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¿Guerras para desviar la atención? Nieves C. Pérez

La caída del crecimiento económico chino es una realidad que ha sido motivo de discusiones en todos círculos financieros internacionales, así como en los de toma de decisiones políticas globales. La razón de la crisis algunos la atribuyen en parte a las estrictas medias de la política de “Cero Covid” impuestas por el Estado chino que priorizó prevenir contagios por sobre todo lo demás.  Aunque hay otros analistas que sostienen que es ilógico creer que China pudiera mantener el ritmo de creciendo que había venido sosteniendo en la última década.

Un escenario económico complejo con grandes problemas, tanto de orden político dentro del Partido Comunista chino con la desaparición de destacadas personalidades, como de orden económico con la fuga de capital extranjero o la crisis inmobiliaria, deja como resultado un escenario muy poco alentador que podría de hecho ser el propicio para darle más fuerza al uso del recurso de “guerras de desvío de la atención”.

El término de distracción o desvió de la atención lo retoma  M. Taylor Fravel, analista internacional experto en estrategia y doctrina militar, armas nucleares y disputas marítimas con foco en China y el este de Asia. Taylor publicó un artículo en Foreign Affairs el 15 de septiembre en el que cita a varios académicos que proponen que la crisis interna china puede abrir una escalada de ataques externos para desviar la atención de sus problemas domésticos.

En el artículo cita a Richard Hasss, un respetado intelectual que fue asesor de Colin Powell en la Administración de Bush, y que ha afirmado que China fomentará un mayor nacionalismo que les ayude a legitimar la invasión de Taiwán. O Michael Beckley y Hal Brands, conocidos académicos que han asegurado creer que frente a la caída del crecimiento chino Beijing buscará expandir su territorio como algo positivo en que centrar la atención.

Por lo tanto, la teoría de la guerra de distracción se lleva a la práctica principalmente para defender los intereses de los líderes que buscan permanecer en el poder. Frente a la amenaza externa los ciudadanos suelen unirse alrededor de la bandera y aumentar el apoyo a su gobierno en tiempos de conflicto con potencias extranjeras. Los líderes unifican apoyos internos pareciendo más competitivos al proteger el territorio y por tanto ganando fortaleza instantánea en un momento débil.

Taylor reconoce que los líderes chinos no suelen ser los que históricamente han propiciado un conflicto, aunque afirma que quizás si los líderes se sintieran débiles se volverán más sensibles a los desafíos externos y potencialmente atacaran para mostrar fuerza y disuadir a otros países de aprovechar su debilidad e inseguridad.

Relata cómo, en 1958, Mao Zedong provocó un desastre económico al industrializar el país con “el gran salto adelante” y cómo sometió a los ciudadanos y propició decenas de millones de muertes por hambruna. De manera casi simultáneas se llevaron a cabo las revueltas en el Tíbet y fue también el momento en el que el Dalai Lama huyó a la India. Ante esta situación, la respuesta del PC chino fue poner el foco en la necesidad de estabilizar sus relaciones con países vecinos firmando acuerdos de no agresión entre los que estuvo la India, aunque un par de años más tarde los chinos la atacaron.

De acuerdo con la opinión expresada en el momento por un oficial chino, la razón por la que China decidió atacar fue demostrarle a Delhi que a pesar de tener problemas domésticos no eran débiles y como respuesta al reforzamiento militar hecho por India en la zona limítrofe con el Tíbet después de las revueltas. Mao decidió reforzar la imagen china proyectando fuerza de cara al exterior.

En la década de los 60, los estragos de la Revolución Cultural de Mao se empezaban a acentuar por lo que el gobierno buscó formas de distraer al público del caos. En 1965 China envió tropas para ayudar a Vietnam del Norte contra Estados Unidos, aunque habían venido apoyando a Hanoi desde 1950, pero su apoyo militar se produjo en el momento en que tenían más problemas internos.

Taylor concluye desmitificando la teoría de las guerras para desviar la atención. Afirma que si los problemas económicos de China empeoran, sus líderes se volverán más sensibles a los desafíos externos como Taiwán. Presionar más a China podría ser contraproducente y motivar a Beijing a volverse más agresivo para demostrar su determinación. En un momento de crisis interna China podría arremeter, pero eso responde a la lógica de la disuasión y no de la distracción, en su opinión.

