¿Un Papa asiático?

La muerte de un Papa y sus consecuencias puede analizarse desde diversos parámetros, teológico, sociológico, eclesiástico o político, en la medida en que el Papa es el jefe de un Estado muy pequeño pero que puede ser muy influyente desde el punto de vista de que el guía espiritual de miles de millones de creyentes.

Y la muerte del Papa Francisco en medio del caos internacional y el reajuste de alianzas que vive el planeta ha venido a añadir un elemento más en el confuso panorama.

En este contexto, diferentes lobbys, gobiernos y sectores político-religiosos han comenzado a actuar, a sugerir candidatos y a calcular consecuencias de la elección inminente. Y la posible, aunque no la más probable, elección de un cardenal asiático para la vacante silla del Vaticano está en circulación y aunque se especula con varios nombres, es el del cardenal filipino Tagle el que suena con más fuerzas. Flipinas es un país mayoritariamente católico, herencia de la época de presencia española en las islas, en un continente donde el cristianismo está creciendo. De hecho, la presencia de cardenales asiáticos en el colegio electoral que ha de elegir al nuevo Papa es decisiva.

China firmó, con el Papa Francisco, un acuerdo con el Vaticano qu implicaba cierta intervención de Pekín en los asutos de los católicos chinos y atenuar sus presiones en una iglesia china nacional  e intervenida que fue bien acogida por el resto de católicos, pero probablemente a Pekín le interese un Papa, si no cercano, al menos no muy agresivo, como de hecho era Francisco.

Pero, claro está, los jugadores son muchos, El poder burocrático vaticano, en manos de cardenales italianos desde casi siempre, anhela a uno de los suyos como Papa tras muchos años de papas no italianos. América Latina y África, donde más católicos viven, reclaman voz nte el crecimiento del protestantismo evangélico y en Europa se calcula si no sería bueno un Papa algo más tradicionalista, italiano o de la Europa del Este que juegue en el difícil equilibrio entre las ambiciones de Putín y sus aliados, los deseos de liderazgo de Francia y la creciente influencia de Italia.

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