THE ASIAN DOOR: Ucrania, game-changer del tablero geopolítico global. Águeda Parra

Cumplido un año desde la invasión de Ucrania, los cambios históricos se suceden en diferentes ámbitos, todos ellos estrechamente vinculados. El apoyo de los aliados de la OTAN, las sanciones impuestas por la Unión Europea, las votaciones de condena a la invasión rusa celebradas en la Asamblea de las Naciones Unidas, y la reestructuración del esquema energético global están generando el mayor cambio en el tablero geopolítico global de las últimas ocho décadas.

La Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido un eslabón más en los cambios históricos que están redefiniendo el tablero sobre el que se fundamentará la geopolítica mundial en las próximas décadas. La declaración de Rusia como amenaza para la Alianza Atlántica puso mayor énfasis en la defensa de la integridad territorial de Europa, mientras que el potencial de Ucrania como game-changer del tablero geopolítico global se ha apreciado en el cambio de definición de China en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, pasando a considerar además al gigante asiático como el mayor desafío estratégico para los próximos diez años. Un cambio que supone ampliar el prisma de interés de la Alianza hacia el Indo-Pacífico, poniendo énfasis en el protagonismo que están tomando las dinámicas geopolíticas y de seguridad en los últimos años en la región, y en el posicionamiento de India, China e Indonesia ante los cambios geopolíticos que está desencadenando la invasión de Ucrania.

Ucrania como game-changer de excepción del tablero geopolítico global ha propiciado la redefinición del esquema energético europeo, configurándose como resultado un nuevo modelo de abastecimiento del gas ruso hacia otros destinos con los que, implícitamente, se fortalecerán las alianzas económicas, comerciales, pero también geopolíticas. En este cambio de relaciones energéticas, India ha sido el país que más ha incrementado sus importaciones de recursos energéticos de Rusia, aprovechando el excedente que ha acumulado el país por las sanciones impuestas por la Unión Europea, y los grandes descuentos ofrecidos en la búsqueda de nuevos clientes. De ahí, que India se haya convertido en el principal destinatario de las exportaciones de gas y petróleo ruso, multiplicándose hasta por catorce durante 2022 respecto al año anterior.

Otro de los actores que ha tomado protagonismo en la redefinición del suministro energético ruso ha sido China, pasando a convertirse en el principal proveedor de petróleo y gas del gigante asiático, sobrepasando a Arabia Saudita. De ahí, que el presidente Xi Jinping haya comentado que la asociación energética sea la piedra angular en la cooperación entre los dos países. A pesar de la acelerada reordenación del suministro energético ruso hacia otros destinos, y la reducción del precio para facilitar que no se acumulara excedente tras disminuir el suministro a Europa, Rusia ha incrementado sus ingresos de petróleo y gas un 28% respecto a antes de la guerra.

Las restricciones por la política de Covid cero impuestas por China han mantenido a la economía china en una latencia sostenida durante todo el 2022, registrando el país asiático el menor crecimiento económico en 40 años, de ahí que la demanda de recursos energéticos del exterior haya sido moderada. No obstante, las exportaciones de petróleo ruso a China se han incrementado un 10%, y un 32% en Gas Natural Licuado durante los primeros 10 meses de 2022, según fuentes oficiales rusas. Es previsible que se siga manteniendo el suministro en esos niveles, o que incluso se incremente, principalmente a través del Ártico, por donde fluye el suministro hacia Asia.

Entre los efectos de la geopolítica de la energía, la guerra en Ucrania ha tenido además un factor dinamizador de la descarbonización de Europa, estimado entre cinco y diez años, aunque seguirá siendo necesaria una mayor expansión de la capacidad eólica marina y solar para cumplir con los objetivos climáticos. Sin embargo, el amplio dominio de China en el suministro de materiales para tecnologías verdes cambia el eje de dependencia energética de Rusia hacia China, ya que el gigante asiático actualmente domina el 70% de la producción solar.

De nuevo, la encrucijada de la dependencia energética vuelve a escena para convertirse en elemento central del esquema de seguridad energética global y, por ende, del tablero geopolítico mundial. De ahí que resulte esencial un mayor enfoque estratégico por parte de la Unión Europea para avanzar hacia la autosuficiencia energética, sin que el dominio tecnológico de China, ni las políticas proteccionistas de Estados Unidos condicionen una transición energética, adquiriendo nuevas competencias tecnológicas que le permitan posicionarse como actor relevante en el esquema energético global, y por ende, en el tablero geopolítico mundial.

 

Exacerbación de tensiones entre China y Estados Unidos. Nieves C. Pérez Rodríguez

El mundo está pasando por una tensión sin precedentes, aunque en los últimos años hemos venido advirtiendo de una subida exponencial de la tensión entre Washington y Beijing. Lo que estamos viendo ahora ha superado alguna de las previsiones hecha por los expertos y nos están llevando al borde del precipicio precisamente en medio de una ya compleja situación internacional, con la guerra de Ucrania y con una golpeada economía mundial producto de las restricciones de la pandemia.