Sin embargo, se podría argumentar que el Estado chino ha venido insistiendo directa e indirectamente, internamente y al exterior que no tolerarán abusos mientras sigue insistiendo en que recuperaran a Taiwán o publicando mapas en los que se hacen con territorios en disputas.

De acuerdo con Jeniffer Zeng, una periodista china disidente, fuentes militares chinas afirman que, si Japón interviene en el plan del PC chino de liberación de Taiwán, el PC chino abandonará su compromiso previo de no usar armas nucleares y por el contrario lanzarán ataques sobre las islas niponas incondicionalmente.

Y aunque está amenaza pueda ser una forma de presión para conseguir disuadir a Tokio de intervenir en el asunto de Taiwán, es un mensaje que difunden en China y que va generando rechazo de la población hacia Japón y justificando posibles acciones del PC chino ante la población mientras que efectivamente consigue desviar la atención de la problemática doméstica. Y en esa compleja coyuntura, un mal cálculo, el ego de un dirigente o incluso un malentendido podrían desencadenar fácilmente una terrible guerra…

 

Las tres “D” que definen la política exterior de EEUU hacia China: Decoupling, De-risking & Diversifed. Nieves C. Pérez

La tensión entre Washington y Beijing ha pasado por casi todas las etapas posibles, desde la aceptación mutua como competidores, la cordialidad, la normalización, fricciones entre ambos, la subida de tensión, por el no dialogo o la confrontación, y, sobre todo, en los últimos años en cada momento la dependencia mutua ha conducido a la necesidad de que se busquen fórmulas de entendimiento.

La fuerte interconexión de las dos economías más grandes del planeta hace que, con frecuencia, el pragmatismo se imponga y que en el pasado Washington fuera permisivo con el gobierno chino en aspectos hoy impensable como la construcción de las islas artificiales. Construidas por el gobierno chino entre el 2013 y el 2015, ocupan una superficie de 3000 acres en el mar del sur de China meridional que reclaman como territorio propio.  Además de las implicaciones medio ambientales que ocasionó la obra sobre siete arrecifes de coral y obviamente la violación de las leyes internacionales.

Aun cuando las notas de protestas diplomáticas han sido el recurso habitualmente utilizado, está claro que Beijing ha ignorado muchos de estas llamadas de atención o en su defecto los tergiversa. La Administración Trump, en su momento, cambió el mecanismo y usó la queja verbal y la amenaza una vez que comprobó que los halagos no funcionaron. Hasta que decidió imponer controles como prohibir a empresas o individuos invertir en valores que cotizan en la bolsa en empresas que están en la lista de empresas militares chinas con el propósito de que el capital estadounidense no financie la modernización militar china.

A raíz de los problemas en la cadena de suministros, durante la pandemia se comenzó a popularizar él término “decoupling” en inglés o desacoplamiento de las economías, que es sin duda una postura radical y en este momento imposible de ejecutar, inclusive actualmente sigue siendo muy difícil de llevarla a la práctica, aunque para muchos es la única vía para neutralizar las pretensiones chinas.

El termino desacoplamiento abrió un gran debate incluso en el Congreso estadounidense que, en un principio, en un intento por aprobar legislación que condujera a desconectar las dos economías, comprendió que no podía hacerse un corte de raíz, por lo que comenzaron entonces a plantear un “desacoplamiento selectivo” que, consiste en poner el foco en áreas claves y especialmente vulnerables para su seguridad nacional e intentar de esa formar romper con la dependencia china esas áreas.

Dada la dureza del vocablo desacoplamiento, las continuas protestas chinas e incluso la presión a Washington por algunos de sus propios aliados, sumado a la dificultad de poder ejecutar tal desconexión, fue entonces que el cambio de léxico comenzó y los legisladores y expertos en Washington comenzaron a emplear el término “de-risking” o eliminación o reducción de riesgos, como una vía que se apega mucho más a la realidad puesto que es mucho más objetivo de plantear y /o ejecutar.

Beijing mientras tanto siempre opta por hacerse el ofendido y víctima de ser hostigado por su principal socio y competidor, presionando a todos los niveles internacionales. Y en efecto, esta primavera vimos que uno de los aportes del G7 en Hiroshima precisamente fue el cambio semántico de la definición de la política exterior hacia China. Los líderes europeos no se sienten cómodos con él término desacoplamiento y aparentemente tampoco con el de reducción de riesgos por lo que propusieron él uso de “diversificación de las economías” que no deja ser retórico y que deja mucho más amplio lo que en el fondo se está buscando.

