China sigue dando pasos, discretos pero firmes, para reforzar sus posiciones estratégicas en todo el planeta y ahora aparece con presencia directa en las cercanías de la guerra ruso ucraniana. Una empresa china ha recibido autorización del gobierno de Georgia para construir un puerto en aquel país cuya costa conforma parte e la ribera oriental del Mar Negro, entre Rusia y Turquía.
Este movimiento chino tiene importancia porque, además de aumentar el papel de Pekín como facilitador de los esfuerzos de guerra de Rusia en Ucrania, a la vez fija a Georgia, necesitada de inversiones en la esfera de los países cercanos a Rusia en relación con Ucrania. Y todo eso en un país que en 2008 sufrió una invasión rusa para imponer la ruptura de la integridad territorial georgiana y apadrinar a las repúblicas de Abjasia y Osetia que ahora están, en la práctica, gobernadas desde Moscú. Demasiado parecido con la agresión rusa a Ucrania como para que dirigentes de Georgia no sean vistos al menos como incompetentes al mostrarse cercanos a Rusia aunque sin romper lazos con Occidente.
China, por su parte, se ha apuntado un tanto. Mientras tanto, en el lado occidental del Mar Negro hace sus pinitos de inversiones en Rumanía y refuerza sus ya estrechos lazos con Hungría, donde manda el primer ministro Viktor Orban, el político más cercano a Putin en la Unión Europea.
China sigue su escalada al estatus de potencia mundial, a la par de Estados Unidos, en el que cada vez es más imprescindible para la gestión de los conflictos internacionales.