Después de que el mundo avanzara un proceso de globalización muy sofisticado consiguiendo la interconexión de casi todas las regiones del planeta, nos encontramos en un momento de retorno en el que los Estados se cierran como un mecanismo de blindaje frente a la incertidumbre y las agresiones como el surgimiento y desconocimiento de un nuevo virus, la interrupción de la cadena de suministro y la desconfianza que han padecido las empresas internacionales asentadas en territorio chino.  Así como los riesgos cada día más latentes de ataque a los valores occidentales y democráticos de manos de grupos radicales y campañas de desinformación auspiciadas por Rusia y /o China.

La incógnita del origen del Covid-19 junto con la poca transparencia del gobierno chino, el curioso manejo de la OMS al principio del 2020 que ha merodeado toda la dinámica y en muchos casos la cantidad de preguntas sin respuestas han puesto el foco en el Partido Comunista China que ha jugado la carta de la desinformación para eludir respuestas.

La teoría de que el Covid-19 se originó en Wuhan a finales del 2019 y que efectivamente fue una creación china que escapó de un laboratorio de Wuhan y que acabó paralizando la vida del planeta con cerca de 6.9 millones de víctimas fatales se ha repetido hasta el cansancio.

En este sentido, en Estados Unidos las investigaciones no han cesado, y distintas entidades buscan respuestas. El fin de semana se filtraba que el Departamento de Energía de los Estados Unidos se sumaba a la teoría de que el Covid19 se originó en un laboratorio, lo que viene a dar fuerza a la misma teoría manejada por el FBI y dada a conocer en el 2021. La necesidad de conocer de donde vino el virus es crucial en América debido a que mas de un millón de ciudadanos perdieron la vida como consecuencia de este. Por lo que el Consejo Nacional de Inteligencia ha venido llevando a cabo un análisis estratégico de largo plazo paralelamente con otras agencias del gobierno que descartan la posibilidad de que el virus se produjo de una infección animal que pasó a un humano.

La falta de pruebas sobre el origen animal del virus y el hecho de que Wuhan es el centro de la extensa investigación del coronavirus en China ha llevado a algunos científicos y funcionarios estadounidenses a creer que la teoría del laboratorio es la mejor explicación

El consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, aseguró que Biden solicitó que los laboratorios nacionales que son parte del departamento de Energía fueran incluidos en esta evaluación porque quieren asegurarse de tener todas las herramientas en uso para poder resolver la incógnita.

Por su parte los legisladores republicanos de ambas cámaras están llevando a cabo también sus propias investigaciones sobre el origen de la pandemia mientras presionan a la Casa Blanca y a la comunidad de inteligencia para que desclasifiquen más información. Algunos de los legisladores republicanos recurrieron a Twitter para exigir información mientras que funcionarios de inteligencias subrayan que aún están juntando piezas. Vale resaltar que ambas cámaras están llevando a cabo sus propias investigaciones y continuarán hasta poder determinar el origen del Covid-29.

Mientras China sigue negando que el virus se originó en su territorio y contraataca una vez más pidiendo a Washington que no politice el tema.  Reacción similar a la que tuvieron con el derribo del globo espía o a cualquier advertencia que haga Washington a Beijing sobre por ejemplo, algún tipo de asistencia que provean a Rusia en la guerra.

Paralelamente, en Estados Unidos se dedica cada día más tiempo a educar sobre sobre el peligro que representa China para su seguridad nacional y las ambiciones de Beijing en el Mar de la China, la situación de Taiwán, o cualquier hecho que ilustre la manera de proceder china.

El pasado viernes, por citar un ejemplo, miembros de la prensa fueron invitados a volar en un avión de reconocimiento de la Marina estadounidense la complicada zona alrededor de las disputadas islas Paracelso, ubicadas al norte del mar del sur de China, al este de Vietnam y al sur de la isla china de Hainan, cuando una voz por radio proveniente del ejército chino se comunica con la aeronave estadounidense para advertirle que está acercándose a territorio chino y que puede ser derribado si llegara a violar el espacio aéreo. A solo unos minutos de la advertencia aparece al lado del avión una aeronave de combate chino dotado con misiles que, de acuerdo con el periodista de CNN a bordo, voló tan cerca que podían ver al piloto chino girándose a verlos.

La tensión entre ambas potencias se ha exacerbado exponencialmente en los últimos días. La cancelación de la visita del secretario de Estado a Beijing a razón del globo espía ha cerrado otra puerta de comunicación, al menos temporalmente. El ministro de la Defensa chino se ha negado a conversar con su homólogo americano en varias oportunidades y de momento es poco probable que se organice alguna llamada entre Xi y Biden por la misma crispación. Y mientras tanto el mundo se divide más y los aliados de Washington parecen comprender finalmente que Rusia es una complicación que toca atender pero que el gran problema del futuro yace sobre China…

 

 

Ucrania: el plan chino no convence a casi nadie

Ni siquiera Moscú ve posibilidades a la propuesta china de un plan de 12 puntos para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania. Los agresores rusos afirman que no se dan condiciones para la paz, rechazan la expresión del documento sobre el respeto a la integridad territorial de los países, lo que es coherente porque los rusos la han violado en Ucrania y en otros países históricamente, y consideran que no es suficiente la suspensión de las sanciones a Rusia, ya que subrayan que son precisamente Estados Unidos y los aliados occidentales los responsables de la creación de la tensión que ha llevado a Rusia a la “necesaria” intervención en Ucrania para defender la seguridad nacional rusa. Verdaderamente. La propaganda, la mentira y la desinformación presiden todos los conflictos pero especialmente este que sufre Ucrania.