El comité de Política Exterior del Congreso de los Estados Unidos está siguiendo rigurosamente cada rendija donde pueda colarse China y haber algún riesgo. El Departamento del Tesoro vigila las operaciones de empresas y ciudadanos chinos en su territorio para asegurarse de que no cometan algún tipo de infracción o atente contra la legislación. El escrutinio a los CEOs de empresas del orden de TikTok se han normalizado, en la búsqueda por mandar un mensaje claro de cero tolerancia a los abusos, robo de datos o intento de burlar la legislación nacional como la que protege a los menores.

El encuentro de Camp David con Japón y Corea del Sur fue la prueba del esfuerzo que la Administración Biden está haciendo para sellar alianzas estratégicas contra China. De blindarse contra el frente anti-Occidente que parece que Rusia y China han venido fortaleciendo desde la invasión de Ucrania y que incluye mucho más que solo a los Estados Unidos, es un frente en contra de los valores occidentales y la democracia.

Desde el Congreso estadounidense el consenso es bipartidista para poner freno a los abusos y pretensiones de China. Las tres “D” decoupling, de-risking & diversifed, definen por si solas como Washington percibe a Beijing y lo dispuestos que están de confrontarlos. Este debate no es semántico, las palabras solo intentan definir él mayor riesgo que enfrenta la potencia que ha venido liderando el mundo en las últimas décadas… y por tanto a cualquier otra nación que profese los mismos valores.

 

China se para

La nueva crisis inmobiliaria, que no es más que una reactivación de la vieja y latente, está impactando duramente en la economía china que viene frenándose durante todo este año. Como hemos explicado en varias ocasiones, las empresas chinas viven crisis cíclicas al verse obligadas a desenvolverse con reglas de aparienia capitalismo con intervencionismo gubernamental y reglas de mercados trampeadas por el gobierno. Y esa es una contracción insalvable en la esturtura del gobirno chino y su dictadura maquillada.

En el plano interno, esta situación aviva las contradicciones en una sociedad que incorpora, en sus amplias zonas urbanas unos comportamientos de consumo y vida de apariencia occidental pero en un marco dirigido por las decisiones de gobierno y en ausencia de libertades, garantías jurídicas y normas de mercado tradicional.

En el plano exterior, la crisis llega en un momento inoportuno ya que China necesitaría exhibir estabilidad y poder para apuntalar el disfraz de mediador en los conflictos, socio fiable para países recelosos de Occidente y capacidad militar suficiente para amenazar y pretender dominar lo que entiende que es su área geoestratégica. China ha firmado un pacto con Irán que implica la trasferencia de miles de millones con rentabilidad política pero dudosamente económica, está adelantando dinero a Rusia para la financiación de guerra de agresión en Ucrania y mantiene dudosas inversiones en África y América. El nuevo escenario va a a afectar a estos planes así como a varios programas militares chinos.

Esta situación va acondicionar la posición china y va a reflejarse en los próximos pasos y conversaciones, discretas o públicas, que llevan desarrollándose hace semanas para encontrar soluciones o al menos exlorar bajas de la tensión en Ucrania y en el Pacífico.

China sigue con problemas económicos

China no acaba de volver a la senda de recuperación económica tras el desastre que supuso la gestión de la política Covid cero y que suponen las deficiencias estructurales de su sistema planificado, autoritario y corrupto. Es verdad que, necesidad obliga, la venta de recursos energéticos rusos a menor precio y la repatriación de capitales chinos del exterior han significado un alivio, pero no suficiente.

Así, La producción industrial china aceleró hasta alcanzar un crecimiento de un 5,6% interanual en abril, lo que supone un avance frente al dato de marzo (3,9%), pero muy por debajo de los pronósticos de los analistas, que esperaban un alza cercana al 10%, según datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadística de China.

Según los expertos, La tasa oficial de desempleo en zonas urbanas se situó en el 5,2% a finales de abril, 0,1 puntos por debajo de la registrada en el mes anterior y dentro del límite máximo que se impusieron las autoridades para este año, del 5,5%.

