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THE ASIAN DOOR: La geopolítica de la tecnología corteja a Vietnam. Águeda Parra

Convertirse en el único país que recibe el mismo año a los dirigentes de las dos principales potencias del mundo sitúa a Vietnam, indudablemente, en el grupo de economías estratégicas para los objetivos tanto de Washington como de Pekín. Convergen en ambos casos los intereses de seguridad y defensa en el Indo-Pacífico, con especial foco en Taiwán, el impacto del nearshoring en las cadenas de suministro globales y el papel de Vietnam en las reservas mundiales de tierras raras, En definitiva, el diseño de un nuevo modelo de globalización y de equilibrio de poder global en la gobernanza mundial en el que Vietnam tendrá una participación destacada.

La visita de Biden ha consolidado la transformación de las relaciones entre Estados Unidos y Vietnam en la última década, mientras que el reciente viaje de Xi, apenas tres meses después del presidente norteamericano, constata la urgencia de Pekín por actualizar los términos de su relación con el país vecino tras seis años desde su último viaje, siendo la cuarta visita al extranjero de Xi en 2023 tras Rusia, Sudáfrica y Estados Unidos. Ambos países comparten ideología, y hasta el momento es el principal socio comercial y de inversión de Vietnam, pero el escenario de rivalidad de China con Estados Unidos está propiciando una geopolítica en transición en la región, a lo que se suma el impacto geoestratégico que tiene el volumen de reservas de tierras raras que alberga Vietnam, las segundas mayores del mundo por detrás de China.

La proactividad de Vietnam para reforzar sus vínculos con varios de los principales actores globales ha tenido a Estados Unidos como principal exponente de su renovada política exterior, elevando la relación con Washington a la de asociación estratégica integral durante la visita de Biden en septiembre, situándose al mismo nivel que la que mantiene con China, además de con Rusia, India y Corea del Sur. En esta histórica visita, Washington y Hanoi acordaban reforzar sus vínculos de cooperación militar, económicos y tecnológicos, principalmente en la producción de semiconductores.

El mismo paso se producía en noviembre con el viaje del presidente de Vietnam Vo Van Thuong a Japón, elevando la relación a asociación estratégica integral durante la visita en la que se conmemoraban los 50 años de relaciones bilaterales. y en la que además se anunciaba un refuerzo de la colaboración en temas de seguridad en el Mar del Sur de China. Una activa redefinición de la política exterior de Vietnam que sumará próximamente a Australia a la lista de países con los que mantiene una asociación estratégica integral.

La visita de Xi a Hanoi se produce, por tanto, tras reforzar Vietnam la denominada diplomacia de enfoque omnidireccional, con la que Hanoi despliega mayores vínculos económicos y de apoyo en cuestiones de seguridad ante el creciente escenario de rivalidad entre Estados Unidos y China, mientras sigue manteniendo la relación con el gigante asiático en una posición preferente. De ahí el paso dado por Vietnam de apoyar en esta ocasión la iniciativa china de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad, que difiere en la traducción de la versión original que hace referencia a una comunidad de destino común, ahondando así en una política de garantía con China que prioriza la relación con Pekín sin renunciar a mejorar las relaciones con otros países.

Con el propósito de reforzar sus vínculos, la visita de Xi se cerró con la firma de 36 acuerdos de colaboración, de los 45 originalmente propuestos. Una posición cauta por parte de Vietnam que espera mejorar las comunicaciones férreas que unen ambos países, pero que mantendrá las estrictas reglas de exportación de tierras raras mientras busca desarrollar su propia tecnología de procesado. Una muestra de la estrategia seguida por Vietnam de priorizar los intereses nacionales frente a los proyectos estratégicos.

 

 

THE ASIAN DOOR: La COP28 inaugura la financiación climática. Águeda Parra.

Cada una de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático deberían ser en sí mismas históricas, pero solamente algunas terminan marcando un salto diferencial en la ambición de mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC con respecto a la etapa preindustrial, siendo el objetivo más ambicioso limitarlo a 1,5ºC. Y la COP28, celebrada en Emiratos Árabes Unidos (EAU), va a formar parte de esas consideradas como históricas al haberse alcanzado, ya el primer día del encuentro, el acuerdo de apoyar a los países en desarrollo afectados por el cambio climático.

El compromiso de abordar una financiación climática por parte de los países más industrializados ha venido siendo una de las grandes aspiraciones de anteriores ediciones que ahora se materializa. Tras tres décadas de presionar a los países más industrializados por una compensación a los países en desarrollo, la COP28 abre paso a una mayor concienciación en materia de financiamiento climático, aunque sea por el momento con recursos ya contemplados en presupuestos en curso. Tampoco el importe será elevado, y queda lejos del billón de dólares que se estima necesario para abordar el proceso de mitigación y adaptación climática, pero aún así se puede considerar como uno de los mejores inicios de una COP.

