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THE ASIAN DOOR: China y el milagro de la natalidad. Águeda Parra

El anuncio de que la población china descendió en unas 850.000 personas en 2022, alcanzando los 1.412 millones de habitantes, supone la mayor caída registrada desde 1961, el último año del Gran Salto Adelante que supuso un período de prolongada escasez y que representó la Gran Hambruna China. Una noticia que se conoce con el anuncio de que el gigante asiático ha registrado un crecimiento económico del 3% del PIB, el segundo más lento desde la década de 1970. Cifras récord en mínimos en dos de las palancas sobre las que China ha venido construyendo su milagro de crecimiento económico durante las últimas cuatro décadas.

La tendencia que se venía observando de un ritmo de crecimiento de la natalidad más atenuado a pesar de eliminarse la restricción del segundo hijo en 2016, y de permitirse incluso tener un tercero desde 2021, levantaba todas las alertas respecto a la capacidad de China de mantener una fuerza laboral suficiente capaz de abordar los desafíos de las próximas décadas con una población envejecida. Al escaso éxito de los incentivos a la natalidad promovidos por el gobierno durante los primeros años tras la restricción del hijo único se ha unido más recientemente el efecto de la pandemia, los confinamientos, el bajo crecimiento de la economía y los cada vez más elevados costes de vida y educación, que han terminado por frenar el interés de muchas parejas por tener un segundo hijo y, entre los más jóvenes, de ni siquiera formar una familia.

El punto de inflexión que suponen los datos de 2022 podrían ser el inicio de un largo período de hundimiento de las cifras en los próximos años, principalmente durante 2023 tras el levantamiento de las restricciones de Covid cero. Con estos nuevos datos, las Naciones Unidas estiman que la población de China caerá 109 millones para 2050, más del triple del pronóstico realizado en 2019.

En este escenario, la tensión sobre la caída de la fuerza laboral se acentúa propiciada por un número menor de empleados en las fábricas, suponiendo uno de los mayores desafíos para el gigante asiático que tendría impacto directo sobre la economía global, principalmente en aquellos países que mantienen una mayor dependencia de las importaciones de productos chinos. A nivel interno, los efectos de una menor población se verían en la reducción del gasto, generando una menor demanda de vivienda, que tensionaría aún más el sector, y también del consumo, lo que impactaría sobre aquellas empresas internacionales del sector servicios con intereses en el país.

En la medida en que la volatilidad de la economía china no es un buen síntoma a nivel global, la recuperación de la senda prevista de crecimiento económico del 5% en 2023 sería uno de los mejores síntomas de estabilización. Una forma de revertir el gran temor de que China se hiciera vieja antes de hacerse rica, pudiendo esquivar la trampa de los ingresos medios y convertirse en una potencia avanzada en los próximos años.

Con anterioridad a la pandemia, el XIV Plan Quinquenal ya contemplaba un amplio conjunto de reformas en 2021 ante el progresivo cambio demográfico. Siendo la percepción en aquellos momentos que las medidas para incentivar la natalidad llegaban tarde, el efecto de la pandemia ha incrementado la reducción de la tasa de natalidad a 6,77 nacimientos por cada 1.000 personas, frente a los 7,52 nacimientos en 2021, el dato más bajo desde que comenzaran los registros en 1949. Es decir, 9,56 millones de nacimientos en 2022 frente a los 10,62 registrados un año antes.

Cuando algunos estudios predicen que el principal fondo de pensiones del país podría agotarse en 2035, el debate para elevar la edad de jubilación volvería a activarse, una medida siempre impopular. Por tanto, hasta que las políticas para incentivar la natalidad iniciadas por algunas provincias comiencen a dar resultados, las reformas deberían ir encaminadas a aumentar la productividad, acelerar la robotización y digitalización para así poder frenar la escasez de mano de obra.

