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Rusia: Las anexiones refuerzan el frente interno y debilitan el externo

No parece que el balance de las anexiones de cuatro regiones ucranianas por parte de Moscú sea positivo para Vladimir Putin y su proyecto neoimperiaista. La operación de apropiarse de nuevos territorios por la fuerza, que tiene su más grave precedente en Europa con la anexión por parte de Hitler de los Sudetes y de Austria en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, ha satisfecho al creciente nacionalismo ruso (que nunca ha sido escaso) pero ha significado un mayor aislamiento ruso en el plano internacional con significativo distanciamiento de China y Rusia. Y además, el acto de piratería ruso se produce en el marco de un retroceso  militar de las tropas de Putin precisamente en las regiones proclamadas como nuevos territorios rusos.

No hay que olvidar que prácticamente todos los países del mundo tienen  contenciosos territoriales con sus vecinos (con mayor o menor tensión) y estos focos de conflictos están contenidos en base a unas pocas convenciones internacionales en las que la regla de oro hasta ahora tras la criminal agresión de la Alemania de Hitler es renunciar a la rectificación de fronteras por la vía de las armas. De ahí que las burdas maniobras criminales de Putin hayan llevado el nerviosismo a todo el planeta.

Desde Pekín han precisado: “Siempre hemos sido claros. Hay que hacer todos los esfuerzos posibles por la paz, respetar la integridad territorial de todos los países  y prestar atención a las legítimas preocupaciones de todos los países” y el gobierno de India se ha manifestado en términos similares a la vez se han ofrecido una vez más a mediar para encontrar un marco de conversaciones de paz entre rusos y ucranianos.

Como ya hemos subrayado en ediciones anteriores, China necesita restablecer la estabilidad en los mercados cuanto antes y evitar un mayor deterioro de las economías europeas donde Pekín tiene algunos de sus socios más importantes. La economía china lleva varios meses desacelerando y aún retrocediendo en sectores importantes.

Rusia puede haber dado un paso más en falso aunque su régimen insiste en cerrar los ojos a la realidad y aún amenazar con escenario bélico nuclear que es un riesgo improbable pero un riesgo hay que responder aguantando el tipo, la serenidad y la voluntad de no ceder primero y vencer después al proyecto imperial ruso.

El desafío kurdo. Julio Trujillo

Kurdistán, un país real y un Estado inexistente, entra en el protagonismo de la región centro asiática con su referéndum de autodeterminación y agita a todos los gobiernos de la región. Irak (es allí donde el referéndum ha tenido lugar) rechaza la consulta y sus resultados; Turquía, con una importante población kurda en conflicto nacionalista contra el Gobierno y dónde el viejo Partido Comunista Kurdo y su grupo armado PKK están presentes, no sólo en Turquía sino también en Irak y Siria, ha movilizado a su ejército y amenaza con ocupar el Kurdistán iraquí; Irán, con población kurda niega cualquier validez al referéndum, y Siria, en guerra civil, se mantiene a distancia y no acepta los resultados, mirando de reojo a su propia población de origen kurdo. Sólo Israel, por razones que van más allá del mero tacticismo, defiende una eventual independencia de Kurdistán.

Este complejo conflicto tiene su origen remoto en 1150, cuando el sultán Sandjar, el último de los grandes monarcas selyúcidas (sirios de cultura griega), creó la provincia del Kurdistán.

Pero fue tras la derrota del Imperio Otomano tras la I Guerra Mundial cuando se agravó el problema y apareció el conflicto moderno. Tras una declaración inicial de la Sociedad de Naciones concediendo la independencia a los kurdos, Gran Bretaña y Francia redefinieron el mapa de Oriente Medio, se lo repartieron, anularon la efímera independencia kurda y partieron el Kurdistán histórico en cuatro territorios adjudicados a Irán, Irak, Turquía y Siria.

Pero la descomposición de Irak ha llevado al territorio kurdo de este país a una autonomía amplia, con Administración y ejército propio y ahora han organizado la consulta de independencia que, de dar lugar a un Estado propio, alteraría los equilibrios y podría suscitar alianzas ahora impensables.

Excepto Israel, ningún país ha proporcionado apoyo público al plebiscito. Los más contundentes en su oposición han sido el Gobierno central iraquí, Irán y Turquía, inquietos por el efecto en sus comunidades kurdas y en las aspiraciones independentistas del mayor pueblo sin Estado.

Para ambos, el plebiscito es un asunto de “seguridad nacional”. Tanto Ankara como Teherán podrían responder tratando de aislar políticamente al Gobierno kurdo pero resulta improbable que recurran a la violencia.

El apoyo de Israel va más allá de desear una mayor inestabilidad entre sus enemigos potenciales y logran ampliar sus muy escasos amigos en la zona. Cuando al comandante de una unidad peshmerga (el ejército kurdo) se le preguntó por qué país sienten los kurdos más cercanía, refiriéndose a Israel dijo: “Creemos que Israel es nuestro amigo más cercano en la lucha. Tenemos una historia común”.

Durante décadas, los nacionalistas árabes, islamistas y el régimen iraní constantemente les han comparado con los israelíes. Ali Akbar Velayati, ex canciller iraní, ha afirmado que EEUU “conspira para establecer un segundo Israel en la región” en la forma de un Kurdistán libre. Israel mantiene estrechas relaciones de solidaridad y colaboración en todos los campos con los kurdos desde hace años.

En la práctica, grupos kurdos como el Partido Democrático de Irán Kurdistán (PDKI), que se oponen al régimen iraní, colaboran con otros grupos minoritarios oprimidos tales como azeríes y baluchis. En el Kurdistán iraquí se ven iglesias y templos cristianos yazidies, y la convivencia de diferentes grupos étnicos y religiosos es incuestionable.

Así las cosas, el desafío kurdo puede suponer una patada en el tablero de ajedrez político y habrá que recoger las piezas y volver a colocarlas. Y ahí se abrirán todas las cuestiones actuales y las pendientes. Una situación que, vista así, da vértigo.