En total, el fondo que albergará el Banco Mundial, y que podría estar disponible este mismo año, alcanzará los 549 millones de dólares con las contribuciones de EAU y Alemania, cada uno aportando 100 millones de dólares, Reino Unido se sumará con 76 millones de dólares, Japón alcanzará los 10 millones de dólares, en línea con los 17,5 millones de dólares de Estados Unidos, que sorprenden por su escaso volumen, mientras la Unión Europea contribuirá con 235 millones de dólares. Una aportación que debería considerarse como el impulso inicial del que se beneficiarán los países en desarrollo “particularmente vulnerables”, a la espera de que se defina el ámbito del término, y que por su volumen apenas refleja el coste de entre 280 y 580 millones de dólares que necesitan los países en desarrollo para combatir el cambio climático hasta 2030.

Se inicia, por tanto, el proceso de compensación por unas emisiones acumuladas que sitúan a Estados Unidos como el responsable del 25% del total, hasta el 22% alcanza el conjunto de los 27 miembros de la Unión Europea y el Reino Unido, quedando en tercer lugar China con casi un 15% de las contribuciones históricas. Todo el continente africano apenas representa en esta clasificación el 3% del total de emisiones acumuladas. El ajuste de carbono per cápita es otra de las dimensiones del impacto climático histórico, siendo las emisiones de Estados Unidos ocho veces superiores a las de China, y 25 veces las de India. En la actualidad ese desequilibrio se mantiene, siendo las emisiones per cápita de Estados Unidos casi el doble de las de China, y casi 8 veces más las de India en 2021, según Global Carbon Budget. De ahí que haya sorprendido el escaso volumen de financiación climática anunciado por Washington.

Se trata, por tanto, de avanzar en el proceso de financiación climática para compensar las desigualdades históricas aspirando a que otros países se sumen, entre ellos China. Pero también mirando hacia Oriente Medio, que no sólo es la región que alberga la COP, sino donde se sitúan los tres países más contaminantes per cápita, Qatar, Baréin y Kuwait, según Global Carbon Budget.

En esta nueva etapa que comienza, tan importante o más sería que los países con capacidad de manufactura de tecnologías verdes incorporaran a los países en desarrollo en su huella de despliegue en condiciones preferentes. El objetivo no debería ser únicamente buscar equilibrar las aportaciones de contaminación producidas por los procesos de industrialización durante décadas, sino empezar una nueva etapa donde las tecnologías verdes se conviertan en el verdadero impulso de los cambios socioeconómicos que deben afrontar los países en desarrollo.

THE ASIAN DOOR: Biden y Xi, un alto en el camino. Águeda Parra

El encuentro entre Biden y Xi en una reunión paralela a la Cumbre de la APEC pone fin a la falta de comunicación a alto nivel que ha existido entre las dos grandes potencias mundiales desde hace justamente un año cuando coincidieron en la Cumbre del G20 en Bali. Las tensas relaciones que han protagonizado este tiempo se dan una oportunidad para recuperar la confianza en un encuentro en el que ambas partes han buscado conseguir réditos que puedan vender a su audiencia nacional. Es decir, se trata más de un alto en el camino en las relaciones bilaterales que de un encuentro decisivo.

El escenario de gestión de la tensión sigue siendo el esquema base sobre el que se están construyendo las relaciones bilaterales para la próxima década ya que existen cuestiones estratégicas sobre las que no se ha avanzado durante la reunión, como es el caso de Taiwán, el Mar del Sur de China y la política de semiconductores impulsada por Estados Unidos. Por tanto, otras cuestiones, quizás menos geopolíticas y más de promoción política, son las que han protagonizado un encuentro que finalmente se ha producido en el momento justo en el que ambas partes han considerado que les podría resultar beneficioso.

Ser “duro con China” se ha convertido en requisito presidencial para los candidatos a la Casa Blanca, en línea con el tono reflejado en una encuesta en la que el 50% de los estadounidenses considera a China como la mayor amenaza para los intereses vitales de su país, creciendo esta proporción hasta el 63% en el caso de los republicanos, mientras alcanza el 40% en el caso de los demócratas, según Pew Research Center.

A pesar de no tratarse de una cumbre bilateral, el encuentro ha reportado algunos réditos importantes para cada parte. La lucha contra el fentanilo, del que China es exportador de productos relacionados para la producción que realizan los cárteles mexicanos, es, sin duda, el gran logro para una administración necesitada de medidas que pongan freno al mayor desafío sanitario que está afrontando Estados Unidos, causante de un tercio de las muertes de los jóvenes entre 25 y 34 años.

La recuperación de la “comunicación directa, abierta y clara” con China es otro de los puntos en la agenda estadounidense sobre la que Biden ha conseguido avanzar. Como parte de este restablecimiento, la comunicación a nivel militar era una de las grandes prioridades, interrumpida desde que la presidenta del Congreso de los Estados Unidos Nancy Pelosi visitara Taiwán en agosto de 2022.

