Trump, la hora de Europa y de frenar la acometida

Donald Trump, que comenzó saltando al escenario de su segundo mandato como un matón de western, ha comenzado a bajar el listón de sus amenazas. No parece tratarse exactamente de rectificaciones ni de haber detectado errores de cálculo, aunque haya parte de ambos fenómenos. Se trata, más bien, de que el presidente de EEUU ha desarrollado desde la Casa Blanca una estrategia de empresario antiguo y marrullero que cree que si se comienza una negociación poniendo fuerza y amenazas sobre la mesa e intimidando al adversario se conseguirán concesiones y entonces llegarán las rebajas. Pero esto no siempre se cumple.

En este escenario, EEUU y China parecen haber pactado un marco comercial asumible por ambas partes en el que proseguir, con más calma, su guerra comercial por el dominio del mercado tecnológico y la influencia estratégica en el planeta.

Para China, la desescalada supone reducir su preocupación por el parón de sus exportaciones a EEUU y el aumento en sus puertos y almacenes de mercancías, lo que estaba llevando a una intensa actividad diplomática y comercial para conseguir abrir nuevos mercados o ampliar los acuerdos ya vigentes con socios importantes.

Para EEUU, según los expertos de Goldman Sachs, se matiza el pronóstico de inflación, proyectando ahora que el índice de precios de gastos de consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés) alcanzará un máximo del 3,6 %, por debajo del pico del 3,8 % que  se venía pronosticando. Aunque se sigue viendo un aumento del desempleo, pero de manera más gradual al 4,5 % en diciembre, en comparación con el 4,7 % previamente.

“A la luz del impacto algo menor en el crecimiento del PIB, el riesgo reducido de aranceles EE.UU.-China lo suficientemente altos como para causar interrupciones en la producción y la señal alentadora sobre futuras decisiones de política arancelaria, estamos reduciendo nuestra probabilidad de recesión a 12 meses al 35%.

Ahora parece haber llegado el momento de un gran acuerdo con Europa, más complejo que con China en muchos aspectos porque afecta a más frentes y está más condicionado por la interrelación entre empresas de ambos lados del Atlántico y por factores políticos, estratégicos y culturales muy cercanos pero trufados de prejuicios por ambas partes. Pero ahí está la pelota y ahí hay que jugarla.

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