Curiosamente, ha sido el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, el único gran protagonista de este drama que ha expresado su disposición a reunirse con el presidente chino y hablar del plan, no, evidentemente, porque lo encuentre viable sino porque está en una maniobra diplomática de demostrar su posición abierta y separara a países blandos con Rusia del apoyo a Putin desenmascarando más al agresor y subrayando quién se opone a hablar de un acuerdo. A la vez, Zelenski subraya que Ucrania exige la retirada de las fuerzas rusas a sus fronteras y la restitución de todos los territorios ocupados incluida Crimea.

Lo más importante tal vez sea que China, aunque responda a motivos turbios y retorcidos de mejorar imagen y negocios, se distancia algo de Moscú y se proclama como protagonista mundial con iniciativa propia. Este es un juego que debe tener en cuenta Occidente porque abre el terreno a posibilidades diplomáticas amplias y no solo referentes a Ucrania. Si China está dispuesta a jugar de verdad, aunque suponga ofrecer un salvavidas a Putin, puede llevarse a acuerdos más amplios en el que, en este momento, Pekin ofrece debilidades económicas derivadas de su mala gestión de la pandemia y de sus necesidades energéticas aumentadas por el caos actual. Estos hechos están detrás del plan de Estados Unidos con la frustrada visita a China del secretario de Estado, Antony Blinken, para explorar puntos de acercamiento.

INTERREGNUM: China tiene un plan. Fernando Delage

Al cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania, China ha querido presentarse como mediador neutral ofreciendo un plan de paz para acabar con la guerra. La propuesta, anunciada por el presidente Xi el 24 de febrero, reclama un inmediato alto el fuego y el fin del envío de armas por parte de actores externos a Ucrania y Rusia. China no exige, sin embargo, la retirada rusa como requisito previo para las negociaciones, por lo que el plan carece de toda viabilidad.

¿Para qué sirve entonces su propuesta? ¿Y por qué la presenta en este momento, después de haber intentado mantenerse al margen del conflicto durante un año? Una posible respuesta es que China quiere transmitir una señal sobre su liderazgo diplomático como potencia responsable, lo que a su vez tiene un doble objetivo. Maniobrando para erosionar la unidad occidental, trataría, en primer lugar, de transmitir a los europeos la idea de que comparte sus mismos objetivos con respecto a la estabilidad en el Viejo Continente. Más relevante es, por otra parte, el mensaje que China lanza a las naciones emergentes, frente a las cuales se presenta como una potencia amante de la paz que ofrece una solución constructiva a sus necesidades, en contraste con el desorden causado por la mentalidad de guerra fría de Estados Unidos. No es casualidad por ello que, también la semana pasada, Pekín publicara un documento sobre los principios de su “Iniciativa de Seguridad Global”, anticipada por Xi la pasada primavera.

Más que los esfuerzos de propaganda, lo que realmente preocupa a Occidente es la posibilidad, en la que han coincidido en los últimos días un reportaje de Der Spiegel y el director de la CIA, de que China proporcione ayuda militar a Rusia. Es un escenario que abriría una nueva fase en la guerra, y también en las relaciones de las democracias liberales con la República Popular. A priori no tiene mucho sentido que Pekín quiera provocar una escalada que conduciría a graves sanciones y a un enfrentamiento directo con la OTAN, pero la cuestión de fondo tiene que ver con su percepción acerca de la evolución del conflicto y el impacto sobre sus intereses. A los estrategas chinos no les inquieta cuándo terminará la guerra sino cómo.

Una opinión muy extendida entre los analistas es que a China no le conviene la completa victoria de ninguna de las partes. Un triunfo de Ucrania reforzaría la posición de Estados Unidos y de Occidente, que podrían concentrar su atención en la rivalidad con China y prestar mayor apoyo a Taiwán. Al mismo tiempo, una Rusia derrotada podría verse forzada a llegar a algún tipo de entendimiento con el mundo euroatlántico, poniendo fin a su asociación con la República Popular. Otro efecto simultáneo de este resultado sería que tanto India como Japón podrían focalizar sus cálculos estratégicos hacia Pekín sin tener que preocuparse por la variable rusa. Un escenario de inestabilidad interna en Rusia o—en el caso más extremo—un cambio de régimen, sería, por añadir una última hipótesis, la peor de las pesadillas para Pekín. Por resumir, sería fundamental para China evitar una derrota rusa.

Pero tampoco una victoria decisiva de Moscú sería necesariamente favorable. El margen de maniobra chino se reduciría en el caso de que Rusia ya no tuviera que depender en tan alto grado de la República Popular. El pago en yuanes de sus importaciones de gas y petróleo, el oleaducto “Power of Siberia 2”, o el ferrocarril que une a China con Kirguistán y Uzbekistán, son proyectos que han podido salir adelante por las circunstancias de la guerra. De otro modo, el Kremlin no habría aceptado la creciente penetración china de Asia central.