Por su parte, la inversión en activos fijos aumentó un 4,7% interanual en los cuatro primeros meses del año tras haberlo hecho en un 5,1% hasta marzo, lo que se traduce en un descenso en marzo que la ONE prefirió expresar en términos intermensuales (-0,64%). Los analistas habían vaticinado que dicho indicador crecería hasta el 5,5%.

En este contexto, China, más allá de su propia propaganda, tiene que priorizar su atención a su propia situación interna para evitar fracturas sociales y atender a las crecientes demandas de su propia sociedad, cada vez más interesadas en el tipo de bienestar occidental que el sistema chino no puede satisfacer. Puede crear millonarios y clases pudientes, sobre todo si se está en el partido gobernante o en buena relación con su aparato, pero no llega a un estado del bienestar amplio.

Por eso, entre otras cosas, incluyen en sus amenazas a Taiwán, además del consabido y tramposo mensaje de la unidad nacional, el mensaje de la necesidad reposición demográfica y tecnológica aspirando a incorporar a su sistema económico anquilosado a una sociedad más joven y demográficamente dinámica como la taiwanesa y con una importante proporción de cuadros tecnológicamente avanzados que han hecho a algunos sectores industriales de la isla estar a la vanguardia mundial.

Estos datos deben formar parte de los análisis sobre el papel de China en el mundo, sus límites y sus necesidades y, por eso, Occidente lleva meses presionando a Pekín para que frene a su aliado ruso y no emprenda aventuras, ya que el país asiático, de momento, necesita más los mercados fuertes y abiertos, de los que no respeta sus reglas, que estos mercados a China, aunque sí los deseen.

Competencia geopolítica e interdependencia económica. Nieves C. Pérez Rodríguez

Estados Unidos pavimentó el camino para que China saliera de la pobreza basado en la esperanza de que, dándoles acceso a la economía internacional, abriéndoles un mercado libre, conseguiría exportar los valores democráticos de Occidente. El presidente Richard Nixon fue el primero en promover la idea de mejorar las relaciones a pesar de las tensiones históricas y la hostilidad existente. Con discreción empezó a hablar de la necesidad de dialogar con China, por lo que envió uno de sus asesores de seguridad nacional y más tarde a su secretario de Estado, Henry Kissinger, a Beijing en un viaje secreto en 1971 lo que preparó el terreno para que la visita del propio Nixon a Beijing tuviera lugar un año más tarde para reunirse con Mao Zedong.

Las relaciones oficiales comenzaron en 1979 y se justificaron en la necesidad de ayudar a salir de la pobreza a casi mil millones de personas e intentar acabar con el comunismo, lo que es consistente con los valores estadounidenses. A finales de los sesenta la economía china representaba aproximadamente el 10% del PIB estadounidense por lo que objetivamente hizo imposible que Washington pudiera de manera alguna ver en China un posible competidor en el futuro.

Cuarenta y cuatro años más tarde China sigue tanto o más comunista que nunca y ha conseguido una tremenda capacidad de control ciudadano a través de dispositivos tecnológicos y aplicaciones de vigilancia social, aunque ciertamente el acceso al mercado internacional y su capacidad de adaptación a la demanda le permitió convertirse en la segunda economía del mundo en tiempo récord y con un Partido Comunista chino que interviene en toda la vida política de la nación y la cotidianidad de sus residentes.

Actualmente muchos expertos afirman que la política de EE.UU. hacia China fue un fracaso, puesto que su foco fue el desarrollo económico que eventualmente transformaría a China en una democracia liberal. Sin embargo, Washington creyó que conseguir una reforma de China era una inversión para la preservación de la paz y la estabilidad internacional en el tiempo.

A día de hoy, la competencia geopolítica entre Estados Unidos y China es cada vez más fuerte y ha llegado a un punto de no retorno que en efecto podría ser peligroso. Probablemente debido a la poca visión que tuvo Washington de reservarse determinadas áreas como la tecnológica en sus relaciones bilaterales lo que es comprensible basado en el modelo de libre mercado estadounidense y por otro lado en la ingenuidad de los legisladores al principio del siglo XXI momento en que China ingresó a la OMC.

Las inversiones estadounidenses en materia de tecnología participaron en acuerdos valorados alrededor de 7200 millones de dólares en el 2022. Pero similares acuerdos en el 2018 fueron por el orden de los 45.6000 millones de dólares. La razón de esta gran caída se explica entre otras cosas, por las fuertes tensiones entre ambas naciones, los problemas de la cadena de suministro y la estricta política de “Zero-Covid” china lo que hizo que los inversores fueran más cautos al momento de seguir invirtiendo.

