Cada semana, la escalada verbal entre Corea del Norte y Occidente, léase Estados Unidos, sube unos grados más. En realidad es difícil que la tensión suba un escalón más en el terreno de las palabras. ¿Se pasará al terreno militar y al enfrentamiento directo? Según los expertos es difícil, pero cada vez menos descartable, entre otras cosas porque puede ocurrir que los provocadores acaben presos de sus provocaciones y tengan necesidad de demostrar que van en serio.
En realidad, a pesar de las buenas voluntades, se van rompiendo los puentes y las vías de intermediación, y China, país especialmente situado en condición de ejercer sus buenos oficios, no quiere acabar dando a Estados Unidos una solución que refuerce su presencia en la zona. Esta es una de las claves. Otra es la dificultad de acabar con los lazos comerciales existente entre China y Corea del Norte.
Y luego está el factor ruso. Rusia también mantiene relaciones comerciales con Corea del Norte y quiere recuperar protagonismo asiático, aliándose con China si no hay más remedio. Putin tiene una política de Estado para cada problema en el planeta y quiere ejercer como la gran potencia que fue y quiere volver a ser. Estos son los elementos de una situación de gran dinamismo que la Unión Europea y Estados Unidos deberían afrontar. Preferiblemente juntos.