La cronificación del conflicto y el desgaste de Rusia y de Occidente sería teóricamente el escenario que más beneficiaría a los intereses chinos. Se reduciría la presión norteamericana en el Indo-Pacífico y la competición económica con Europa en Eurasia, y contaría con mayor libertad de acceso a Asia central. Al no participar directamente en la guerra continuaría acumulando capacidades, y se encontraría en mejores condiciones para resolver el problema de Taiwán. Ningún gobierno puede, no obstante, controlar la dinámica de una guerra. Pekín juega varias cartas simultáneamente, pero no todas ellas son compatibles entre sí. Atrapada en su relación “sin límites” con Rusia—aunque ha dejado de utilizar ese calificativo—busca reducir el impacto de una agresión que, en vez de salvar al mundo para la autocracia, no ha hecho sino entorpecer las ambiciones chinas.

El incidente del globo salpicará la dinámica internacional por mucho tiempo. Nieves C. Pérez Rodríguez

El secretario de Estado Antony Blinken afirmó que Estados Unidos no tiene dudas de que el globo chino derribado en el espacio áreo estadounidense era un aparato espía reconfirmando así las primeras teorías y suposiciones. Pasadas un par de semanas del incidente y con información veraz y con pruebas en mano de muchos de los componentes recuperados del artilugio, la Administración Biden está convencida de la auténtica naturaleza de éste.

Los globos son una vieja técnica empleada primero en 1794 por los franceses durante la Revolución Francesa, luego por los Estados Unidos en 1862 durante la Guerra Civil y desde entonces han sido utilizados a lo largo de la historia con mucha frecuencia por ser una tecnología relativamente económica que ha podido dar a los Estados información privilegiada y de primera mano desde el aire. Pero con la llegada de los satélites los globos fueron dejados a un lado y se dedicaron muchos más recursos al desarrollo de satélites que a su vez han sido clave en las telecomunicaciones de última generación.

A razón del incidente del globo chino, el uso de estos ha comenzado a cuestionarse porque con la excusa de que son globos de uso civil pueden en efecto estar siendo usado con propósitos más grises. En este sentido, Naciones Unidas acaba de publicar un informe en el que afirma que alrededor de 1000 globos meteorológicos despegan de unas 900 localidades diferentes del planeta cada día. De acuerdo con la Agencia de Cooperación Climática de la ONU, estos globos son claves para observar y estudiar la atmosfera y por tanto juegan un papel importante en el sistema de observación global, proporcionando información vital para el monitoreo y las predicciones climáticas.

Pero en medio de la polémica se especula y se teme que en efecto muchos de los globos en el aire estén haciendo trabajo de espionaje. El Financial Times informó hace un par de días de que docenas de globos militares chinos habían sido vistos en el espacio aéreo taiwanés en años recientes. Y el ministro de defensa de Taiwán agregó que “han detectado globos chinos climáticos pero que si llegarán a hallar un globo espía no dudarían en derribarlo”.

En este sentido, un militar taiwanés dijo haber encontrado un globo meteorológico estrellado que sobrevoló Dong yin, una isla controlada por Taiwán a las 11 am del martes pasado y que posteriormente fue encontrado en lo que parece haber sido un accidente, al que el ministro de defensa taiwanés dijo que necesita investigar más antes de poder llegar alguna conclusión de lo ocurrido, informó Kelly Ng periodista de BBC.

La polémica del globo espía derribado por los estadounidenses junto con la certeza de que hay decenas de globos (sin identificar su naturaleza) volando por todo el planeta ha abierto un nuevo debate diplomático y ha caldeado la ya tensa relación entre Beijing y Washington.

La respuesta inmediata ante el descubrimiento del aparato fue suspender la visita del secretario de Estado a China, lo que se entiende como una respuesta apropiada primero para manifestar incomodidad y desacuerdo y en segundo lugar para marcar distancia y castigar al enemigo.

Sin embargo, en medio de la fuerte tensión entre Washington y Beijing, el Pentágono envió a Michael Chase, el más alto representante en el área de defensa de la oficina de China en una visita a Taiwán que ha dejado desconcertados a algunos puesto que es la segunda visita de este nivel que tiene lugar en cuatro décadas.

En 1997, el republicano Newt Gingrich visitó Taiwán junto con otros once miembros de su cámara en una visita oficial que tuvo una duración de tres días. Veinticinco años después, durante el verano del 2022, Nancy Pelosi, la ex presidente de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, visitó Taipéi en medio de otra polémica y quejas diplomáticas chinas debido a que se había filtrado con anticipación que estaba preparándose el viaje.

Además del destacado perfil político de Pelosi, con una trayectoria de treinta y cinco años en el Congreso y siempre crítica con las violaciones de derechos humanos en China, Pelosi es una mujer muy respetada internacionalmente por su larga trayectoria y además, por su cargo, era la segunda en la línea de sucesión a la presidencia de los Estados Unidos en caso de que a Biden le sucediera algo.

Aunque la reciente visita de Michael Chase ha sido manejada con relativa discreción, el Pentágono afirmó que Estados Unidos apoya a Taiwán y tiene una estrecha relación en materia de defensa con la isla frente a los riesgos y amenazas que representa la Republica Popular China.  “Nuestro compromiso con Taiwán es como una roca sólida y contribuye a mantener la paz y la estabilidad a lo largo del Estrecho de Taiwán y con la región” dijo el portavoz del Pentágono Martin Meiners.