 

THE ASIAN DOOR: Capital riesgo y manufactura avanzada, la apuesta de China para seguir creciendo. Águeda Parra

Bajo una coyuntura volátil, difícil e incierta, según ha declarado el primer ministro chino, Li Keqiang, China ha presentado una previsión de crecimiento económico del 5,5% para 2022 durante la celebración de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular. Bastante más bajo que el crecimiento del 8,1% registrado en 2021, se trata de la estimación más baja en tres décadas, aunque más optimista que la realizada por otros organismos internacionales que pronostican un escenario más pesimista, desde el 4,8% estimado por el Fondo Monetario Internacional hasta el 5,1% de la OCDE o el 5,3% del Banco Asiático de Desarrollo.

El calendario obliga y, a pesar de la coyuntura internacional desfavorable, con una previsión de disrupción prolongada del comercio y la inversión, la celebración del 20º Congreso del Partido en otoño se presenta como el evento donde mostrar los avances alcanzados por el gigante asiático en un momento que podría suponer el nombramiento de Xi Jinping para un tercer mandato. Los objetivos definidos en el 14º Plan Quinquenal (2021-2025) también obligan, ya que este año sería el segundo de un plan que tiene como objetivo convertir a China en una nación de ingresos altos para 2025 y avanzar hacia una sociedad moderadamente desarrollada para 2035, lo que supone duplicar la renta per cápita actual hasta los 20.000 dólares.

En un escenario geopolítico tan complejo como el actual, conseguir estos objetivos está estrechamente ligado a que China mantenga un crecimiento medio anual del PIB de al menos el 5% entre 2021 y 2025 si quiere alcanzar la categoría de economía de ingresos altos. A pesar de las incertidumbres que presenta la actual situación internacional, las ambiciones tecnológicas de China marcan las grandes líneas de actuación para un año en el que el gigante asiático seguirá apostando por expandir las infraestructuras 5G, establecer un sistema nacional de centros de datos, mantener una regulación estricta sobre los grandes titanes tecnológicos y fomentar el e-commerce rural. El plan también contempla aumentar la producción de energía renovable, impulsar el sector de los coches eléctricos, además seguir apostando por la autosuficiencia en semiconductores considerado como pilar estratégico en el desarrollo económico.

Para alcanzar estos objetivos, China ha incorporado varias novedades a su plan de crecimiento que busca, por una parte, conseguir los objetivos de desarrollo económico marcados para este año, además de hacer crecer una economía digital que ya se sitúa en el 39% del PIB en 2020, respecto del 27% que representaba en 2015.

Entre las novedades presentadas durante la celebración del evento político conocido como las Dos Sesiones figura la apuesta por fomentar el desarrollo de startups dedicadas a la manufactura avanzada que incorporen procesos innovadores, pasando a denominarse como “pequeños titanes” para diferenciarse de los grandes titanes tecnológicos. La manufactura es uno de los sectores clave de China, representando el 27,4% del PIB en 2021, de ahí que la incorporación del 5G a los procesos industriales y el fomento del uso de la inteligencia artificial resulte crucial para reforzar la autosuficiencia de las cadenas de suministro de manufactura.

El plan de incubación de “pequeños titanes” de manufactura especializados en robótica, automatización, software industrial y herramientas avanzadas de manufactura contará además con una financiación de 1.580 millones de dólares durante 2022. El objetivo es seguir fomentando la innovación en los sectores clave identificados en el plan Made in China 2025, con especial interés en áreas como equipamiento aeroespacial, nuevos materiales, biomedicina, equipamiento médico avanzado y equipamiento ferroviario y marítimo avanzado.

Entre las novedades también figura la apuesta de China por fomentar el desarrollo del capital riesgo como forma de impulsar la financiación de los pequeños titanes. A pesar de la prolongada presión regulatoria del gobierno sobre las tecnológicas durante todo el año 2021, la inversión en capital riesgo creció casi un 50% hasta alcanzar un nuevo récord de 130.600 millones de dólares en 2021, según Preqin.

En definitiva, apuestas que persiguen poner un mayor énfasis en la digitalización de la industria manufacturera y el fomento del desarrollo de startups nacionales especializadas en alta tecnología que aseguren los objetivos identificados por China para 2025 y que garanticen la visión planificada por China para 2035.