El presidente Xi Jinping, por su parte, lograba retirar de la lista negra del Departamento de Comercio a un organismo gubernamental, mientras la reunión con Biden pretendía además recuperar la confianza sobre la economía china entre los empresarios asistentes a la cena, a la vez que buscaba retrasar la imposición de nuevos controles a la exportación que dificulten la recuperación económica de China. Los acuerdos climáticos entre las dos potencias más contaminantes del mundo, y el interés compartido de abordar los riesgos que supone la utilización de la inteligencia artificial en las armas nucleares han sido, asimismo, parte de un encuentro carente de grandes acuerdos.

El intenso calendario electoral de 2024 comenzará con elecciones en Taiwán, a la vez que se inicia la carrera por la presidencia a la Casa Blanca. De ahí, que este alto en el camino en las relaciones entre Estados Unidos y China podría favorecer que se abriera una ventana de oportunidad para evitar un deterioro en las relaciones bilaterales que pudiera conducir a una crisis o conflicto por falta de comunicación.

No obstante, mientras ambas potencias mantienen su particular carrera por el tiempo en la búsqueda de una mayor autonomía estratégica, la referencia de Biden a Xi como “dictador” tras el encuentro podría reducir esa ventana de oportunidad que ha propiciado este alto en el camino. Una situación que la diplomacia del panda podría terminar por confirmar a pesar del anuncio del presidente Xi de que los pandas, el símbolo de amistad entre China con otros países, alargarían su estancia en California tras la finalización del período de préstamo que expira el próximo año.

THE ASIAN DOOR: Israel y China, visiones sobre Oriente Medio. Águeda Parra

Israel, como país a la rivera del Mediterráneo, ha despertado el interés de la nueva Ruta de la Seda por ampliar su red de conectividad exterior hacia Europa. La inversión en el puerto de contenedores de Haifa en septiembre de 2021, con capacidad para albergar 1.000 barcos, y con una concesión de 25 años a favor del Grupo Shanghai International Port, permitía incorporar a Israel al conjunto de las inversiones bajo el esquema de la iniciativa china en la parte occidental de Oriente Medio, región esencial en la agenda estratégica de la nueva Ruta de la Seda en la segunda década.

La opción de consolidar el posicionamiento de China en el puerto de Haifa, uno de los principales hub comerciales del Mediterráneo, se evaporaba apenas un año después cuando Israel vendía el 70% del puerto a la empresa india Adani Ports, mientras el 30% restante se quedaba en manos de la multimillonaria empresa local de químicos y logística Gadot por 1.180 millones de dólares en julio de 2022 tras dos años de un largo proceso de privatización. La alianza de Israel con Estados Unidos, y la cercanía de la base principal de submarinos de Israel a las instalaciones de Haifa, además de la navegación por estas aguas de la Sexta Flota de Estados Unidos, desaconsejaba la vinculación marítima con China. No obstante, la presencia del gigante asiático ha seguido fortaleciéndose en la zona a través de las inversiones realizadas en Arabia Saudí, Egipto y Omán, aprovechando el vacío dejado en Oriente Medio por Estados Unidos tras su salida de Afganistán.

Pero más allá de potenciar la diplomacia del gasto en infraestructuras, con lo que Israel se convertía en el mayor receptor de inversión extranjera directa de China en la región entre 2015 y 2018, la relación comercial también se ha ido consolidando en los últimos años. El incremento de los flujos de comercio propiciaba que China desplazara a Estados Unidos como principal socio comercial en 2021, una importante base sobre la que seguir creciendo a través del acuerdo de libre comercio que se estaba negociando desde 2016, y donde los avances alcanzando en marzo de 2023 hacían pensar que se firmaría a finales de año de no haber sido por el estallido de la guerra entre Israel y Gaza.

Estos últimos años se han intensificado las relaciones entre China e Israel también en el entorno digital y de innovación, principalmente prestando atención al potencial de las startups tecnológicas del país. Pero las finanzas también han sido foco de interés en las relaciones bilaterales, ya que Israel se convertía en uno de los primeros países en incorporar el yuan a sus reservas en abril de 2022, reduciendo el volumen en dólares y euros, un movimiento considerado como el de mayor cambio en la política del Banco Central de Israel en una década.

Pero más allá de la diplomacia de las infraestructuras y la geopolítica de la tecnología, el interés de China por estar más presente en los asuntos internacionales ha llevado al gigante asiático a ejercer un papel de mediador en la región, potenciando su rol de actor global también en Oriente Medio. La mediación entre Irán y Arabia Saudí en marzo de 2023 ponía sobre la mesa la posibilidad de iniciar una ronda de conversaciones de paz entre Israel y Palestina.

En este rol de líder diplomático de los países en desarrollo, China intensifica la rivalidad con Estados Unidos haciendo converger la influencia económica con su creciente peso político. De esta forma, el interés de negocio se une al interés de alineamiento geoestratégico con el mundo árabe buscando un mayor equilibrio de poder a través del despliegue de diplomacia con los países del Sur Global. Estos vínculos no evitan, sin embargo, las críticas a Israel en su forma de afrontar el conflicto y el apoyo a Palestina, con quien China estableció una relación estratégica en junio de 2023, y con quien mantiene relaciones desde la década de 1960, mientras que con Israel no se formalizarían hasta 1992.