Es probable que Beijing prepare su artillería y repita su comportamiento una vez que Pelosi terminó su visita y vuelva a la carga con ejercicios militares de gran escala y vuele misiles balísticos sobre Taiwán en señal de desacuerdo y de demostrar que están listos para defenderse si fuera necesario y de que están decididos a seguir el plan del Partido Comunista Chino de incorporar Taiwán a China tal y como lo han venido diciendo por décadas. El incidente puede seguir desencadenando más choques y asperezas que ni Dios quiera sigan remontando …

INTERREGNUM: China-EE UU: la espiral que no cesa. Fernando Delage

Aunque el incidente del globo espía chino aún no ha llegado al final de su recorrido, ha hecho evidente cómo, en un contexto de competición estructural entre dos grandes potencias, cualquier hecho menor puede magnificarse. El problema no es que China espíe—sería del todo anormal que no lo hiciera—, sino que el incidente haya distraído a ambos gobiernos con respecto a cuestiones mucho más relevantes. Y que lo haya hecho, además, cuando—tras el encuentro entre Biden y Xi Jinping en noviembre—se había restaurado la intención de volver al diálogo. La suspendida visita a Pekín del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, tenía precisamente como objetivo intentar avanzar hacia alguna fórmula estable de interacción entre los dos países. Su encuentro en Múnich el pasado sábado con su homólogo chino, Wang Yi, reunión que no se confirmó hasta el último momento, no sirvió más que para una nueva escalada retórica en sus denuncias mutuas.

Tanto Blinken como Wang se encontraban, es cierto, con un limitado margen de maniobra. Por parte norteamericana, el globo espía no ha hecho sino agravar la percepción de la amenaza china, convertida en tema central de la política nacional. Por parte china, no puede descartarse que todo haya respondido a un fallo de coordinación, y que la trayectoria del globo en cuestión fuera desconocida por los máximos dirigentes. No tiene realmente sentido que el presidente chino diera su visto bueno a una incursión en el espacio aéreo de Estados Unidos cuando trataba de rebajar la tensión con Washington.

Sin embargo, tras un breve intento de disculpa inicial, el gobierno chino pasó a la ofensiva. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores culpó a Washington de exagerar la cuestión y “recurrir a la fuerza de manera inaceptable e irresponsable” al derribar al artefacto, además de atribuirle el despliegue de sus propios globos espía sobre territorio chino. En Múnich, fue el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, quien advirtió a Washington sobre la “erosión de la confianza mutua y el riesgo de un accidente”. Urgió asimismo a Estados Unidos a “cambiar de dirección, y a reconocer y reparar el daño causado a las relaciones bilaterales”.

Lejos de atender sus sugerencias, Blinken dio a entender que China podría estar dispuesta a proporcionar ayuda militar a Rusia en su campaña contra Ucrania; un comentario que resta credibilidad al anuncio hecho por Wang de que Pekín ofrecerá una propuesta para poner fin a la guerra. Lo que intenta la República Popular es tratar de normalizar la relación con los europeos después de haber levantado las restricciones por la pandemia y, de paso, evitar un completo alineamiento del Viejo Continente con Estados Unidos. Antes de acudir a la Conferencia de Seguridad de Múnich, Wang visitó Francia e Italia, y esta misma semana viajará a Hungría y Moscú. La preparación de los próximos viajes de Macron y Meloni a Pekín le ofrecieron una oportunidad para tantear el terreno, aunque con escasos resultados, pues China no abandona la posición de que Estados Unidos y la OTAN son los responsables del conflicto en Ucrania.

Las circunstancias no facilitan pues la restauración de un entorno de estabilidad. Es habitual que, en las relaciones entre Estados Unidos y China, se produzca cada cierto tiempo una crisis, cuya consecuencia es el bloqueo diplomático, hasta que ambas partes coinciden en que ha llegado el momento para un deshielo y retoman las conversaciones. La crisis del globo espía es aún muy reciente. Pero el calendario electoral norteamericano no ayudará a una rápida desescalada. De cara a su reelección, Biden puede estar predispuesto a reforzar su línea dura hacia China. Mientras, tampoco Xi puede ceder cuando observa a los aliados europeos y asiáticos de Estados Unidos formando un frente común contra la República Popular. El previsto viaje a Moscú del presidente chino podrá darnos, no obstante, algunas claves sobre lo que cabrá esperar en los próximos meses.

China quiere ser “socio de la paz” en Ucrania

China vuelve a insistir en su voluntad de gran protagonismo mundial y ha sugerido que tiene un plan para tratar de llevar a la mesa de negociaciones a Rusia y Ucrania con esperanzas de alcanzar un acuerdo. Es el mismo objetivo que busca desde hace meses Turquía sin que parezca que haya logrado avances sustanciales. Hasta ahora, los planes sugeridos contenían concesiones territoriales a Rusia, además de consolidarle la apropiación de Crimea con el argumento de que una derrota total de Rusia no es aconsejable para la futura estabilidad internacional. Pero Ucrania, que ha logrado resistir un año y hasta invertir el curso de la guerra, reclama la retirada de todas las tropas rusas de su territorio nacional para plantearse un acuerdo de paz duradero.

