Si la Revolución Industrial fue el fenómeno que produjo un rápido cambio de las estructuras económicas de los países europeos aumentando su capacidad productiva, la Revolución Tecnológica propiciará un salto cuantitativo y cualitativo similar tres siglos después. La transformación en este caso procederá de que las variables económicas que generen crecimiento económico serán producto del desarrollo de las nuevas tecnologías en los procesos productivos, gracias a la capacidad del 5G de transferir grandes volúmenes de datos.
Pasaremos a una segunda globalización, muy distinta de la primera que protagonizó la Ruta de la Seda, donde China volverá a tener un papel clave gracias a la determinación del gigante asiático por generar nuevos ecosistemas que propicien la siguiente revolución, en este caso tecnológica. Todo ello gracias a que China ha protagonizado un “Gran Salto Adelante” en I+D en las últimas dos décadas, superando el gasto de la Unión Europea en 2013, y alcanzando un 2,18% del PIB en 2018, hasta los 291.580 millones de dólares, y con previsión de terminar 2019 con un gasto del 2,5%, según fuentes oficiales. Con esta determinación por la innovación, China reduce distancias con el 2,78% del PIB que dedica a I+D Estados Unidos, aunque todavía lejos del 4,5% del PIB que destinan países como Israel y Corea del Sur.
Los avances en las nuevas tecnologías y la adopción que hagan de ellos las sociedades del futuro serán el principal motor que impulse el desarrollo económico mundial. Abanderando este proceso de transformación está la tecnología 5G, motor de los cambios económicos y sociales que se van a producir en las próximas décadas cuando cada sector comience a desarrollar aplicaciones propias en un nuevo modelo productivo que hoy todavía es difícil de imaginar. Si la irrupción del smartphone tuvo el efecto de impulsar nuevos modelos de negocios aprovechando las prestaciones del 4G, la disrupción tecnológica que generará el 5G provocará una transformación socioeconómica mayor en los modos y usos de utilizar la tecnología. Todo ello gracias a disponer de una red que debe cumplir unos altos niveles de estabilidad y ser capaz de mantener el rendimiento que requiere una industria 4.0 basada en robots.
Las redes 4G comenzaron a estar disponibles en 2013 y casi una década después se dará paso al despliegue comercial del 5G de forma masiva. En la nueva generación tecnológica, la participación de China en cuestión de estándares se ampliará considerablemente respecto a anteriores generaciones, principalmente gracias a Huawei, que ampliará su liderazgo tecnológico respecto a sus competidores europeos y norteamericanos, con sustanciales aportaciones en el campo de la IoT. El paso de una red operada por componentes hardware a una gestionada por software facilitará la creación de un nuevo escenario donde consiga despegar toda la potencialidad de la IoT. Habrá un mayor número de dispositivos conectados a la red, llegándose a alcanzar el millón de dispositivos conectados en un kilómetro cuadrado, cien veces más de la capacidad que proporciona el 4G.
En nuestro ámbito, será la Comisión Europea la que establezca un marco común para todos los países miembros en cuestión de ciberseguridad. Para ello, ha contado con la aportación y análisis de los diferentes gobiernos, que han aglutinado también la posición de las operadoras. Por parte del Gobierno español, la recomendación está en línea con apostar por la “diversificación de suministradores” y abogar por la “redundancia de equipos críticos”, según el estudio en el que han participado las operadoras, coordinadas por la Dirección General de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, y en el que la visión gubernamental la ha aportado la Dirección General de Seguridad Nacional.
Mientras tanto, Europa prosigue lentamente con el despliegue de red 5G. Italia y Reino Unido son los otros dos mercados con despliegues en Europa con red Vodafone, a los que hay que sumar los despliegues comerciales de las operadoras EE (Everything Everywhere), también en Reino Unido, Swiscom y Sunrise en Suiza, Elisa en Finlandia, y Monaco Telecom en Mónaco, todos ellos utilizando servicios 5G bajo la modalidad NSA, la única disponible en todo el mundo por el momento. En otras partes de Europa, el despliegue 5G no está tan avanzado, ya que en Alemania acaban de terminar la subasta de frecuencias, por un valor de licitación de 6.550 millones de euros, mientras en Francia no lo harán hasta finales de año. Un retraso que no beneficia al conjunto de la Unión Europea si el propósito es liderar las nuevas capacidades que proporciona el 5G.