Tras la crisis sanitaria, se retoman las conversaciones entre Bruselas y Pekín para establecer un marco renovado de relaciones comerciales, un marco en el que están presentes, pese a lo que le gustaría a ambas partes, la demostrada falta de transparencia china condicionada por las toneladas de propaganda, la violación del marco normativo de Hong Kong y la cada vez más agresiva actuación de los servicios secretos chinos en su doble acción política y para favorecer los intereses comerciales chinos.
La titubeante Unión Europea cada vez está más exigente con China y está aceptando algunos de los planteamientos que Estados Unidos viene defendiendo desde hace años. Hoy hay menos complacencia respecto a Hong Kong y mayor disposición a frenar la competencia con ventajas de China desde su Estado autoritario y sin control.
Esto estará en la cumbre de septiembre en la ciudad alemana de Leipzig, a la que en principio está prevista la asistencia de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 para reunirse con el presidente Xi Jinping. Esta cumbre es una prioridad para la canciller alemana, Angela Merkel, que el 1 de julio asume la presidencia de turno de la Unión Europea y que ve prioritario cerrar un acuerdo de inversión con el gigante asiático.
Este marco empieza a ser menos cómodo con China en un momento en que, a pesar de su propaganda, tampoco son excelentes las perspectivas de recuperación económica y esto va a verse reflejado e las relaciones comerciales en las que las inversiones chinas han sido tan importantes en la última década.