El Pacífico recupera enteros en la estrategia geopolítica de Estados Unidos tras estar ausente del foco de Washington desde el final de la Guerra Fría. Espacio de tiempo que China ha aprovechado para posicionarse en la región como actor relevante, tanto en lo económico y comercial, pero también en el ámbito de la defensa y seguridad. La búsqueda de equilibrio en el juego de poder global tiene en el Pacífico un capítulo especial en la rivalidad que mantienen Estados Unidos y China, y la segunda cumbre en dos años del Foro entre Estados Unidos y las Islas del Pacífico pone de manifiesto la creciente sensibilidad de Washington hacia una región por la que compiten las dos potencias.
Tras años de no compartir los mismos intereses en sus respectivas agendas estratégicas, los países insulares del Pacífico han encontrado puntos de cooperación con Estados Unidos en el ámbito del crecimiento económico, pero, sobre todo, en uno de sus principales retos que afronta la región, el cambio climático y el impulso del desarrollo sostenible. Puntos en los que Pekín ha venido fortaleciendo su relación con la región aprovechando el hueco dejado por Washington en las últimas décadas. En este tiempo, la creciente cooperación con China ha propiciado que el comercio con el gigante asiático alcanzara los 5.300 millones de dólares en 2021, respecto a los 153 millones de dólares que apenas representaba en 1992.
La acuciante necesidad de desarrollo de infraestructuras concentra, asimismo, una parte importante de la agenda estratégica de la región. No obstante, el despliegue de la influencia china ha avanzado también hasta el ámbito de la defensa y seguridad, siendo el acuerdo alcanzado con las Islas Salomón en 2022 el máximo exponente de esta reciente asociación estratégica entre China y una de las naciones del Pacífico Sur. Acuerdo que en julio de 2023 se ampliaba tras la visita del presidente Manesseh Sogavare para firmar un plan de cooperación policial de dos años. Las Islas Salomón se convertían así en el verdadero vórtice que situaba el eje de la geopolítica global en el Pacífico, dando Pekín respuesta con este movimiento a la alianza trilateral militar AUKUS creada por Australia, Estados Unidos y Reino Unido a finales de 2021.
Tras el compromiso de aumentar la presencia estadounidense en el Pacífico Sur, Washington reabría la embajada en las islas Salomón tras 30 años de ausencia, además de abrir una nueva embajada en Tonga, y a la que han seguido otras en las islas Cook y Niue justo antes de celebrarse la segunda cumbre a finales del pasado mes de septiembre. A la espera quedan las nuevas embajadas previstas en Vanuatu y Kiribati para principios del próximo año, buscando así contrarrestar la influencia militar y económica de China.
De hecho, la mayor presencia del gigante asiático en la región ha favorecido que en este tiempo las Islas Salomón abandonaran su reconocimiento a Taiwán, reduciéndose el número de países del Pacífico que lo mantienen. Una cuestión importante cuando en foros como las Naciones Unidas todos los países del Pacífico Sur tienen el mismo voto, lo que supone poder aportar apoyo a la visión estratégica de China no sólo en la región, sino a nivel global.
Tras los 810 millones de dólares en ayudas para la próxima década comprometidos por Washington para abordar los desafíos que plantea el cambio climático en las islas del Pacífico Sur, la segunda cumbre avanza en esta misma línea reforzando la asistencia y financiación para afrontar los desafíos del cambio climático y la mejora de las infraestructuras con una solicitud de la administración Biden al Congreso de los Estados Unidos de 200 millones de dólares. Un apoyo que beneficiará el desarrollo sostenible de la región mientras la coyuntura internacional mantiene el foco de interés militar y económico de China en la región.