto de manifiesto que la invasión de Rusia ha avivado la preocupación de que Japón podría no estar preparado para manejar una crisis en la región del Indo-Pacífico, de ahí que haya intensificado los encuentros e impulsado relaciones más estrechas con sus aliados. Es una señal para China de cómo se está balanceando el escenario geopolítico tras el efecto que ha generado la invasión de Ucrania y el fortalecimiento de las relaciones entre China y Rusia.

 

 

THE ASIAN DOOR: Dos sesiones y una nueva hoja de ruta. Águeda Parra

La reunión anual conocida como “dos sesiones” ha sentado las bases del nuevo modelo de desarrollo estratégico para China, combinando la confirmación de algunos puestos y el anuncio de otras posiciones políticas que no estaban tan definidas para terminar conformando el Consejo de Estado. Xi Jinping ya se aseguraba un tercer mandato sin precedentes durante el XX Congreso del Partido Comunista de China, que se celebra dos veces por década, concentrando un mayor poder no visto desde 1949. Se trataba, por tanto, de una mera formalidad. A este nombramiento se sumaba la designación de Li Qiang, anterior jefe de Shanghai, como primer ministro, confirmando la reorganización impulsada por Xi para abordar los retos de los próximos cinco años con un equipo más cohesionado.

La principal prioridad del nuevo gabinete será la revitalización de la economía y avanzar en la autosuficiencia tecnológica. Ambos retos de gran trascendencia. Por una parte, se trata de impulsar la recuperación de la economía, tras el largo letargo en la atracción de inversiones extranjeras, y de estimular la demanda de consumo golpeada por una prolongada política de Covid cero. Por otra parte, evitar que la creciente tensión geopolítica con Estados Unidos restrinja cada vez más las aspiraciones de China de alcanzar la autosuficiencia tecnológica está en el centro mismo de la nueva hoja de ruta.

Recuperar el crecimiento, la confianza de los mercados e incorporar de nuevo a las empresas privadas al desarrollo económico del país son las principales palancas sobre las que tendrá que actuar Li Qiang para conseguir alcanzar el crecimiento del 5% anunciado por el gobierno para 2023, respecto del 3% registrado en 2022. Se trata de una previsión menor que la esperada por la comunidad financiera, pero una cifra considerada conservadora para así poder volver a la práctica de realizar una estimación de crecimiento sin complicaciones para luego superar las previsiones. China trata así de no repetir lo sucedido en 2022 cuando, por primera vez, no consiguió alcanzar el crecimiento anunciado.

Como anterior gobernador de dos de las grandes potencias económicas del país, la provincia de Zhejiang y Fujian, la relación directa de Li Qiang con el mundo empresarial del sector privado le ha llevado a acoger la fábrica de Tesla, y a trabajar con el anterior coloso Alibaba Group. Esta experiencia adquirida para negociar con empresas privadas y extranjeras le será de gran utilidad para recuperar la confianza del sector privado chino y conseguir involucrar a los titanes tecnológicos en el nuevo modelo de crecimiento económico más centralizado.

La consolidación de un mayor poder de Xi Jinping en su tercer mandato podría conferirle a Li Qiang la confianza para abordar cambios en las políticas económicas del país que lleven a reforzar la autosuficiencia económica y tecnológica. De hecho, el cambio generacional que está adoptando el gabinete de gobierno, evolucionando hacia perfiles científicos y tecnológicos, que reemplazan a aquéllos que durante años han estado más centrados en las finanzas y la política monetaria, muestra el desafío que supone para China alcanzar la autosuficiencia económica y tecnológica en los próximos años.

Cuando las tensiones tecnológicas se intensifican entre Estados Unidos y China, el regreso de los titanes tecnológicos a la escena digital y de innovación del país parece, más que necesaria, una prioridad para así aprovechar la capacidad de desarrollo tecnológico que han demostrado en las dos últimas décadas, persiguiendo que su incorporación sirva de aliciente para recuperar el dinámico entorno internacional de inversiones anterior al Covid y a la presión regulatoria contra las tecnológicas.

De hecho, recuperar el estímulo de consumo de la población va a estar muy ligado a incrementar la demanda en el ámbito tecnológico, incentivando las grandes compras, como la adquisición de coches eléctricos y mayor interacción con las plataformas de compra online, aprovechado el auge de la exportación de e-commerce transfronterizo que creció un 11,7% en 2022, según fuentes oficiales. Para hacer esto posible, las inversiones estarán dirigidas a ampliar el desarrollo de infraestructuras 5G en las ciudades más pequeñas, a incrementar las estaciones de recarga y a potenciar el uso de la tecnología de intercambio de baterías, así como a fomentar el despliegue de centro de datos.

