INTERREGNUM: Cincuenta años de la guerra de Vietnam. Fernando Delage

La semana pasada se cumplieron 50 años de la caída de Saigón a manos de las fuerzas de la República Democrática de Vietnam, un hecho que marcó la reunificación de Vietnam y certificó la derrota—militar y política—de Estados Unidos, el país más poderoso del planeta. Pese al tiempo transcurrido, la sombra de Vietnam no ha desaparecido, como confirma el hecho de que la administración Trump haya prohibido a los diplomáticos norteamericanos en el país asistir a los actos de conmemoración. De una u otra manera, el legado de la guerra es un factor que sigue presente en toda discusión sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.

Durante más de veinte años, tras “heredar” el conflicto de los franceses, Washington apoyó a Vietnam del Sur contra el Norte comunista, incluyendo el envío de tropas desde 1961 bajo la presidencia de John Fitzgerald Kennedy. Fue su sucesor, Lyndon B. Johnson, quien—siguiendo el consejo de sus asesores militares—optó por la escalada mediante un considerable despliegue a partir de 1965. La guerra de Vietnam era considerada como una pieza clave en la política de contención del comunismo, a través de la cual Estados Unidos también buscaba asegurar la credibilidad de sus compromisos con los aliados. Pero de nada sirvieron las capacidades militares y tecnológicas de la primera potencia mundial contra una pequeña insurgencia nacionalista en el sureste asiático. Casi 60.000 norteamericanos murieron en una guerra que, según se estima, causó un total de entre uno y tres millones de víctimas.

El conflicto fracturó la sociedad americana y causó una profunda desconfianza en su gobierno. También puso en evidencia los límites del poder de Estados Unidos y los errores de percepción sobre las raíces del levantamiento popular. Sirvió asimismo de advertencia sobre los peligros del intervencionismo en lugares lejanos y apenas conocidos, en defensa de unos objetivos no necesariamente vinculados con los intereses nacionales. Washington volvería, sin embargo, a cometer errores similares años más tarde en Irak y Afganistán. Nada se pareció más a la debacle de 1975 en Saigón que la caótica retirada de Kabul en agosto de 2021.

La derrota de hace medio siglo coincidió, no obstante, con el acercamiento de Estados Unidos a China. El giro de la administración Nixon hacia la República Popular se debió de hecho, entre otras razones, a la búsqueda del apoyo de Pekín para un abandono “con honor”—como diría Kissinger—de Indochina. La aceptación por parte de Mao Tse-tung del statu quo en Asia redujo el impacto sobre la imagen internacional de Estados Unidos y sobre su capacidad de maniobra, mientras de manera paralela supuso la gradual pérdida de influencia de la Unión Soviética en la región. Un claro ejemplo sería la evolución de las relaciones con Vietnam.

En efecto, pese a las heridas de uno de los conflictos de mayor duración del siglo XX (se prolongó de 1955 a 1975), Washington y Hanoi restablecieron relaciones diplomáticas en 1995, y las relaciones económicas no han dejado de crecer desde entonces: los intercambios comerciales aumentaron de 451 millones de dólares en 1995 a cerca de 124.000 millones de dólares en 2023. Este último año, durante una visita a Vietnam del presidente Joe Biden, las dos naciones acordaron una “asociación estratégica global” que incluía las cuestiones de seguridad y defensa. Un interés compartido de ambos gobiernos al firmar el pacto era el de contrarrestar la creciente influencia de una China muy diferente de la de hace medio siglo.

Trump parece tener otras ideas, sin embargo. En su guerra comercial ha amenazado a Vietnam—cuya economía depende en gran medida de las exportaciones—con unos aranceles del 46 por cien, a lo que se suma los efectos de la suspensión de la ayuda al desarrollo que también recibía el país. Boicotear la asistencia a las ceremonias en recuerdo del fin de la guerra es otro gesto poco diplomático que obliga a preguntarse cuál es realmente la política de la actual administración norteamericana hacia una Asia situada hoy en el centro del sistema internacional.

Scroll al inicio