En la primera opción están países aliados de Rusia y cada vez más afectados por la desestabilización de la economía mundial, aunque en la misma dirección se oyen voces timoratas y vergonzantes en Europa por ahora minoritarias. En la segunda está todo el Occidente oficial, y sobre todo la Europa central y oriental, que ya vivieron como con el mismo argumento que ahora (el ejemplo clásico y ya tópico) se cedió a Hitler los Sudetes para salvar la paz y el líder nazi, animado ante la cesión de Francia y Reino Unido, se anexionó Austria, invadió Polonia y comenzó la II Guerra Mundial.

Pero la jugada china es de más largo alcance. Mientras Pekín subraya su alianza con Rusia y, según servicios de inteligencia occidentales, estaría proporcionando munición de artillería a Rusia, aunque no suministros susceptibles de inclinar la balanza hacia Moscú, insiste en presentarse como defensora de la paz y de la soberanía de los países mientras sugiere concesiones a Rusia y aspira a liquidar el régimen democrático de Taiwán y ocupar la isla que considera territorio nacional chino. China trata de ofrecer una imagen de socio de paz, reducir la incertidumbre económica que le hace daño, ganar influencia y tratar de ganar tiempo en sus planes de expansión.

Europa, por ahora, no se fía y ha advertido que un suministro militar relevante a Rusia sería una línea roja cuyo traspaso sería inaceptable- Al menos Borrell lo explica así. Veremos qué pasa.

INTERREGNUM: Poder e influencia en Asia. Fernando Delage

Como cada año por estas fechas, el Lowy Institute, el conocido think tank australiano con sede en Sidney, ha publicado una nueva edición del “Asia Power Index”; un estudio que, mediante el examen comparativo de 133 indicadores en 26 naciones, evalúa los cambios que se van produciendo en la distribución de poder en el continente. Aunque en los resultados de la entrega de 2023 todavía pesan los efectos de la pandemia, las conclusiones deparan algunas sorpresas de interés.

La más significativa es quizá la relativa al parón del ascenso internacional de la República Popular China. En coincidencia con otros análisis que han venido publicándose durante los últimos meses, los datos recogidos por el informe rechazan, en efecto, la posibilidad de un “siglo chino”. No sólo se considera improbable que el PIB de China pueda alcanzar al de Estados Unidos hacia finales de esta década como proyectaban estimaciones anteriores, sino que, incluso, si lo lograra más adelante, su estatus tampoco sería comparable al disfrutado por Estados Unidos tras el fin de la Guerra Fría.

El escepticismo sobre las posibilidades chinas deriva de los malos resultados económicos obtenidos en 2022—en particular de la drástica caída de la inversión extranjera en China y la de ésta en el exterior—, así como del completo aislamiento que ha sufrido el país por el covid,  una medida que contrajo su conectividad con los Estados de la región. El desarrollo de sus capacidades militares se mantuvo, no obstante, al alza. Y, como matiza el Índice, aunque su poder militar siga estando por debajo del de Estados Unidos, supera cada vez en mayor medida al de sus vecinos.

Por este motivo, y puesto que el Índice mantiene en cualquier caso que no hay marcha atrás con respecto al fin de la hegemonía norteamericano, podría pensarse que el escenario alternativo al liderazgo chino sería un Indo-Pacífico multipolar, apoyado en una fórmula de equilibrio de poder entre varias grandes potencias. El estudio no encuentra evidencias, sin embargo, a ese respecto. Lo que observa es un significativo desfase entre el poder de China y el de Japón e India, ambos a la baja en sus respectivos indicadores. Por la misma razón, y en contra de opiniones muy extendidas (incluidas las de Pekín), tampoco se considera que la región se esté dividiendo en dos grandes bloques geopolíticos. Sin negar la división entre unos y otros Estados, lo que revela la compleja red de interacciones económicas, diplomáticas y de defensa entre ellos es la intención compartida de navegar de manera simultánea entre Washington y Pekín.

El papel desempeñado por los Estados intermedios es así otra de las más importantes lecciones del informe. A falta, por lo demás, de un claro consenso, actúan—como ha dicho el ministro indio de Relaciones Exteriores, Subrahmanyam  Jaishankar—en una especie de bazar; es decir, en un sistema definido por un importante número de actores, con patrones cruzados de interacción, y con una significativa volatilidad. Si quieren evitar tener que elegir entre una u otra gran potencia, lo que les une es la voluntad de asegurar—además de su respectiva soberanía nacional—la estabilidad y prosperidad de la región en su conjunto.

En último término, el Índice muestra los altibajos en la posición relativa de Estados Unidos y China en la región, pero subraya igualmente la importancia del ecosistema regional y de los movimientos de terceros actores. Si ni Estados Unidos ni China pueden establecer su primacía, las acciones de medianos y pequeños países no sólo condicionan las decisiones de los dos gigantes, sino que determinan en buena medida la naturaleza del orden asiático. Si éste continúa definiéndose como un conjunto desordenado de coaliciones varias, o bien puede catalizar en la formación de un concierto multipolar institucionalizado, es una pregunta que seguirá sin respuesta a medio plazo.