En definitiva, la recuperación de la credibilidad del nuevo equipo de gobierno tras los efectos generados por la política de Covid cero, y la incertidumbre por el ritmo de crecimiento económico, constituyen los grandes retos para 2023, y estarán en línea con el éxito que alcance Li Qiang en el despliegue del nuevo modelo estratégico de crecimiento.

 

 

THE ASIAN DOOR: Ucrania, game-changer del tablero geopolítico global. Águeda Parra

Cumplido un año desde la invasión de Ucrania, los cambios históricos se suceden en diferentes ámbitos, todos ellos estrechamente vinculados. El apoyo de los aliados de la OTAN, las sanciones impuestas por la Unión Europea, las votaciones de condena a la invasión rusa celebradas en la Asamblea de las Naciones Unidas, y la reestructuración del esquema energético global están generando el mayor cambio en el tablero geopolítico global de las últimas ocho décadas.

La Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido un eslabón más en los cambios históricos que están redefiniendo el tablero sobre el que se fundamentará la geopolítica mundial en las próximas décadas. La declaración de Rusia como amenaza para la Alianza Atlántica puso mayor énfasis en la defensa de la integridad territorial de Europa, mientras que el potencial de Ucrania como game-changer del tablero geopolítico global se ha apreciado en el cambio de definición de China en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, pasando a considerar además al gigante asiático como el mayor desafío estratégico para los próximos diez años. Un cambio que supone ampliar el prisma de interés de la Alianza hacia el Indo-Pacífico, poniendo énfasis en el protagonismo que están tomando las dinámicas geopolíticas y de seguridad en los últimos años en la región, y en el posicionamiento de India, China e Indonesia ante los cambios geopolíticos que está desencadenando la invasión de Ucrania.

Ucrania como game-changer de excepción del tablero geopolítico global ha propiciado la redefinición del esquema energético europeo, configurándose como resultado un nuevo modelo de abastecimiento del gas ruso hacia otros destinos con los que, implícitamente, se fortalecerán las alianzas económicas, comerciales, pero también geopolíticas. En este cambio de relaciones energéticas, India ha sido el país que más ha incrementado sus importaciones de recursos energéticos de Rusia, aprovechando el excedente que ha acumulado el país por las sanciones impuestas por la Unión Europea, y los grandes descuentos ofrecidos en la búsqueda de nuevos clientes. De ahí, que India se haya convertido en el principal destinatario de las exportaciones de gas y petróleo ruso, multiplicándose hasta por catorce durante 2022 respecto al año anterior.

Otro de los actores que ha tomado protagonismo en la redefinición del suministro energético ruso ha sido China, pasando a convertirse en el principal proveedor de petróleo y gas del gigante asiático, sobrepasando a Arabia Saudita. De ahí, que el presidente Xi Jinping haya comentado que la asociación energética sea la piedra angular en la cooperación entre los dos países. A pesar de la acelerada reordenación del suministro energético ruso hacia otros destinos, y la reducción del precio para facilitar que no se acumulara excedente tras disminuir el suministro a Europa, Rusia ha incrementado sus ingresos de petróleo y gas un 28% respecto a antes de la guerra.

Las restricciones por la política de Covid cero impuestas por China han mantenido a la economía china en una latencia sostenida durante todo el 2022, registrando el país asiático el menor crecimiento económico en 40 años, de ahí que la demanda de recursos energéticos del exterior haya sido moderada. No obstante, las exportaciones de petróleo ruso a China se han incrementado un 10%, y un 32% en Gas Natural Licuado durante los primeros 10 meses de 2022, según fuentes oficiales rusas. Es previsible que se siga manteniendo el suministro en esos niveles, o que incluso se incremente, principalmente a través del Ártico, por donde fluye el suministro hacia Asia.

Entre los efectos de la geopolítica de la energía, la guerra en Ucrania ha tenido además un factor dinamizador de la descarbonización de Europa, estimado entre cinco y diez años, aunque seguirá siendo necesaria una mayor expansión de la capacidad eólica marina y solar para cumplir con los objetivos climáticos. Sin embargo, el amplio dominio de China en el suministro de materiales para tecnologías verdes cambia el eje de dependencia energética de Rusia hacia China, ya que el gigante asiático actualmente domina el 70% de la producción solar.

