La reciente decisión de la Casa Blanca de imponer nuevas restricciones a la venta de semiconductores y equipos de fabricación de chips a China es, en definitiva, una medida diseñada para frenar la capacidad de Beijing de seguir modernizando su ejército y detener el desarrollo de su economía, mientras buscar impedir, o al menos dilatar, la posibilidad de que China se convierta en una potencia dominante de este sector.
La legislación aprobada en Washington, la ley de Chips y Ciencia, incluye la reducción de los costos de los bienes, creará empleos de fabricación bien remunerados en todo el país y garantiza la fabricación en territorio estadounidense de dicha tecnología. Mientras, impone más restricciones a la venta de semiconductores y equipos de fabricación de chips a China, lo que evidencia la presión en la que se encuentra Estados Unidos para mantenerse a la vanguardia de la industria de semiconductores y reducir la dependencia de Taiwán como el único proveedor de productos electrónicos avanzados esenciales en materia militar y comercial.
De igual manera, la ley contempla 52.000 millones de dólares en subvenciones que ayudará a Estados Unidos a ganar la competencia económica del siglo XXI, de acuerdo con las palabras del propio Biden. Pues la falta de semiconductores detuvo la producción de automóviles el año pasado y derivó en un aumento de precios en la industria automotriz, lo que tuvo un impacto negativo en su economía.
La importancia estratégica de esta tecnología quedó en evidencia en el viaje de Biden a Asia a mediados de este año, pues su primera activad al aterrizar en Seúl fue ir a la fábrica de semiconductores de Samsung en las afueras de la capital. Allí, se reunió con el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol y el vicepresidente de Samsung Electronics, Lee Jae-yong mientras aprovechó para presumir de la construcción de una fábrica de semiconductores en Texas valorada en unos 17 millones de dólares.
China por su parte está dedicando cientos de miles de millones de dólares a este esfuerzo, que recientemente dio sus frutos cuando su principal fabricante de chips, la Manufacturing International Corporation logró producir los chips de siete nm, que solo TSMC y Samsung habían sido capaces de fabricar. Lo que es una indicación de los recursos y esfuerzos invertidos en el área. Beijing entiende que no puede quedarse atrás en este sector tan estratégico.
En este sentido, Chun-Chao Lin, un teniente coronel del ejército de Taiwán, escribió un artículo para el centro Scowcroft de Estrategia y Seguridad del Atlantic Council titulado “Taiwán muestra cómo ganar la carrera de los semiconductores requiere más dinero” en el que explica que los beneficios incluidos en la nueva ley estadounidense garantizarán la fabricación de esta tecnología y sugiere como las empresas estadounidenses deben incorporar la fabricación de alto volumen, la adquisición de materiales, el control de calidad, la retroalimentación del aprendizaje automático. En pocas palabras, estas empresas deberán mantenerse dedicados a la investigación y desarrollo veinticuatro horas del día.
Chun admite que existe preocupación en Taiwán de que las inversiones en este sector se estén trasladando a los Estados Unidos y que, esto pueda debilitar la industria en la Isla. Sin embargo, afirma que la realidad es que el crecimiento de la competencia seguirá generando innovación, fortaleciendo la industria de semiconductores en Taiwán y beneficiando a todos los países.
En última instancia, sugiere Chun que una mayor experiencia en la industria de semiconductores generará en los líderes asiáticos en esta área, como TSMC y Samsung, la búsqueda de la expansión de sus bases de fabricación. Su presencia en suelo estadounidense junto con los proveedores y subcontratistas que se trasladarán como parte de este nuevo marco legal fomentarán un ecosistema que impulsará el desarrollo eficiente de una industria de semiconductores que podría reforzar la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Asimismo, considera el autor que la integración de las cadenas de suministros de semiconductores mejorará la capacidad de los países democráticos en mantener una ventaja competitiva frente a China y fortalecer la columna vertebral de la asociación del Indo- Pacífico.