Parte del enfrentamiento entre Beijing y Washington se debe a la competencia estratégica por la superioridad en tecnología clave, como los semiconductores, la inteligencia artificial, la computación cuántica, la biotecnología entre otras. Ambos países buscan asegurar un puesto ventajoso sobre el oponente en una competencia impulsada por intereses geopolíticos y económicos, de acuerdo con Peter Engelke and Emily Weinstein en un estudio publicado por el Atlantic Council.

En tal sentido, Biden tiene previsto firmar una orden ejecutiva que limitará la inversión de empresas estadounidenses en áreas de la economía china como la tecnológica, en las próximas semanas, antes de la cumbre el G7 que este año tendrá lugar en Hiroshima en mayo coincidiendo con el turno de Japón ene la presidencia del grupo de las siete economías más grandes.

El representante republicano Mike Gallangher, en una alocución en el Congreso, afirmó que los CEO de las empresas estadounidenses que operan en China tendrán que responder ante la justicia americana si sus empresas atentan contra los intereses nacionales. Gallangher también introdujo un proyecto ley bicameral y bipartidista sobre la Resilencia de Seguridad Cibernética de Taiwán, que demandaría que el Departamento de Defensa de EE.UU. amplíe la cooperación en seguridad cibernética con Taiwán para apoyarlos en contrarrestar las amenazas cibernética de China. Sólo en el 2019 el gobierno taiwanés estimó que enfrentó entre 20 y 40 millones de ataques cibernéticos cada mes desde China, algunos de los cuales fueron también realizados contra Estados Unidos.

“La seguridad de Taiwán es vital para nuestra seguridad nacional”, fueron las palabras del senador republicano Mike Rounds por lo que justifica la necesidad de que este proyecto de ley sea introducido y aprobado considerando la creciente agresividad china hacia Taiwán.

Todos estos movimientos en el Congreso estadounidense encabezados por el Partido Republicano muestran claramente que ambos partidos están alineados en su afán por neutralizar a China. En efecto, entre los documentos secretos que fueron filtrados unas semanas atrás se pudo conocer que tanto el Departamento de Defensa como la Casa Blanca han hecho el llamado “confianza cero” un prototipo de modelo de prioridad en materia de ciberseguridad. El término “confianza cero” que se ha puesto de moda en la práctica se traduce en la doble verificación de la identidad del usuario, limitar el acceso y operar bajo el supuesto de que posibles atacantes han violado las redes de una organización. Se cree que el presupuesto para mantener el plan de “confianza cero” costará millones de dólares en los próximos años.

Entre los documentos filtrados se pudo conocer también que el Ejército Popular chino está trabajando para conseguir penetrar los sistemas de seguridad del Departamento de Defensa estadounidense y otros sistemas federales. Lo que da razones a Washington para no bajar la guardia con China y seguir esforzándose por imponer controles y sistemas más cautelosos de protección, especialmente después de la aparición de los globos expiatorios que han subido los niveles de alarma en este lado del mundo.

Zareed Zakaria, analista de CNN, concluía que Estados Unidos y China se han embarcado en uno de los experimentos más espeluznantes de la historia internacional: ambas partes están atrapadas en una competencia geopolítica cada vez mayor a pesar de que ambas están profundamente entrelazadas entre sí.

Por otra parte, Edward Luce, columnista del Financial Times, ha intentado remarcar un importante dato histórico explicando que existe una gran diferencia entre China y la Unión Soviética. Probablemente China nunca se disolverá, por lo que Estados Unidos tendrá que hacer siempre frente a China. Aunque, ciertamente, la economía china se ha desacelerado, una posible señal de que las décadas de auge del país finalmente han terminado. Sin embargo, las probabilidades siguen siendo muy altas de que China se mantenga como una gran potencia, en términos económicos y geopolíticos, por lo que sugiere que los políticos en Washington y el resto de Occidente deben prestar atención a esta idea básica y actuar en consecuencia.