La lucha por el espacio cercano. Nieves Carolina Pérez Rodríguez

El espacio cercano es una nueva terminología que empieza a sonar en Occidente, pero que a China tiene ya mucho tiempo obsesionándola con su control. Parece que Occidente llega tarde a lo que Beijing ha entendido e incorporado en sus prioridades ya hace unos cuantos años. El espacio cercano es una zona en la atmósfera ubicada entre las 12 y 62 millas encima de la tierra y que los chinos la consideran estratégica para mantener control y vigilancia del resto del planeta.

Dada la necesidad de mejorar las telecomunicaciones y el desarrollo satelital, el espacio había sido una grandísima prioridad para las potencias mundiales; sin embargo, los acontecimientos de los últimos diez días parecen estar cambiando la atención e indicar que la zona entre la tierra y el espacio ha podido ser subestimada. Lo que comenzó el 28 de enero con la incursión en zona aérea estadounidense de un globo chino y al que curiosamente se le dejó flotar de costa a costa hasta que fue derribado el 5 de febrero ha abierto todo un nuevo debate sobre la importancia del espacio cercano.

Desde entonces, las especulaciones y revelaciones parecen no cesar.  El 8 de febrero, tanto el secretario de Estado, Antony Blinken, como el portavoz del Pentágono dieron a conocer que China ha conducido este tipo de misiones cuatro veces en los años recientes sin haber sido detectadas en tiempo real. Así mismo, otro alto funcionario en anonimato dijo a la cadena ABC que esas incursiones tuvieron lugar en Hawái, California y Virginia  y específicamente en Norfalk la base naval más grande los Estados Unidos.

El secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, en tal sentido aseguró que miembros de la alianza habían notado más actividad de espionaje chino incluido globos espías.  En medio de la crisis, Washington organizó un pronto encuentro virtual con aliados para informarles que habían detectado globos en más de 40 naciones.

Y lo que había parecido una semana ya movidita con tantos hallazgos, culmina con la detección de otros “tres objetos no identificados” viernes, sábado y domingo y con el derribo de los mismos. A lo que China responde el lunes en la rueda de prensa habitual celebrada en el Ministerio de Exteriores, en la que  el portavoz afirmó que “sólo el año pasado globos estadounidenses de gran altitud han sobrevolado ilegalmente el espacio aéreo de China más de diez veces sin contar con la aprobación o permiso de las autoridades” Curiosamente cuando un periodista preguntó cómo habían respondido a estas violaciones el funcionario dijo que responsable y profesionalmente pero sin dar más detalle al respecto.  Ni mostraron pruebas de las supuestas incursiones ni tampoco presentaron quejas formales correspondientes de las violaciones de su espacio aérea a Washington.

La propaganda del Partido Comunista chino está a plena ebullición aprovechando los hechos y dándoles el giro conveniente al punto que Weibo, la red social china equivalente a Twitter, amaneció el lunes con 900 millones de publicaciones que sostienen que Estados Unidos es el Estado que más vigila al resto del planeta.

La tensión en Estados Unidos ha subido, los medios y la sociedad reclaman más explicaciones y la Administración Biden insiste en no poder dar con completa claridad por ser información clasificada, además de que aún los hechos se encuentran en plena investigación. Sin embargo, no han indicado que los objetos sean globos ni que sean chinos, lo que puede ser debido a dos cosas: o que sean otro tipo de artilugios o que en efecto sean propiedad de otro país o empresa, aunque todo parece que no son objetos de vigilancia aunque si representaban un peligro real para el espacio aéreo civil. O que en realidad el misterio de estos últimos tres aparatos no sea desvelado puesto que aún se encuentran en proceso de recuperación de los mismos.

Aparentemente, la Casa Blanca está siendo asesorada por el equipo militar del presidente y siguen los protocolos existentes en caso de violación del espacio aéreo, nada nuevo se ha incorporado de momento.  Todo parece indicar que la altura de los últimos tres objetos era mucho mayor que la del globo chino y que por tanto no representaba peligros de espionaje, pero sí peligro real al espacio aéreo civil, por lo que la respuesta de derribarlos es la acción correspondiente y que parece será la que seguirá empleando la Administración.

La razón por la que se esté encontrando objetos en el aire en esa altura que antes no habían sido detectados es porque los radares se han afinado y se está monitoreando 24 horas al día en busca de estos nuevos objetos no identificados que vuelan a una altitud inusual.

La rueda de prensa que la Casa Blanca dio el lunes para informar al público aportó un par de claves nuevas. Por un lado, la gran inquietud que ha despertado estos objetos es porque no se tiene claro la información que recolectan y la cantidad de tiempo que pueden permanecer en una misma ubicación que, comparada a un satélite, es radicalmente distinta.

Reconocieron que en junio del 2021 Biden fue informado sobre la existencia de estos extraños objetos, y que en efecto la Administración Trump no detectó unos cuantos, que al parecer posteriormente fueron detectados.