De nuevo, la encrucijada de la dependencia energética vuelve a escena para convertirse en elemento central del esquema de seguridad energética global y, por ende, del tablero geopolítico mundial. De ahí que resulte esencial un mayor enfoque estratégico por parte de la Unión Europea para avanzar hacia la autosuficiencia energética, sin que el dominio tecnológico de China, ni las políticas proteccionistas de Estados Unidos condicionen una transición energética, adquiriendo nuevas competencias tecnológicas que le permitan posicionarse como actor relevante en el esquema energético global, y por ende, en el tablero geopolítico mundial.

 

THE ASIAN DOOR: Panamá, puente entre Oriente y Occidente. Águeda Parra

Mientras la redefinición del modelo de globalización da sus primeros pasos y las cadenas de suministro comienzan a adaptarse a las estrategias de onshoring y nearshoring que están poniendo en marcha las grandes economías, la relevancia de los pasos geoestratégicos del comercio mundial sigue siendo un valor clave y al alza. En el nuevo esquema de flujos de transporte marítimo resultante, el Canal de Panamá seguirá desempeñando un papel estratégico conectando Oriente con Occidente, intensificándose su protagonismo a medida que Estados Unidos recupere capacidad productiva local, siendo el istmo de Panamá su vía de salida a los países del Pacífico y Europa.

Por el Canal de Panamá confluyen 180 rutas marítimas que conectan 1.920 puertos en 170 países, lo que supone que por este paso transita el 6% del comercio global, principalmente orientado a facilitar la ruta marítima entre Estados Unidos y Asia, una de las más concurridas del mundo. Tal es el valor estratégico del canal para la primera potencia del mundo que hasta dos terceras partes de la carga transportada a través de la vía interoceánica se produce con origen o destino en un puerto estadounidense, convirtiéndose en el principal usuario del canal. La conexión con Asia, pero también los flujos de comercio que unen ambas costas de Estados Unidos, y la que conecta la costa Este con la costa Oeste de Sudamérica y Centroamérica son las rutas que concentran la mayor parte del tráfico que pasa por el canal, hasta alcanzar los 13.342 tránsitos durante 2021.

En esta conexión entre Oriente y Occidente, China, Japón y Corea del Sur se posicionan como los mayores usuarios del canal por detrás de Estados Unidos. Aunque para los países asiáticos el Estrecho de Malaca y el Canal de Suez son las principales vías de conexión con el comercio mundial, sin necesidad de pasar por esclusas, el Canal de Panamá es la vía que les permite conectar directamente con el amplio mercado norteamericano.

De hecho, la apuesta por promover la inversión en renovables lanzada por la administración Biden, con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), y la nueva política que busca incentivar la producción local en materia de semiconductores, con la Ley CHIPS y Ciencia, incrementarán progresivamente la capacidad de manufactura de Estados Unidos en los próximos años, poniendo mayor presión al tránsito de barcos por el Canal de Panamá. Al tradicional flujo de buques cargados con soja, maíz y todo tipo de grano que parte de la costa Este de Estados Unidos, y que tiene su destino en los mercados de China, Japón y Perú, se suma actualmente el comercio de gas natural licuado (GNL) y de gas licuado de petróleo (GLP), que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Hasta el 49% de las exportaciones de GLP de Estados Unidos transitaron por el Canal de Panamá, principalmente hacia los mercados de Corea del Sur y Japón.

A su relevancia como enclave estratégico del comercio mundial, el Canal de Panamá suma además un valor medioambiental muy significativo. Esta vía supone un importante impulso para el desempeño ambiental del transporte marítimo, dando un aporte de sostenibilidad al comercio mundial. El tránsito por Panamá no solamente supone una reducción de tiempo de transporte al evitar la larga travesía que supondría atravesar el Estrecho de Magallanes, sino que el paso por la ruta verde del canal supone reducir de forma significativa la huella de carbono de petroleros, gaseros y de grandes buques. Trasladado a cifras, el paso por Panamá supuso un ahorro total de 16 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2021, hasta 3 millones más que el año anterior, equivalentes a las emisiones anuales que producirían 3,2 millones de vehículos.

