Como ya hemos comentado en otras ocasiones, paralelamente a las negociaciones bilaterales entre Chin y EEUU para frenar su guerra comercial, la lucha salvaje prosigue en las trincheras económicas de algunas regiones. Por ejemplo, en el sureste asiático donde hay una notable influencia china desde siempre y un plan de EEUU de décadas de intento de potenciar su presencia política y comercial en aquellos países con resultados desiguales.
El ejemplo es Vietnam. Este país, icono mundial de la lucha contra los EEUU, tiene ahora una buena relación con algunas empresas norteamericanas y, a la vez, ha estrechado recientemente sus lazos económicos con China aceptando la instalación en su territorio de fábricas chinas que exportan sus productos a .Occidente.
Vietnam ha sido uno de los pocos países que ya ha llegado a un acuerdo arancelario con EEUU que ha sido duramente criticado por China. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que los aranceles a las importaciones vietnamitas quedan recortados desde el 46 % anunciado en abril hasta un 20 %, porcentaje que asciende al doble para mercancías que reciba de Hanói y detecte que tienen origen en otras naciones, en alusión indirecta a China, que ha criticado el acuerdo. “Un 20 % es bastante bajo. Está muy bien para Vietnam porque es realmente el coladero, no solo por transbordo, sino porque China produce mucho (en el país)”, dijo a EFE la economista jefe para Asia-Pacífico del banco de inversión Natixis, Alicia García-Herrero.
Vietnam ha pedido a Estados Unidos que lo reconozca cuanto antes como economía de mercado y retire las restricciones a las exportaciones de algunos productos.
Expertos consideran que el pacto con Hanói sirve a Washington para apretar las tuercas al transbordo de bienes y a la deslocalización de numerosas empresas manufactureras chinas que trasladaron su actividad a Vietnam durante el primer mandato de Trump (2017-2021) con vistas a esquivar los aranceles impuestos entonces sobre Pekín.