La coexistencia de ambas naciones es fundamental en el actual escenario internacional y la estabilidad de ambas economías y el mundo. No obstante, el desacoplamiento económico parece ser inevitable en los próximos años ante el temor de continuar aumentando la dependencia en diferentes áreas y la sospecha de que Beijing use esa arma en contra de Washington…

China cambia el paso económico

Al calor del parón económico general y de las dificultades económicas chinas, las inversiones procedentes de la potencia asiática están cambiando de perfil y de objetivos en Europa y concretamente en España. Según la Secretaría de Estado de Comercio Exterior, las inversiones chinas en el primer semestre del 2022 se situaron en apenas 49 millones de euros. Equivalen a una fracción de los 435 millones del conjunto del 2021, los más de 3.000 millones alcanzados en el 2017 o los 9.585 millones de la suma de los últimos diez años.

El periódico La Vanguardia ha venido informando de que La firma GBS Finance, que ha acompañado a inversores chinos en operaciones en España como la de Mediapro o GBFoods, detecta varias causas para la drástica caída de la inversión. Tienen que ver con un cambio de actitud tanto de China como de los países occidentales.

“Antes venían a invertir en todos los sectores, pero con la nueva estrategia one belt one road algunos sectores han entrado en la lista negra”, al considerarse “especulativos”, entre ellos el inmobiliario y los relacionados con el ocio. “Además, Europa y Estados Unidos están protegiendo sus activos estratégicos” en áreas como la infraestructura, la defensa, el agua o la tecnología, que es lo que más gusta a China, indican desde GBS.

La consecuencia es que el inversor chino “ha cambiado el paso” y ahora, más que en comprar un negocio, “piensa en un socio estratégico, con equipos de gestión local, que le abra el mercado europeo y al que pueda abrir el mercado chino”.

China ya no crece como antes y mide más sus alegrías económicas y el uso de sus inversiones para ganar, además de áreas de negocio, influencia, poder y planes de futuro. La pandemia y los errores chinos en su gestión, las consecuencias de la agresión rusa en Ucrania que desestabiliza los planes chinos aunque Pekín tenga que seguir sonriendo a su aliado Putin y la reacción de cohesión de las sociedades democráticas están configurando un escenario mundial al que China está intentando adaptarse y obtener beneficios y ventajas.

Esto  condiciona la estrategia global china, sus gastos en Defensa, los compromisos de inversiones sin más beneficio que su influencia en Asia Central y en el Índico. Son datos a tener en cuenta.

¿Cuánto ha afectado la pandemia el comercio global y las exportaciones chinas? Nieves C. Pérez Rodríguez

Nos encontramos en el tercer año de una pandemia en la que la vida prácticamente se ha normalizado en casi todos los países, excepto en China. La política “Cero-Covid” impuesta por el Partido Comunista ha tenido un gran impacto en la economía china, pero ¿cómo ha afectado o afectará ese impacto al resto del mundo? Para profundizar en este asunto 4Asia conversó con Eric Johnson especialista en comercio global y logística, periodista y editor del Journal of Commerce.

Jonhson explica que todavía no hemos visto el impacto final de los efectos a largo plazo de la pandemia, especialmente de las fuertes restricciones de China por el COVID, porque aún no está claro qué tan dispuestas están las empresas a trasladar la producción fuera de China. Una cosa que muchos de los que hablan de “reshoring o nearshoring”, es decir de traslado a otro destino o acercamiento al país de origen de la empresa, no entienden es que las bases de proveedores y las redes logísticas en China son muy sofisticadas.

No es solo una cuestión de costes, sino de conveniencia y consistencia, afirma el experto. Diversificarse hacia otros países o llevar la producción de vuelta a casa es un proceso complejo y, a veces, costoso. Las empresas están esperando para ver si las interrupciones de Zero COVID persistirán en 2023, pero la relajación de las restricciones por parte del gobierno chino la semana pasada parece sugerir que se han dado cuenta de que los importadores en América del Norte y Europa no pueden soportar tanta incertidumbre, por lo que han actuado, sostiene Johnson.

El gobierno chino en los últimos días ha relajado las duras medidas de prevención de contagio, pero el daño a su economía ya está hecho. Hemos visto cómo algunas de las grandes empresas están considerando mudarse de China o abrir otros fàbricas, ya sea en casa o en países que ofrezcan mayor seguridad y menos restricciones. Si eso sucede a gran escala…

 ¿Cree usted que podríamos ver un cambio completo o la dinámica comercial?

