En la discreción que permite la existencia de conflictos más ruidosos y más trascendentes, Irán y Pakistán, cada uno por su lado y a veces con choques entre sus fuerzas militares, prosiguen su lucha contra grupos terroristas partidarios de la independencia de Baluchistán, una extensa región que se extiende a lo largo de la frontera de ambos países.
Pakistán e Irán comparten sus buenas relaciones con China, que tiene en estos países dos bazas estratégicas de las que, además de obtener recursos energéticos y otras materias primas, le abren paso a los mares del Índico y las rutas comerciales y del gas y petróleo hacia Occidente. Pero les separan diferencias religiosas pues en Pakistán son mayoritariamente musulmanes sunitas y aliados de Arabia Saudí y en Irán musulmanes chiitas y enemigos del régimen de Ryad y tienen prioridades diferentes. Mientras Pakistán mira principalmente a su frontera oriental y sus disputas territoriales con India, Irán inscribe su estrategia general mirando hacia su flanco occidental, Oriente Próximo y su voluntad de aumentar su influencia en la zona.
El hecho de que en Baluchistán operen dos grupos terroristas como Aish al Adl, el Ejército de Liberación Baluche (BLA) y el Frente de Liberación de Baluchistán (BLF), ambos sunitas y radicales, empeñados en conseguir que Pakistán abandone lo que consideran su tierra y, a la vez, que Irán no sólo abandone sino que deje de estar dominados por la herejía chiita es un elemento perturbador. Hasta el punto de que Teherán, que parece haber constatado que algunos de los artefactos enviados por Israel a Isfahan como respuesta al ataque iraní a Israel llegaron desde el interior de Irán, está considerando que puede haber agentes israelís en su territorio con comlicidad de los baluches.
En este escenario de odios ancestrales y alianzas cruzadas que ha caracterizado siempre los poderes políticos en Oriente Medio, un polvorín siempre en riesgo, los chinos llevan años intentando mediar desde un concepto bastante distinto de la cultura política de la región lo que supone una gran dificultad que no aporta muchos beneficios ni políticos ni comerciales en el plazo corto.