Las informaciones, más o menos confirmadas, de que China tendría desplegados en Cuba sistemas de intercepción electrónica que permitirían la obtención de inteligencia en toda la región pero fundamentalmente en EEUU, ha puesto un punto de alarma en los servicios de seguridad estadounidenses.
Al margen de las afirmaciones apocalípticas, y electoralistas, de Donald Trump, que ha afirmado que China ha tomado el control de Cuba, existen algunos datos de que La Habana habría autorizado, a cambio de una importante compensación económica, la instalación de una base de intercepción de comunicaciones en la isla. No es una situación comparable a la de los misiles soviéticos en Cuba en los años sesenta como a Trump le gusta sugerir pero hay que prestarle atención porque Pekín sigue, paso a paso, extendiendo su influencia económica y política y esto se convierte en n riesgo cuando apuntala regímenes despóticos, como el suyo, y refuerza las tendencias antidemocráticas que recorren el hemisferio sur de aquel continente.
Y esto se produce cuando EEUU comienza a desplegar, aunque tímidamente y con excepciones, algunos intentos de frenar la expansión china en Perú y en Chile, aunque no actúa de momento respecto a Colombia y Venezuela, y hace un seguimiento de las inversiones chinas en Argentina, Brasil y centro América.
Hace varias décadas que EEUU ha reducido sus acciones de influencia política y de seguridad (salvo casos de máxima urgencia) al sur de sus fronteras, tal vez para alejarse de los graves errores y las barbaridades cometidas en los años 60 y 70 cuando era mayor el terrorismo de coartada revolucionaria y la democracia naufragaba entre el desafío comunista y las soluciones militaristas. Ahora, con el frente europeo abierto y las tensiones en el Indo Pacífico la Administración de EEUU sigue teniendo otras prioridades pero comienza a ver cómo aquellos conflictos lejanos juegan partidas en zonas cercanas aprovechando la debilidad institucional y la discusión de los sistemas democráticos que existe en la región.
A la estrategia china se van sumando intentos rusos de estar más presente en la región y los escarceos iraníes, sobre todo en Venezuela, con su sombra de radicalismo y apoyo a grupos islamistas que ya han protagonizado atentados terroristas. El escenario es inquietante pero lo será más si no se presta atención a los detalles.