“Cuando era niño, solía escuchar a los ancianos decir cómo China invadió nuestro país después de que mataran a nuestro presidente, Ahmadjan Kasim -último presidente de la segunda República de Turkestán del Este-, quién murió en un misterioso accidente de avión a tan sólo 45 días de que las fuerzas armadas del Partido Comunista chino llegaran a nuestra tierra y cómo engañaron a nuestra gente con su promesa de irse en 5 años”.
“Por supuesto, como a muchos otros uigures, me dijeron que no hablara ni siquiera que tratara de indagar en nuestra historia, especialmente esa parte de la historia, porque terminaría en la cárcel o desaparecido, al igual que el candidato a Ph.D de la Universidad de Tokio, el historiador Tohti Tunyaz”.
“Durante mi época en el colegio, recibí educación política todos los miércoles desde la escuela primaria, en la que elogiábamos lo importante que era el Partido Comunista y cómo nuestra región y el Tíbet eran parte de China desde el principio de los tiempos. Firmé muchos documentos en los que afirmaba que no haría oración, ayunos, ni ninguna actividad relacionada con la religión y fui testigo de cómo nuestro lenguaje fue eliminado del sistema educativo”.
“Vi a muchos uigures desaparecer, presencié cómo a muchos no se les permitía reservar hoteles -pues hay una vieja prohibición a los uigures a reservar hoteles en China continental- y fui testigo de muchas otras cosas duras. Pero también me callé. Porque pensé que si me quedaba callado y hacía lo que nos decían que hiciéramos, no tendría muchos problemas y podría vivir mi vida normal”.
“Llegué a los Estados Unidos con una visa de estudiante en el 2015 en busca de ampliar mis estudios y fue aquí que, descubrí que la libertad se siente mejor de lo que pensaba, aunque todavía no puedo disfrutarla plenamente.
Todavía no puedo comentar, ni decir nada en las redes sociales acerca de los uigures, o cosas relacionadas con nuestro grupo mientras uso mi auténtico nombre. Tampoco puedo asistir a actividades que los uigures organizan, o decir lo que pienso a otro uigur, porque nosotros mismos creemos que hay espías chinos enviados desde Beijing entre nosotros”.
“Incluso los uigures que ya han obtenido la nacionalidad de otro país usan gafas de sol en las protestas o se mantienen alejados de las actividades por temor a causar problemas a sus familiares. Por eso, a pesar de todo eso mantuve el silencio, a pesar de escuchar las interminables historias trágicas y otras cosas que suceden en mi tierra natal. Me mantuve en silencio durante casi todo. Hice todo lo que el gobierno chino nos pidió que hiciéramos, y nos mantuvimos alejados de lo que nos prohibieron, y a pesar de haber seguido las reglas, todavía nos torturan, nos persiguen, borran nuestra identidad e incluso acaban con nuestra existencia”.
“Perdí el contacto con mi familia casi desde que llegué a este país en el 2015, momento en que comenzó la actual represión del gobierno chino a los uigures. Hace apenas unos meses, confirmé que mi padre fue sentenciado a 11 años de prisión a principios de marzo de 2018 y que mi madre fue internada en un campo de concentración a finales de noviembre de 2017, gracias a un amigo kazajo de mi padre que huyó a Kazakstán”. (Pues hay muchos kazajos en la región que también han sido encarcelados o llevados a campos de concentración). Sus familiares y otros kazajos en Kazakstán pidieron a su gobierno que solicitara a China que los liberara, y éstos han negociado con mucha discreción la liberación de cientos de kazajos a cambio del silencio del gobierno de Kazakstán”.
Este es el testimonio de un uigur con el que 4Asia conversó y que, a pesar de vivir en un país libre, no puede escapar de la opresión china a través de lo que está padeciendo su familia.
”No se debe postergar la ocupación de Xinjiang, porque una demora puede llevar a la interferencia de los ingleses en los asuntos de Xinjiang, pueden activar a los musulmanes, incluidos los indios, para continuar la guerra civil contra los comunistas, lo cual es indeseable, ya que hay grandes depósitos de petróleo y algodón en Xinjiang, que China necesita con urgencia. La población china en Xinjiang no supera el 5%, después de tomar Xinjiang, se debe elevar el porcentaje de la población china al 30% mediante el reasentamiento de los chinos para el desarrollo integral de esta enorme y rica región y para fortalecer la protección de las fronteras de China…”
Fueron las palabras de Stalin en una reunión con una delegación del Partido Comunista Chino el 27 de junio de 1949. En ésta se abordaron distintos temas entre ellos las ayudas económicas que desde la URSS se daban a China. Estas palabras demuestras que el plan de controlar a Xinjiang es de vieja data, y que fue auspiciado por la Unión Soviética. A día de hoy Beijing no sólo tiene control absoluto de la región, sino que ha estimulado la repoblación para garantizar que las minorías no sean mayoría. A través del miedo tienen controlados a millones de ciudadanos tanto en Xianjiang como a sus familiares en el exterior. (Foto: Todenhoff, flickr.com)