Distinguir las bravatas de los hechos, diferencias las proclamaciones de matón de western de lo que la realidad impone y separar las afirmaciones de analfabeto en taberna de los actos concretos debe estar presente a la hora de analizar el trumpismo antiliberal y amenazador por más que las bravatas, las proclamaciones absurdas y el griterío requieran mantener la cautela. Y, por ahora, ya en las primeras horas, las decisiones son todo un programa: expulsar emigrantes ilegales sobre todo si han cometido delitos, atacar la ideología woke sobre el género, compromiso con el freno al terrorismo y la amenaza iraní en Oriente Medio y cierto desprecio en Europa, al menos de momento.
¿Y China? Pues aquí hay ya un buen elemento de reflexión. Trump lleva años subrayando la amenaza china en los mercados, en la seguridad nacional y en las libertades occidentales y parte de ese discurso de prevención ha sido compartido por la Administración Biden y el sistema institucional estadounidense. Y ese clima llevó a plantear el freno a la red social, de propiedad china, Tiktok y su influencia en la sociedad norteamericana, lo que se convirtió en una sentencia del Tribunal Supremo de EEUU prohibiendo la red.
Pero en una de sus primeras decisiones, Trump frena la prohibición, da una prórroga a la red china y propone un arreglo estrictamente comercial. La realidad, los votos y los intereses comienzan matizando amenazas proferidas a gritos.
Probablemente los datos van a matizar las propuestas sobre Ucrania, la guerra comercial con China y la reordenación geopolítica de Oriente Medio aunque todo eso no implica necesariamente que los riesgos se atenúen. Por todo eso es necesario mantener frialdad, paciencia y rigor a la hora de hacer análisis y obliga a dejar los prejuicios, la brocha gorda y el espanto mediático ante la espuma de los acontecimientos. Hay que llegar a los acontecimientos mismos para obtener conclusiones útiles.