Transcurrido casi un año y medio desde que se iniciara la presidencia de Joe Biden, la agenda asiática pasa a protagonizar el foco de Washington. Los países ASEAN, por un lado, en un encuentro presencial en Washington, y, por otro lado, Corea del Sur y Japón, como destino del primer viaje a Asia del presidente estadounidense, comparten agenda para reforzar lazos y fortalecer compromisos. Encuentro con aliados y socios para impulsar las relaciones antes de presentar oficialmente la nueva iniciativa para la región, el Marco Económico del Indo-Pacífico (Indo-Pacific Economic Framework, IPEF, como se conoce en inglés).
Una estrategia de renovado enfoque Pivot to Asia por parte de la política exterior de Estados Unidos que podría no despertar el entusiasmo esperado. La percepción entre los países asiáticos de la ausencia de Estados Unidos en la región durante la administración Trump, y las tensiones geopolíticas producidas por la invasión rusa de Ucrania, podrían complicar los esfuerzos de Washington por asegurar un mayor compromiso de los países asiáticos frente al lanzamiento de IPEF.
La invasión rusa de Ucrania ha servido de catalizador para aflorar al espacio de la geopolítica mundial la amplia diversidad de visiones geoestratégicas que están presentes en la región del Indo-Pacífico y que, de forma conjunta, están generando una mayor alineación hacia la configuración de un nuevo orden asiático. Las sanciones internacionales impulsadas por la Unión Europea y Estados Unidos han suscitado pasar de compromisos tácitos a un posicionamiento más explícito a nivel mundial, aflorando la configuración polivalente de Asia, en cierta medida inadvertida por la geopolítica global.
El Indo-Pacífico se ha reafirmado como un escenario geopolítico de considerable transformación durante la última década. La iniciativa Pivot to Asia impulsada por Barack Obama en 2012 inició el reequilibrio estratégico para pivotar los intereses estadounidenses desde Oriente Medio hacia una de las regiones que comenzaba a configurarse como el centro de gravedad económico, fortaleciendo así las relaciones económicas y las alianzas de seguridad. Una década después, el presidente Joe Biden renueva el enfoque Pivot to Asia para contrarrestar la influencia que China ha desplegado en la región con el lanzamiento de su emblemática iniciativa de la nueva Ruta de la Seda, además de la rivalidad que plantea para Estados Unidos el desarrollo tecnológico alcanzado por China en este tiempo.
Mismo enfoque pero bajo otras implicaciones geopolíticas temporales, ya que el reposicionamiento impulsado por la invasión rusa de Ucrania está modulando un orden asiático donde sus miembros persiguen hacer prevalecer también sus ambiciones estratégicas.
La elección de Corea del Sur como primera parada del tour del presidente Biden por Asia refleja el interés de Estados Unidos por fortalecer sinergias, poniendo el foco en la asociación de la fortaleza tecnológica de Corea del Sur en manufactura de semiconductores y la hegemonía en el diseño de chips de Estados Unidos. La cooperación en alta tecnología y en la cadena de suministro será una pieza clave del relanzamiento de las relaciones bilaterales, de ahí la visita a la planta de Samsung, la más grande del mundo en manufactura de chips, cuyo expertise se replicará en la nueva fábrica de 17.000 millones de dólares que construirá la compañía surcoreana en Taylor, Texas, con la que Washington busca reducir la dependencia de China de dispositivos electrónicos y fortalecer su supremacía tecnológica.
En la formalización de la renovada alianza estratégica integral, China también figura en la agenda. Sin embargo, Corea del Sur, como el resto de países asiáticos, busca evitar que estrechar lazos económicos y de seguridad con Estados Unidos le conmine a romper los vínculos económicos que mantiene con China en un juego de suma cero. La región ha sido artífice del mayor acuerdo de libre comercio del mundo (RCEP, por sus siglas en inglés), que aúna las aspiraciones de sus miembros de una integración regional económica, superando la incertidumbre creada por la retirada de Estados Unidos de las conversaciones sobre el acuerdo comercial regional TPP (Trans-Pacific Partnership, en inglés).
La futura adhesión de Corea del Sur a la iniciativa IPEF como miembro inaugural para implantar un nuevo esquema de relaciones comerciales y de seguridad en el Indo-Pacífico va a requerir un amplio ejercicio de diplomacia estratégica para que las ambiciones regionales no se vean amenazadas por la intermitente priorización de los asuntos asiáticos en la agenda de Washington. El tono cauto de Corea del Sur busca además integrar al país a los mecanismos de seguridad que Estados Unidos lidera en la región, como el Quad, del que sí participa Japón, próximo destino en la gira de Biden por Asia.
La afirmación de Biden de que el futuro se escribirá en el Indo-Pacífico va a requerir de un rebalanceo de los juegos de poder de la región, integrando las reivindicaciones y ambiciones regionales con los intereses de las potencias occidentales para que estén en sintonía con la arquitectura de poder asiático.