Donald Trump ha comenzado a desgranar sus proyectos de política económica, antes de tomar posesión como presidente de Estados Unidos ara un segundo y definitivo mandato y ésta, como era previsible parece estar mase en función de otros objetivos estratégicos del presidente que de análisis técnicos sobre necesidades y posibilidades económicas del país.
Así, Trump ha anunciado la imposición de altos aranceles a productos de México y Canadá si estos países no refuerzan sus fronteras y garantizar un mayor control sobre los flujos migratorios hacia EEUU sin tener en cuenta las consecuencias que tendrían esas medidas fiscales en las relaciones económicas de EEUU con sus vecinos y la repercusión en los precios de productos mexicanos y canadienses en los mercados estadounidenses y en la inflación.
Algo parecido es el anuncio de nuevos aranceles para productos de China, algo menores que para México y Canadá, aunque en este caso si existe un objetivo económico directo de reavivar la guerra comercial con la potencia asiática y de frenar, han anunciado desde Washington, la llegada desde China de materia prima destinada a la fabricación de fentanilo el medicamento que desde el mercado negro se ha convertido en una droga letal y sin control en el mercado norteamericano.
Desde Pekín siguen mostrando tranquilidad y esperanza oficial en abrir un diálogo fructífero con la nueva Administración de EEUU a partir de enero. Aunque los expertos del régimen chino consideraban que una victoria de Kamala Harris hubiera dado lugar a cuatro años serenos y previsibles en la relación China y Estados Unidos, a la vez subrayan que la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca abre nuevas posibilidades comerciales de China con sus vecinos y un nuevo diálogo sobre las tensiones en el Indo-Pacífico.