En el ámbito geopolítico, la ruptura del vínculo histórico de reconocimiento de Taiwán, pasando Panamá a establecer relaciones con China en 2016, ha intensificado la diplomacia y presencia del gigante asiático en la región en los últimos años, principalmente con proyectos englobados bajo la nueva Ruta de la Seda, siendo el primer país de América Latina en adherirse a la iniciativa china en 2017. La gestión por parte de China de dos puertos en la zona, uno a cada lado del istmo, mantiene un punto de tensión en las relaciones entre Estados Unidos y China, adicional al actual entorno de rivalidad tecnológica, que podría intensificarse a medida que se incrementen los tránsitos por el canal como resultado de una mayor capacidad productiva estadounidense.

 

 

THE ASIAN DOOR: China y el milagro de la natalidad. Águeda Parra

El anuncio de que la población china descendió en unas 850.000 personas en 2022, alcanzando los 1.412 millones de habitantes, supone la mayor caída registrada desde 1961, el último año del Gran Salto Adelante que supuso un período de prolongada escasez y que representó la Gran Hambruna China. Una noticia que se conoce con el anuncio de que el gigante asiático ha registrado un crecimiento económico del 3% del PIB, el segundo más lento desde la década de 1970. Cifras récord en mínimos en dos de las palancas sobre las que China ha venido construyendo su milagro de crecimiento económico durante las últimas cuatro décadas.

La tendencia que se venía observando de un ritmo de crecimiento de la natalidad más atenuado a pesar de eliminarse la restricción del segundo hijo en 2016, y de permitirse incluso tener un tercero desde 2021, levantaba todas las alertas respecto a la capacidad de China de mantener una fuerza laboral suficiente capaz de abordar los desafíos de las próximas décadas con una población envejecida. Al escaso éxito de los incentivos a la natalidad promovidos por el gobierno durante los primeros años tras la restricción del hijo único se ha unido más recientemente el efecto de la pandemia, los confinamientos, el bajo crecimiento de la economía y los cada vez más elevados costes de vida y educación, que han terminado por frenar el interés de muchas parejas por tener un segundo hijo y, entre los más jóvenes, de ni siquiera formar una familia.

El punto de inflexión que suponen los datos de 2022 podrían ser el inicio de un largo período de hundimiento de las cifras en los próximos años, principalmente durante 2023 tras el levantamiento de las restricciones de Covid cero. Con estos nuevos datos, las Naciones Unidas estiman que la población de China caerá 109 millones para 2050, más del triple del pronóstico realizado en 2019.

En este escenario, la tensión sobre la caída de la fuerza laboral se acentúa propiciada por un número menor de empleados en las fábricas, suponiendo uno de los mayores desafíos para el gigante asiático que tendría impacto directo sobre la economía global, principalmente en aquellos países que mantienen una mayor dependencia de las importaciones de productos chinos. A nivel interno, los efectos de una menor población se verían en la reducción del gasto, generando una menor demanda de vivienda, que tensionaría aún más el sector, y también del consumo, lo que impactaría sobre aquellas empresas internacionales del sector servicios con intereses en el país.

En la medida en que la volatilidad de la economía china no es un buen síntoma a nivel global, la recuperación de la senda prevista de crecimiento económico del 5% en 2023 sería uno de los mejores síntomas de estabilización. Una forma de revertir el gran temor de que China se hiciera vieja antes de hacerse rica, pudiendo esquivar la trampa de los ingresos medios y convertirse en una potencia avanzada en los próximos años.

Con anterioridad a la pandemia, el XIV Plan Quinquenal ya contemplaba un amplio conjunto de reformas en 2021 ante el progresivo cambio demográfico. Siendo la percepción en aquellos momentos que las medidas para incentivar la natalidad llegaban tarde, el efecto de la pandemia ha incrementado la reducción de la tasa de natalidad a 6,77 nacimientos por cada 1.000 personas, frente a los 7,52 nacimientos en 2021, el dato más bajo desde que comenzaran los registros en 1949. Es decir, 9,56 millones de nacimientos en 2022 frente a los 10,62 registrados un año antes.

Cuando algunos estudios predicen que el principal fondo de pensiones del país podría agotarse en 2035, el debate para elevar la edad de jubilación volvería a activarse, una medida siempre impopular. Por tanto, hasta que las políticas para incentivar la natalidad iniciadas por algunas provincias comiencen a dar resultados, las reformas deberían ir encaminadas a aumentar la productividad, acelerar la robotización y digitalización para así poder frenar la escasez de mano de obra.