 

R: Comencemos por hacer una revisión histórica de como los importadores ven el abastecimiento. Para ello tomemos datos de una década atrás. Ha habido una discusión sobre una estrategia de abastecimiento de china +1 o China +2 durante 15 años. A medida que China se volvió tan dominante en las exportaciones, los grandes importadores se dieron cuenta claramente de que dependían mucho de otro país y exploraron oportunidades para diversificarse. Se alcanzó un pico justo en el momento de la pandemia en el que China ya no pudo aumentar su participación en el mercado de exportaciones. Los costos crecientes de mano de obra y energía ya estaban obligando a los importadores a mudarse a lugares como Vietnam, Indonesia e India. Por lo tanto, lo que ha sucedido en el 2022 solo ha servido para acelerar este proceso. Ahora bien, gran parte del debate sobre la reubicación es solo una discusión, al menos en este momento. No todo lo que empresas dicen en las llamadas trimestrales realmente sucede. Especialmente porque los problemas de la cadena de suministro se han aliviado y el precio de enviar mercancías por mar se ha reducido drásticamente en los últimos seis meses.

¿Prevé algún cambio en el futuro del comercio? ¿Cambios de patrones o reducción de bienes que exportan Estados Unidos de China?

R: Los patrones de comercio siempre cambian, así que definitivamente sí. Antes de la adhesión de China a la OMC en 2001, los importadores se abastecían en otras naciones de Asia, e incluso esas fuentes cambiaban con frecuencia. Definitivamente veremos una mayor diversificación, pero China no pasará de proporcionar del 50 al 60 por ciento de todos los bienes a Europa y América del Norte al cero por ciento en dos años.

 

La política “Cero-Covid” en Shanghai fue un ejemplo extraordinario de interrupción del sistema comercial. ¿Cuánto diría usted que afectó al comercio internacional? ¿Tomaron las empresas estadounidenses alguna decisión drástica para evadir esa situación?

R: Definitivamente ha tenido un efecto, pero tal vez no tan grande como parece. En general, los puertos permanecieron abiertos en gran medida. Incluso las fábricas a menudo se mantenían en funcionamiento mientras se aplicaban fuertes restricciones a la población de China. Aunque si es cierto que las empresas tuvieron que buscar otras opciones, provienen de otras regiones, principalmente en otras partes de Asia. Un punto curioso e interesante es el desarrollo que el comercio entre América del Norte y Europa ha experimentado a lo largo de 2022, incluso cuando la demanda de bienes de Asia comenzó a disminuir alrededor de septiembre.

¿Cuánto tiempo le tomará a China en retomar la normalidad previa a la pandemia y cuando sus puertos operarán sin demoras?

R: Los puertos en este momento están operando con normalidad, excepto en situaciones en las que han surgido infecciones de Covid y han sido cerrados por unos días. La relación de las políticas de “Cero-Covid” probablemente significará que las fábricas pueden operar con normalidad, pero la incertidumbre es si las infecciones de Covid comienza a afectar a la población como lo ha hecho en otros países una vez que se levantaron las restricciones. Si fuera así, entonces las restricciones serán de nueva el único mecanismo para operar puertos, camiones y fábricas.

 

¿Cuál es el coste de un contenedor de China a los EE. UU. hoy, en comparación con años anteriores? ¿Cuál sería la proyección de esos costos el próximo año? ¿Y cómo esos costos afectarán los precios de los EE.UU.?

R: El costo de enviar un contenedor de China a los EE. UU. se redujo significativamente en la segunda mitad de 2022. Para envíos individuales que se mueven en lo que se llama el mercado al contado, esa caída es de alrededor del 90 por ciento (aunque el precio actual está bastante en línea con 2019 antes de la pandemia). Para los grandes importadores que mueven contenedores llenos de mercancías con contratos a largo plazo, las tarifas han bajado entre un 50 y un 75 por ciento. Y eso significa que cuando negocien su próxima ronda de contratos en la primavera de 2023, las tarifas serán mucho más favorables (y también en línea con lo que pagaban antes de la pandemia). Es difícil decir si las tarifas más bajas afectarán el precio de los bienes, porque históricamente los precios de los bienes tienden a subir con el tiempo, independientemente de los costos de logística. Las tarifas de envío desde la década de 1970 hasta 2019 apenas cambiaron en términos de dólares reales, incluso cuando el precio de los bienes aumentó significativamente.