El escepticismo de Israel en la mediación de China surge, por tanto, de considerar que su propia visión que enfatiza el origen del estallido del conflicto se contrapone con la perspectiva de China que remarca el camino para resolverlo. No obstante, sin que todavía se hayan producido avances que anticipen la resolución del conflicto, las naciones árabes cuentan ahora con otra gran potencia que se interesa por la región.

 

 

THE THE ASIAN DOOR: Qué esperar de la nueva Ruta de la Seda en una década. Águeda Parra

La nueva Ruta de la Seda toma impulso para iniciar una segunda década donde la principal novedad será el cambio de prioridades, aunque bajo la misma base geoestratégica. La experiencia adquirida en este tiempo servirá, por tanto, como herramienta para priorizar proyectos, así como para no repetir episodios que han marcado, en cierta medida, estos diez años.

Se buscan proyectos de menor tamaño, más sostenibles, y más ajustados a la capacidad económica de los países receptores para así evitar nuevos escenarios de trampa de deuda como el asociado a Sri Lanka, y del que China representa hasta el 21% de la deuda total del país, unos 8.500 millones de dólares. De hecho, el gasto para rescatar a 22 países en desarrollo que estaban afrontando dificultades para pagar los préstamos relacionados con la iniciativa habría alcanzado los 240.000 millones de dólares, según un reciente estudio.

Sin llegar a la situación de Sri Lanka, el que otrora fuera el buque insignia de la iniciativa, el Corredor Económico China-Pakistán, y sobre el que estaba prevista una inversión de 62.000 millones de dólares, está perdiendo el foco de interés por la preocupación que supone la inestabilidad política en el país y la inseguridad de los trabajadores chinos. Como uno de los socios geopolíticos destacados de la región, los proyectos en Pakistán acumulan hasta 25.000 millones de dólares de inversión, aunque los nuevos desarrollos dependerán en gran medida de quién termine asumiendo el poder en Islamabad a finales de enero de 2024.

Ante esta década que comienza, China ha presentado la agenda estratégica de la iniciativa bajo el marco del tercer Foro de la nueva Ruta de la Seda que ha congregado a 4.000 representantes de más de 130 países. El número de jefes de Estado y de gobierno asistentes ha disminuido en este tercer encuentro que conmemoraba el décimo aniversario de la iniciativa. Finalmente, 23 han sido los asistentes de alto nivel frente a los 29 del primer foro en 2017, y los 37 del segundo foro en 2019, una importante reducción asociada a que la asistencia de Putin que ha reducido la presencia europea a únicamente el presidente de Hungría, sin que con ello se haya visto mermado el impacto geopolítico global del encuentro.

En este tercer foro se confirmaba la ausencia de Italia, único miembro del G7 hasta ahora miembro de la iniciativa, y que probablemente confirme su retirada formal de la iniciativa en los próximos meses, no renovando el acuerdo que expira en marzo de 2024. Otros socios, sin embargo, como los dirigentes de Chile, Etiopía, Hungría, Kazajistán, Kenia, Papúa Nueva Guinea y Rusia han visto reforzados sus vínculos con sesiones paralelas al foro, mientras, de forma general, en los próximos meses comenzará la renovación de la mayoría de los memorandos de entendimiento (MoU) que oficializan la adhesión a la nueva Ruta de la Seda en ciclos de cinco años.

En esta nueva década que comienza, el gasto en infraestructuras irá dejando paso a proyectos en energías verdes, principalmente en tecnología solar y eólica, mientras las inversiones en tecnología y conectividad digital serán también parte de las principales prioridades de la iniciativa. Otros ejes estratégicos de actuación se centrarán en la cooperación en el desarrollo de la inteligencia artificial y el establecimiento de estándares, apoyando así la transformación de los socios de la iniciativa en su proceso de transición energética y digital.

En un escenario de intensa competencia entre Estados Unidos y China, la iniciativa se ha consolidado como una importante palanca de despliegue de la influencia de China a nivel global. La nueva Ruta de la Seda seguirá siendo, por tanto, una de las herramientas estratégicas de política exterior más emblemáticas para fortalecer los vínculos con el Sur Global durante la próxima década. Mientras tanto, las iniciativas lanzadas por Estados Unidos y Europa no terminan de consolidarse como contrapeso a una iniciativa que ya ha desplegado un billón de dólares de influencia.

 

 

THE ASIAN DOOR: Alianzas reforzadas en el Pacífico Sur. Águeda Parra

El Pacífico recupera enteros en la estrategia geopolítica de Estados Unidos tras estar ausente del foco de Washington desde el final de la Guerra Fría. Espacio de tiempo que China ha aprovechado para posicionarse en la región como actor relevante, tanto en lo económico y comercial, pero también en el ámbito de la defensa y seguridad. La búsqueda de equilibrio en el juego de poder global tiene en el Pacífico un capítulo especial en la rivalidad que mantienen Estados Unidos y China, y la segunda cumbre en dos años del Foro entre Estados Unidos y las Islas del Pacífico pone de manifiesto la creciente sensibilidad de Washington hacia una región por la que compiten las dos potencias.