La Casa Blanca también informó que los globos de vigilancia chino son parte de un programa operado por una unidad del Ejército Popular de Liberación de Chino sin aportar más detalles.  La unidad a la que pertenecen es llamada “oficina de Reconocimiento” que tiene a cargo también el programa satelital chino. Los chinos han venido trabajando tanto en el espacio donde se envían los satélites como en el espacio cercano. Este último lo ven como arena de gran rivalidad por lo que China entiende que controlarlo es clave y solo puede aportar beneficios.

Cómo si la situación de tensión entre China y los Estados Unidos no era suficientemente tensa estás revelaciones abren más tensiones, más desconfianza y es el caldo de cultivo para que una pequeña provocación acabe en una situación muy desafortunada. La astucia de los chinos vuelve a quedar en evidencia y su capacidad de aprender, reinventarse e intentar copiar tecnología para aprender del adversario es parte esencial de su naturaleza y tienen orientado todos sus esfuerzos en conseguir el control de cada zona estratégica, los mares, el espacio y tal y como estamos aprendiendo hasta el espacio cercano lo han conseguido semi conquistar sin tan siquiera haber despertado inquietud en los adversario.

 

 

THE ASIAN DOOR: Panamá, puente entre Oriente y Occidente. Águeda Parra

Mientras la redefinición del modelo de globalización da sus primeros pasos y las cadenas de suministro comienzan a adaptarse a las estrategias de onshoring y nearshoring que están poniendo en marcha las grandes economías, la relevancia de los pasos geoestratégicos del comercio mundial sigue siendo un valor clave y al alza. En el nuevo esquema de flujos de transporte marítimo resultante, el Canal de Panamá seguirá desempeñando un papel estratégico conectando Oriente con Occidente, intensificándose su protagonismo a medida que Estados Unidos recupere capacidad productiva local, siendo el istmo de Panamá su vía de salida a los países del Pacífico y Europa.

Por el Canal de Panamá confluyen 180 rutas marítimas que conectan 1.920 puertos en 170 países, lo que supone que por este paso transita el 6% del comercio global, principalmente orientado a facilitar la ruta marítima entre Estados Unidos y Asia, una de las más concurridas del mundo. Tal es el valor estratégico del canal para la primera potencia del mundo que hasta dos terceras partes de la carga transportada a través de la vía interoceánica se produce con origen o destino en un puerto estadounidense, convirtiéndose en el principal usuario del canal. La conexión con Asia, pero también los flujos de comercio que unen ambas costas de Estados Unidos, y la que conecta la costa Este con la costa Oeste de Sudamérica y Centroamérica son las rutas que concentran la mayor parte del tráfico que pasa por el canal, hasta alcanzar los 13.342 tránsitos durante 2021.

En esta conexión entre Oriente y Occidente, China, Japón y Corea del Sur se posicionan como los mayores usuarios del canal por detrás de Estados Unidos. Aunque para los países asiáticos el Estrecho de Malaca y el Canal de Suez son las principales vías de conexión con el comercio mundial, sin necesidad de pasar por esclusas, el Canal de Panamá es la vía que les permite conectar directamente con el amplio mercado norteamericano.

De hecho, la apuesta por promover la inversión en renovables lanzada por la administración Biden, con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), y la nueva política que busca incentivar la producción local en materia de semiconductores, con la Ley CHIPS y Ciencia, incrementarán progresivamente la capacidad de manufactura de Estados Unidos en los próximos años, poniendo mayor presión al tránsito de barcos por el Canal de Panamá. Al tradicional flujo de buques cargados con soja, maíz y todo tipo de grano que parte de la costa Este de Estados Unidos, y que tiene su destino en los mercados de China, Japón y Perú, se suma actualmente el comercio de gas natural licuado (GNL) y de gas licuado de petróleo (GLP), que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Hasta el 49% de las exportaciones de GLP de Estados Unidos transitaron por el Canal de Panamá, principalmente hacia los mercados de Corea del Sur y Japón.

A su relevancia como enclave estratégico del comercio mundial, el Canal de Panamá suma además un valor medioambiental muy significativo. Esta vía supone un importante impulso para el desempeño ambiental del transporte marítimo, dando un aporte de sostenibilidad al comercio mundial. El tránsito por Panamá no solamente supone una reducción de tiempo de transporte al evitar la larga travesía que supondría atravesar el Estrecho de Magallanes, sino que el paso por la ruta verde del canal supone reducir de forma significativa la huella de carbono de petroleros, gaseros y de grandes buques. Trasladado a cifras, el paso por Panamá supuso un ahorro total de 16 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2021, hasta 3 millones más que el año anterior, equivalentes a las emisiones anuales que producirían 3,2 millones de vehículos.

En el ámbito geopolítico, la ruptura del vínculo histórico de reconocimiento de Taiwán, pasando Panamá a establecer relaciones con China en 2016, ha intensificado la diplomacia y presencia del gigante asiático en la región en los últimos años, principalmente con proyectos englobados bajo la nueva Ruta de la Seda, siendo el primer país de América Latina en adherirse a la iniciativa china en 2017. La gestión por parte de China de dos puertos en la zona, uno a cada lado del istmo, mantiene un punto de tensión en las relaciones entre Estados Unidos y China, adicional al actual entorno de rivalidad tecnológica, que podría intensificarse a medida que se incrementen los tránsitos por el canal como resultado de una mayor capacidad productiva estadounidense.