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China: el aspirante desairado

por: 4ASIA
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El gobierno de Xi está enfadado. Su plan de paz para Ucrania recibe más dudas y suspicacias que aplausos; Europa, a pesar de las presiones de Pekín, no renuncia a sus propósitos de restringir la presencia de empresas chinas susceptibles de ser un peligro para la seguridad ni exigir a China cumplir las leyes del mercado, y, para colmo, EEUU recibe con encuentros de alto rango (aunque no máximos) a la presidenta de Taiwán que, además, representa a una corriente que empieza a distanciarse del sueño de lograr una unidad china en clave de democracia y juega con la posibilidad de proclamar Taiwán como un país independiente y democrático más.

China ha reaccionado a la manera arrogante, autoritaria y provocadora que la caracteriza en momentos de debilidad. Ha desplegado un enorme potencial aeronaval en torno a la isla (enorme pero aún alejado de las capacidades de EEUU y aliados en la región) y ha exhibido su capacidad para invadir Taiwán y poner al mundo aún más patas arriba. China no sólo juega con fuego sino que enseña la mano con la mecha encendida lo suficientemente cerca del barril de pólvora.

Pero hay signos de incertidumbre. Mientras EEUU aguanta el pulso y refuerza sus alianzas en Asia Pacífico, en Europa aparecen dudas, y países como Alemania, oficialmente dispuesto a no aceptar desafíos de Pekín, juega a la ambigüedad en el terreno comercial y otros como España se muestran reacios a frenar actividades de empresas chinas problemáticas para la seguridad. Y esto, justamente, es lo que lleva a China a pensar que puede abrir brechas en la unidad occidental y combinar su cara amable y tramposa con una promesa de terror bélico en el Pacífico para tratar de conseguir ese objetivo. En el fondo es el mismo objetivo con el que sueña Rusia y en la que rusos y chinos asientan parte de su alianza estratégica, solo que Moscú está en situación de mayor debilidad.

Ese es el gran pulso actual en el planeta, en el que Europa, tan importante en la esfera económica y de valores, juega de invitada de piedra sin capacidad de protagonismo diplomático y mucho menos militar, aunque creciendo. Sin embargo, este es un reto del que a la UE y a Europa le va a ser muy difícil evadirse o ponerse de perfil, entre otras cosas porque la guerra está en sus fronteras orientales, escenario recurrente de los grandes conflictos bélicos de los dos últimos siglos. Y probablemente este debería ser un punto prioritario a tratar en las cancillerías europeas. De hecho lo es, aunque muchos países escondan sus intenciones reales y sus miedos paralizantes.

 

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