Tras años de no compartir los mismos intereses en sus respectivas agendas estratégicas, los países insulares del Pacífico han encontrado puntos de cooperación con Estados Unidos en el ámbito del crecimiento económico, pero, sobre todo, en uno de sus principales retos que afronta la región, el cambio climático y el impulso del desarrollo sostenible. Puntos en los que Pekín ha venido fortaleciendo su relación con la región aprovechando el hueco dejado por Washington en las últimas décadas. En este tiempo, la creciente cooperación con China ha propiciado que el comercio con el gigante asiático alcanzara los 5.300 millones de dólares en 2021, respecto a los 153 millones de dólares que apenas representaba en 1992.

La acuciante necesidad de desarrollo de infraestructuras concentra, asimismo, una parte importante de la agenda estratégica de la región. No obstante, el despliegue de la influencia china ha avanzado también hasta el ámbito de la defensa y seguridad, siendo el acuerdo alcanzado con las Islas Salomón en 2022 el máximo exponente de esta reciente asociación estratégica entre China y una de las naciones del Pacífico Sur. Acuerdo que en julio de 2023 se ampliaba tras la visita del presidente Manesseh Sogavare para firmar un plan de cooperación policial de dos años. Las Islas Salomón se convertían así en el verdadero vórtice que situaba el eje de la geopolítica global en el Pacífico, dando Pekín respuesta con este movimiento a la alianza trilateral militar AUKUS creada por Australia, Estados Unidos y Reino Unido a finales de 2021.

Tras el compromiso de aumentar la presencia estadounidense en el Pacífico Sur, Washington reabría la embajada en las islas Salomón tras 30 años de ausencia, además de abrir una nueva embajada en Tonga, y a la que han seguido otras en las islas Cook y Niue justo antes de celebrarse la segunda cumbre a finales del pasado mes de septiembre. A la espera quedan las nuevas embajadas previstas en Vanuatu y Kiribati para principios del próximo año, buscando así contrarrestar la influencia militar y económica de China.

De hecho, la mayor presencia del gigante asiático en la región ha favorecido que en este tiempo las Islas Salomón abandonaran su reconocimiento a Taiwán, reduciéndose el número de países del Pacífico que lo mantienen. Una cuestión importante cuando en foros como las Naciones Unidas todos los países del Pacífico Sur tienen el mismo voto, lo que supone poder aportar apoyo a la visión estratégica de China no sólo en la región, sino a nivel global.

Tras los 810 millones de dólares en ayudas para la próxima década comprometidos por Washington para abordar los desafíos que plantea el cambio climático en las islas del Pacífico Sur, la segunda cumbre avanza en esta misma línea reforzando la asistencia y financiación para afrontar los desafíos del cambio climático y la mejora de las infraestructuras con una solicitud de la administración Biden al Congreso de los Estados Unidos de 200 millones de dólares. Un apoyo que beneficiará el desarrollo sostenible de la región mientras la coyuntura internacional mantiene el foco de interés militar y económico de China en la región.

 

 

THE ASIAN DOOR: Tierras raras, la compleja ambición europea. Águeda Parra

Nivelar el tablero geopolítico parece estar orientado a incorporar las sanciones como nuevo elemento en el juego de poder. La redistribución de las cadenas de suministro que buscan las políticas industriales de Estados Unidos, y la ambición de China de seguir ascendiendo en las cadenas de valor globales, presentan un campo de juego en el que las sanciones a la exportación de tecnología estadounidense a China se ven compensadas con el dominio del gigante asiático de los minerales críticos necesarios para impulsar el desarrollo y la innovación digital y energética.

La dependencia de China en el suministro de minerales críticos centra las estrategias de derisking tanto de Estados Unidos como de Europa, no sólo por seguridad nacional, sino como vía para que las empresas occidentales mitiguen las posibles vulnerabilidades que puedan acarrear las tensiones geopolíticas. En el caso de Estados Unidos, China es el origen de 26 de los 50 minerales que se han clasificado como críticos, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS en inglés). El caso de Europa no es menos halagüeño, ya que la Unión Europea depende al 100% de suministradores extranjeros en 14 de 27 materias primas críticas, mientras se eleva al 95% en el caso de otras tres materias primas críticas, según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW).

Después de las restricciones a la exportación impuestas por China al galio y al germanio desde el pasado 1 de agosto, el foco de la cadena de suministro está puesto en las tierras raras ante la posibilidad de que pudieran ser los siguientes en la lista de elementos geopolíticos utilizados para nivelar el campo de juego en la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China. En el caso de Estados Unidos, China ha sido el origen del 78% de las importaciones de tierras raras entre 2017 y 2020, según USGS. La dependencia de la Unión Europea (UE) es igualmente significativa, siendo del 100% en tierras raras pesadas y del 85% en el caso de las tierras raras ligeras. Unas cifras que comprometen enormemente la cadena de suministro y la producción tecnológica ante vulnerabilidades geopolíticas.

