El Partido Comunista chino ha culminado su congreso que, al margen de una liturgia pesada, antigua y conocida de escenificación de la dictadura, ha confirmado todos los pronósticos que hacían los expertos con los datos que estaban sobre la mesa: Xi se confirma como caudillo máximo con tantos poderes como tuvo Mao, el fundador de esta tiranía; sigue en la agenda el propósito de aplastar el único territorio chino con libertades y garantías, Taiwán, con el pretexto de lograr la unidad territorial que tanto valora el nacionalismo chino, y se incentiva la carrera para disputarle a Occidente no sólo la primacía económica y comercial sino también la hegemonía militar con la que apuntalar y extender un modelo autoritario justificado por una supuesta eficacia.
Como estaba previsto, hubo unanimidad en los votos de los delegados para aprobar una nueva enmienda a los estatutos del partido. Si en el anterior congreso, el de 2017, en el documento se incluyó la ideología política del líder supremo («Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era»), en la conclusión de esta reunión se ha decidido reafirmar a Xi como el «núcleo duro» del PCCh, y sus ideas como los principios rectores del partido. Desde Mao, ningún otro líder en China tuvo su doctrina política incluida en la Constitución del partido mientras aún estaba en el cargo, subraya Lucas de la Cal, corresponsal de El Mundo en China que, con restricciones, ha asistido al congreso.
Pekín trata de explicar que ha acabado una etapa y comienza una era que ha de estar marcada por China como primera potencia mundial y donde el modelo chino (autoritario e intervencionista) sea la referencia para mejorar el bienestar de las sociedades menos desarrolladas o con problemas, es decir, todas.
Pero la propaganda china va a tener problemas: la economía del país no va tan bien como esperaban que ocurriría en estas fechas, entre otras cosas por la agresión del amigo Putin; los mercados no parecen propicios en estos momentos para nuevos y mejores negocios chinos debido a la inestabilidad y, además, China tiene que afrontar gastos comprometidos con aliados para mantener su influencia donde ya la tiene. Esto, que ya hemos subrayado desde estas páginas, marca la coyuntura actual en una China aislada voluntariamente por el Covid y algunas malas decisiones al respecto.