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THE ASIAN DOOR: América Latina en la agenda estratégica de Biden y Xi. Águeda Parra

La guerra de Ucrania parece confirmarse como el evento que ha incentivado el despliegue de diplomacia por parte de las dos grandes potencias buscando mejorar su posicionamiento ante los cambios que está trayendo una geopolítica en transición. El rol de América Latina está cobrando fuerza ante los desafíos que plantea la nueva era digital y los objetivos de movilidad sostenible, aunque el enfoque de la agenda estratégica de Biden y Xi para América Latina no parecen coincidir.

América Latina ha entrado en la agenda de Washington justo después de Asia, principal foco de interés de la política exterior de Biden, poniendo de relieve la creciente importancia que está atrayendo Asia ante los desafíos que plantea la próxima década. Antes de su cita con los mandatarios de América Latina, Biden celebrada dos grandes eventos que situaban a Asia como eje central de su estrategia exterior. El primero de ellos, la Cumbre ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático, en sus siglas en inglés), donde Washington ha buscado acercar posiciones por parte de los países asiáticos ante su visible neutralidad ante el conflicto de Ucrania, sin que la cumbre consiguiera su objetivo. Pocos días después, Biden realizaba su primera visita oficial por Asia, donde el presidente estadounidense lanzaba el Marco Económico del Indo-Pacífico, IPEF en sus siglas en inglés, la propuesta económica para la región para complementar la estrategia de defensa desplegada en la zona.

Este mayor despliegue de diplomacia en la región del Indo-Pacífico contrasta con el programa lanzado para América Latina en la Cumbre de las Américas, ante un escenario de múltiples discrepancias entre los países asistentes, poniendo énfasis en la migración y algo menos en el enfoque económico. Una situación que contrasta con los buenos datos de comercio que la región mantiene con China y fortalece los vínculos del gigante asiático con la región.

El liderazgo comercial de China en América Latina se afianza. Según un reciente informe que incorpora datos de Naciones Unidas, los flujos comerciales de los países de la región con el gigante asiático han sido superiores a los que mantienen con Estados Unidos en una comparativa entre 2015 y 2021, con la excepción de México. Esto supondría una mayor ventaja comercial de Xi durante el mandato de Biden, aunque la brecha comercial con Estados Unidos ya comenzó a abrirse durante la administración Trump.

Las riquezas naturales están marcando el ritmo de esta nueva etapa comercial entre China y la región, principalmente con los países que tienen abundantes reservas de minerales tecnológicos, esenciales para la fabricación de chips y para la manufactura de baterías, necesarias para abordar los retos que supone la transición hacia un esquema de movilidad sostenible. La necesidad de asegurar el abastecimiento de estos minerales estratégicos va a cambiar ostensiblemente las dinámicas geopolíticas en la región. De ahí, que Argentina, Chile y Perú lideren los flujos comerciales con China, por este efecto de los minerales tecnológicos, además de registrarse subidas notables en el caso de Brasil, principalmente por el aumento de las importaciones de soja, pero también de maíz.

En el caso de México, el Tratado de Libre Comercio que el país mantiene con Estados Unidos desde la década de los 90 eclipsa las cifras de volumen de intercambio con el gigante asiático. Frente a los 110.000 millones de dólares de flujo comercial con China en 2021, el volumen con Estados Unidos ascendió a los 607.000 millones de dólares, mostrando la fortaleza de la relación de Washington con su vecino más próximo en el denominado “patio trasero”.

Fortalecer la unidad de la región y plantear estrategias de recuperación económica ante los efectos de la pandemia y de la invasión de Ucrania han sido los argumentos planteados por Washington en la invitación oficial para la Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles. La falta de asistencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no favoreció que se avanzara en el primero de los objetivos, mientras la aceleración del crecimiento económico parece estar más ligada a una cooperación estratégica en materia comercial y de inversión con China que con Estados Unidos en la próxima década.

 

 

THE ASIAN DOOR: Minerales tecnológicos y transición energética, dinámicas de cambio en un mundo en transición. Águeda Parra.