Pero no siempre ha sido así, ya que entre 1960 y 1980 Estados Unidos se posicionaba como el mayor productor mundial de tierras raras. La famosa frase de Deng Xiaoping de “Oriente Medio tiene petróleo, China tiene tierras raras” enmarca el período de tiempo en el que el gigante asiático comenzó a posicionarse en un mercado del que actualmente domina el 85% del procesado y más del 63% de la producción mundial de las tierras raras, disponiendo además del 37% de las reservas mundiales.

En el caso de la Unión Europea, los objetivos para reducir la dependencia de China presentan el ambicioso reto de posicionarse en toda una cadena de suministro en la que China goza de una ventaja de entre 15 y 20 años de expertise, tecnología e innovación, según los expertos, un tiempo algo extenso ante una transición energética inminente. En concreto, la UE aspira a abastecer hasta el 10% de la demanda europea con materias primas provenientes del territorio comunitario, desarrollar una industria de reciclaje para abastecer el 15% del suministro, y realizar hasta el 40% del procesado en Europa para 2030.

Un escenario complejo ante la creciente demanda que se espera de los minerales tecnológicos críticos en las próximas dos décadas y que debería situar el nearshoring europeo de las tierras raras como una de las principales prioridades de Europa para poder mantener ventajas competitivas tecnológicas, además de ser una necesidad para mantener la seguridad europea y el desarrollo económico.

Si, además, la UE contempla no depender en más del 65% de un único país dentro de una década, la priorización de la diversificación del suministro plantea, posiblemente, uno de los mayores retos geopolíticos comunitarios, atendiendo, entre otras variables, a los tiempos necesarios para alcanzar una producción efectiva. Echando la vista atrás a los cambios geopolíticos que se han sucedido desde que empezara la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018, los próximos 15 a 20 años necesarios para desarrollar la industria de materias primas críticas europea pueden estar asociados a múltiples cambios en el tablero geopolítico ante los que la Unión Europea debería ser menos vulnerable.

 

THE ASIAN DOOR: El desafío de nivelar el tablero geopolítico tecnológico. Águeda Parra

Tras un año en el que se han ido sucediendo las sanciones de exportación de tecnología estadounidense y las restricciones a la exportación de maquinaria para la fabricación de chips avanzados por parte de Japón y Países Bajos, la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China pasa a una nueva fase en la que China debe afrontar la ambición de convertirse en una potencia tecnológica desarrollando toda una industria con recursos propios. La presentación al mercado del nuevo Huawei Mate 60 Pro que incorpora un chip de 7nm marca un hito importante en la carrera tecnológica, aunque los desafíos todavía son numerosos.

Mientras Taiwán, Corea del Sur, y Japón conjuntamente con Estados Unidos están en la carrera por desarrollar los chips más avanzados hasta el momento de 2nm, el reto para China se centra principalmente en superar primero unas sanciones tecnológicas que le permitan alcanzar la barrera tecnológica de los 7nm para después seguir progresando con la fabricación de chips más avanzados. Cuando hace un año se adelantaba que la empresa china de semiconductores SMIC podría haber conseguido desarrollar con medios propios chips de 7nm, la ansiada autosuficiencia tecnológica parecía más cercana. No obstante, el anuncio del nuevo modelo de Huawei deja abierta la cuestión de si ha sido un desarrollo de SMIC o del propio fabricante de teléfonos chino, aunque el primer objetivo parece haberse alcanzado aún con el retraso tecnológico que aportan las sanciones internacionales a las ambiciones de China.

El siguiente objetivo será alcanzar capacidad de producción de escala al tener China vetado el acceso a la maquinaria para la fabricación de chips avanzados. Para ello es necesario una importante dosis de inversión. Es precisamente aquí donde se encuadra el nuevo fondo anunciado por el gobierno chino que aportará unos 41.100 millones de dólares para financiar inversiones en investigación y en fabricación de equipamiento de chips propios. Es el fondo de mayor cuantía que lanza el gobierno chino, y se suma a los otros similares lanzados en 2014, cuando todavía la tecnología no protagonizaba las tensiones geopolíticas, y en 2019, apenas recién iniciada la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Los nuevos chips de 7nm de producción nacional, y con velocidad equiparable a la del iPhone según el test de velocidad realizado sobre el nuevo smartphone de Huawei, muestra los avances del gobierno chino en desarrollar un ecosistema de chips nacional. Pero será necesario mayor inversión, ya que la cadena de suministro de los chips es larga, muy especializada y mejora constantemente, por lo que no seguir invirtiendo supondría para China retrasarse aún más en los cinco años que ya le separan de sus competidores.