Las grandes potencias son cada vez más conscientes que necesitan desplegar un rol protagonista en las cadenas de valor tecnológico bien desde la parte del diseño, bien desplegando capacidad en manufactura de chips. Aunque cualquiera de estas dos posiciones confiere una importante competitividad estratégica, el acceso a los minerales estratégicos se va a convertir en el elemento indispensable que las potencias innovadoras necesitan asegurar para seguir manteniendo sus ventajas competitivas en las próximas décadas. Podríamos decir que los chips y los minerales tecnológicos representan dos caras de la misma moneda.

En este cambio geopolítico que estamos viviendo, los minerales estratégicos van a acaparar gran parte de la atención, aunque ya lo estaban haciendo hasta ahora. Por una parte, la disrupción de las cadenas de suministro va a propiciar que se desarrolle una nueva tendencia de producir más cerca, lo que va a suponer acabar con el modelo de globalización que ha estado vigente durante las últimas tres décadas.

Por otra parte, la escalada de precios de estos elementos indispensables para la transición energética y la movilidad sostenible es quizás el aspecto más conocido. Sin embargo, el verdadero reto está en las reservas, que se están agotando a pasos acelerados justo cuando la demanda supera en mucho a la oferta. Y, para complicar la ecuación, Rusia y Ucrania figuran entre los países exportadores más importantes de estos minerales.

Es el caso del aluminio, que se utiliza en multitud de industrias porque no emite tóxicos ni olores, y del que se espera un crecimiento de la demanda estimada de hasta catorce veces más a la actual. También catorce veces más crecerá la demanda del níquel, que se utiliza para fabricar acero inoxidable, y de hasta nueve veces más será en el caso del litio, esencial para la fabricación de los chips y las baterías.

Este exceso de demanda previsto hasta 2030 va a atraer el interés hacia aquellos países que concentran un mayor volumen de reservas, o que generan una alta producción de estos minerales. En este caso, América Latina va a volver al foco de atención de las cadenas de suministro, ya que Chile y Argentina concentran una de las mayores reservas de litio del mundo.

Sin embargo, los elevados precios y los bajos niveles de reservas no son los únicos factores que van a afectar al desarrollo de las baterías y al despliegue de tecnologías de emisiones cero. Un tercer eje va a marcar las dinámicas que van a definir la geopolítica de la tecnología en el corto y medio plazo, y no es otro que la invasión rusa de Ucrania.

Después de tres meses de guerra, la invasión de Ucrania se ha convertido en el integrante inesperado del proceso de transición energética, poniendo presión a la línea temporal de objetivos climáticos comprometidos que se habían marcado los países. El aspecto más negativo de la actual coyuntura internacional es que se está prolongando la dependencia del carbón más tiempo del deseado, y esto repercutirá directamente sobre los objetivos de movilidad sostenible.

Sin embargo, en la otra parte de la ecuación, la necesidad de reforzar la seguridad energética está motivando también impactos positivos. El primero de ellos es que las renovables van a vivir una gran época dorada, con una aceleración del despliegue de energía eólica y solar, aunque el fomento de esta energía verde no va a conseguir sustituir la mitad del suministro del gas natural ruso hasta 2030.

Por otra parte, los mercados internacionales no están siendo ajenos a toda esta tensión energética, y el primer efecto de la invasión de Ucrania ha supuesto que se dispare la entrada de capital en fondos de energías renovables, cambiando la tendencia a la baja que existía hasta el momento.

Estos impactos considerados positivos se suman a las iniciativas impulsadas por la Unión Europea de simplificar los procesos de aprobación de premisos para impulsar proyectos de infraestructuras de renovables durante los próximos ocho años. Una ventaja que los países deben aprovechar para impulsar un mayor despliegue de infraestructuras de tecnologías de emisiones cero y conseguir así que la tormenta perfecta de la invasión de Ucrania no suponga que el hito de alcanzar los compromisos climáticos no sea un objetivo inalcanzable.