Por el momento, China se beneficiará de que ASML, el fabricante holandés de las máquinas litográficas más avanzadas del mundo, ha anunciado que seguirá cumpliendo con los contratos con las empresas chinas hasta finales de año a pesar de que las restricciones a la exportación entraron en vigor el pasado 1 de septiembre. De ahí, que no será hasta 2024 que comiencen a discontinuarse las ventas de las máquinas litográficas DUV, que permiten fabricar chips de hasta 7nm y cuya importación se ha incrementado un 64,8% en el primer semestre de 2023. Las máquinas EUV más avanzadas, con capacidad para producir por debajo de los 7nm, ya estaban restringidas a la exportación a China desde 2020.

Los avances alcanzados por China en este último año plantean, por tanto, un punto de reflexión para Washington sobre la necesidad de revisar las sanciones en curso, pudiéndose incorporar nuevas medidas más adelante. Bajo este nuevo escenario, China también podría responder incorporando las tierras raras a las restricciones ya impuestas sobre el galio y el germanio desde el pasado mes de agosto, minerales tecnológicos imprescindibles para la fabricación de dispositivos electrónicos y equipamiento militar.

Todos estos movimientos en el tablero de sanciones geopolíticas no reducirán, sin embargo, la capacidad de equipamiento militar que China desarrolla y que incorpora chips menos sofisticados, de 28 nm o superior. De ahí, que la sucesión de sanciones podría no reducir las ambiciones tecnológicas militares de China, mientras, por el contrario, el gigante asiático seguirá manteniendo una posición de dominio sobre las materias primas críticas que haría cada vez más complejo el proceso de derisking de China.

THE ASIAN DOOR: Materias primas e innovación en la estrategia de derisking chino. Águeda Parra

Mientras China lleva años impulsando la innovación y el desarrollo como palanca para promover un crecimiento económico con fuerte componente tecnológica, las sanciones tecnológicas de Estados Unidos suponen para el gigante asiático alcanzar el objetivo de convertirse en una economía avanzada poniendo mayor énfasis en sus propios recursos. La estrategia de posicionarse como actor clave en la cadena de suministro, y liderar determinados sectores vinculados al desarrollo de la sostenibilidad, como los coches eléctricos, las baterías eléctricas y las energías renovables, va a resultar decisivo para mantener una senda de crecimiento económico cercana a las estimaciones previstas para este año.

A esta compleja redefinición del modelo de crecimiento se suma además el objetivo del gobierno chino de que sean las empresas estatales las que impulsen la innovación, buscando a la vez definir una estrategia en la que no se vean desplazadas las aspiraciones de las empresas privadas de los próximos desafíos después de haber protagonizado la vitalidad innovadora de las últimas dos décadas. Con independencia de cómo termine configurándose la estructura empresarial, el punto en común está en la apuesta por la innovación y el desarrollo científico.

En este camino hacia la autosuficiencia, China comienza a dar pasos significativos adelantando por primera vez a Estados Unidos en la proporción de artículos publicados en las principales revistas de ciencias naturales en 2022, según el último informe de Nature Index. A pesar de que pasar de los avances científicos a las capacidades tecnológicas lleva tiempo, las empresas que cotizan en China están impulsando una vitalidad innovadora que ha alcanzado los 228.000 millones de dólares en programas de I+D durante 2022. Una cifra que representa un aumento de 2,6 veces en los últimos cinco años y que va acompañada de algo más de 3 millones de investigadores, de los cuales más de 69.000 corresponden al equipo de I+D de BYD, líder mundial en ventas de coches eléctricos e híbridos enchufables en 2022.

Mientras el gobierno chino promueve este relevo, siguen siendo las empresas privadas, esta vez las vinculadas con la economía sostenible, las que lideran la innovación tecnológica en su sector. Nombres destacados de esta nueva fase, y que además se posicionan como lideres mundiales, son las empresas chinas CATL y BYD, competidoras entre sí en la fabricación de baterías eléctricas, y ambas promotoras de situar los minerales tecnológicos como elemento clave en la cadena de suministro.

Una estrategia empresarial muy vinculada a la innovación y con la que CATL ha irrumpido en la prestigiosa clasificación Fortune Global 500 en la que están representadas las principales empresas del mundo por ingresos, pasando directamente a ocupar el puesto 292. Anuncios como el lanzamiento de un nuevo modelo de batería de fosfato de hierro y litio (FLP) con autonomía de 400 kilómetros y carga de 10 minutos marcan un nuevo hito para impulsar la sostenibilidad y refuerza su liderazgo en el sector.

En esta nueva edición de la lista destaca el potencial de la economía sostenible, protagonizando BYD, ya presente en la anterior edición, el mayor ascenso, pasando del final de la lista a ocupar el puesto 212, adelantando 224 posiciones.

Ambas dos empresas chinas se caracterizan por tener un importante dominio de la cadena de suministro, ampliando sus líneas de negocio para incorporar también la extracción de los minerales que son claves en la transición energética. Los últimos acuerdos de CATL para explorar las reservas de litio de Bolivia, y de BYD en Chile, reflejan una orientación empresarial en la que liderar la cadena de suministro es el epicentro de su estrategia empresarial. Se diferencian así de otros competidores, pero, en general, de todo un sector de la sostenibilidad donde la vitalidad innovadora surge a través de nuevas startups pero sin que los minerales tecnológicos clave alcancen todavía un nivel estratégico en el proceso productivo y en la estrategia empresarial.

Y es que, liderar el mercado en términos de capacidad de producción y cuota de mercado está cada vez más ligado a apostar por un buen posicionamiento en la cadena de suministro. Y en este punto, incorporar el factor geopolítico asociado a la toma de decisiones se está convirtiendo en un valor estratégico al alza en una década en la que las sanciones tecnológicas por parte de Estados Unidos y las restricciones de determinadas materias primas por parte de China buscan equilibrar un entorno competitivo cada vez más complejo.

THE ASIAN DOOR: No todo es infraestructuras en la Ruta de la Seda. Águeda Parra.

La nueva Ruta de la Seda marca un hito especial y muy simbólico tras diez años desde su lanzamiento. En esta década, la iniciativa china no ha dejado de evolucionar, propiciando la adhesión de hasta 147 países y manteniendo un fuerte ritmo de inversión, alcanzando los 67.800 millones de dólares en 2022, en línea con el gasto de 68.700 millones de dólares del año anterior. Una década que ha permitido a la iniciativa pasar por múltiples etapas, afrontando un nuevo ciclo de clara transformación de los ámbitos de interés de inversión.

Para la nueva etapa, las prioridades están dirigidas a potenciar la construcción de una Ruta de la Seda verde, incorporando estándares medioambientales internacionales. La apuesta por las renovables, principalmente en el desarrollo de tecnología verde solar y eólica, está marcando la transición en el modelo de inversión. A pesar de que el carbón sigue estando muy presente en la iniciativa, la proporción de inversión verde ha pasado de representar un 5,6% en 2013 a suponer un 26,1% en 2022.

No obstante, la mayor transformación en el esquema de inversión se está produciendo en evolucionar la iniciativa más allá del gasto de infraestructuras, cuyos beneficios han supuesto un importante impulso de diplomacia china en todas las regiones. Comienza una nueva fase, por tanto, en la que la inversión en tecnología comienza a generar momemtum. De hecho, aunque el protagonismo histórico de proyectos en energía y transporte desde que se lanzara la iniciativa en 2013 se ha mantenido también durante 2022, representando el 36% y 18%, respectivamente, un nuevo sector comienza a acaparar paulatinamente mayor interés, y no es otro que la tecnología. Con una inversión que ya alcanza el 16% del total, unos 10.700 millones de dólares, los proyectos de baterías para coches eléctricos lanzados por CATL en Hungría son apenas un ejemplo de esta transformación de los sectores de interés de la nueva Ruta de la Seda, entornos hacia donde China busca seguir expandiendo su liderazgo global.

La dimensión alcanzada por la Franja y la Ruta en estos diez años, englobando al 75% de los países del mundo, ha favorecido que el gasto en infraestructuras haya propiciado, asimismo, una intensificación del comercio bilateral, pasando China a convertirse en muchos casos en el principal socio comercial de varios países, favoreciendo, por ende, los lazos bilaterales. Nuevos socios comerciales que han sido una nutrida base para que el gigante asiático haya expandido los estándares tecnológicos chinos en proyectos de transición energética y digital.

Frente al episodio de creciente preocupación de que el escenario de trampa de deuda de Sri Lanka pudiera extenderse a otros países, esta etapa también está asociada a afrontar grandes proyectos de infraestructuras de forma sostenible con la capacidad económica del país, como en el caso de Bangladesh. Centrando los proyectos en ámbitos de desarrollo muy específicos, Bangladesh ha conseguido impulsar de forma importante su economía, destacando la construcción del puente Padma Bridge, un proyecto que en sí mismo está asociado al aumento del 1% del PIB del país, además de contribuir a la reducción de la pobreza a nivel nacional en un 0,84%, según Centre for Policy Dialogue (CPD).

Por otra parte, la cooperación en el ámbito de seguridad con las islas Salomón han proporcionado, asimismo, un amplio despliegue de diplomacia china en el Pacífico, extendiendo la influencia de la nueva Ruta de la Seda más allá del desarrollo en infraestructuras. Un año después de firmar el acuerdo en seguridad, ambas partes han suscrito una asociación estratégica integral con el objetivo de impulsar las relaciones bilaterales. Un éxito de la diplomacia china en una región que vuelve a retomar el interés de Estados Unidos tras más de una década de ausencia en la agenda estratégica.

Se consolida así una década de la iniciativa del billón de dólares que ha generado para China una expansión sin precedentes en el ámbito regional, zona de referencia del gigante asiático, como también a nivel global. Tras diez años, el impulso de la transición energética y digital está promoviendo el despliegue de estándares chinos y el ascenso del gigante asiático en la cadena de valor, mientras el acelerado proceso de derisking que afrontan las grandes potencias innovadoras podría acelerar un desacoplamiento que propiciara bloques de influencia con el que China equilibrara el juego de poder geopolítico.