 

THE ASIAN DOOR: Los robots se unen a la revolución tecnológica. Águeda Parra

La presencia de China en el mercado mundial de la robótica no ha sido especialmente significativa en las últimas décadas hasta la irrupción del plan Made In China 2025. Como parte de los diez sectores más importantes en los que se centra la iniciativa, el sector de la robótica ha comenzado a tomar momentum impulsado por los objetivos establecidos en el propio plan. En esta transición hacia un modelo de economía más industrializada, China ya ha conseguido posicionarse como referente en el sector, situándose como el principal mercado de consumo de robots industriales del mundo por sexto año consecutivo en 2019, según la Federación Internacional de Robótica (IFR, en inglés).

Englobado dentro del plan Made in China 2025, Beijing ha diseñado el Plan de Desarrollo de la Industria de la Robótica (2016-2020) como la directiva principal para guiar los ambiciosos objetivos que espera alcanzar China en la producción de robots industriales. En este plan de cinco años, el gigante asiático aspira a producir unos 100.000 robots industriales en 2020, respecto a los 33.000 de 2015, buscando cubrir la demanda de instalaciones que requiere la manufactura china con producción propia. De esta forma, China pasaría a ser el productor del 50% de las ventas de robots en 2020, respecto al 31% de 2016, disminuyendo la dependencia de robots de marcas extranjeras que tiene la industria china que supone el 67% de las ventas.

De forma conjunta, los cinco grandes mercados de robots industriales, formado por China, Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y Alemania, agruparon el 74% de las instalaciones globales en 2018, posicionando a Asia como uno de los centros más relevantes en la instalación de robots para el desarrollo de la industria. En este último año, el crecimiento en Asia ha sido menor que en otros mercados, representando apenas el 1% de incremento respecto a 2018, mientras Europa, el segundo mayor mercado, crecía un 14%, y Estados Unidos un 20%. A pesar de un menor crecimiento en la zona asiática en su conjunto, las instalaciones de robots en China siguen manteniendo un ritmo creciente, incrementando incluso la cuota de mercado de China del 27% que registraba en 2017, al 36% que representa en 2018, consolidando su condición de mayor mercado mundial y el que más rápido crece en instalación de robots. Los objetivos de modernización de la industria impulsados por el plan Made in China 2025 han contribuido en este tiempo a la instalación de 154.000 robots en 2018, con una previsión de alcanzar 195.000 y 238.000 unidades en 2019 y 2020, respectivamente, lo que supondría valorar el mercado de ventas de robots en China en 5.900 millones de dólares en 2020, según un estudio de Deloitte.

La densidad de robots muestra, sin embargo, una perspectiva bien distinta del sector. Esta métrica permite equiparar la utilización que cada país realiza de la robótica en función del número de robots instalados por cada 10.000 trabajadores. Singapur y Corea del Sur, con una densidad de 831 y 774, respectivamente, se sitúan en los puestos de cabeza en la clasificación mundial de 2019, mostrando el gran potencial que tiene Asia en la industria de los robots. A mucha distancia se sitúan el resto de países, existiendo una brecha muy significativa con Alemania (338) y Japón (327), que ocupan el tercer y cuarto puesto, respectivamente, y cuya densidad de robots es la mitad que la de Singapur y Corea del Sur. A cierta distancia se sitúa Estados Unidos, ocupando la posición 8 en densidad de robots con 217, mientras China se sitúa todavía a mucha distancia del resto con 140, ocupando el puesto 20.

Reducir esta distancia en términos de densidad de robots es prioritario para China y la aportación que están realizando los grandes titanes tecnológicos chinos está siendo determinante para cumplir este objetivo. Alibaba ha abierto el FlyZoo Hotel en Hangzhou, el primero en el que la entrada a las habitaciones se realiza por reconocimiento facial, se hace el pago por móvil y, gracias al sistema de inteligencia artificial Tmall Genie, se puede realizar la compra de comida y bebida que después reparten robots a la habitación. La compra de compañías extranjeras forma parte también de esta estrategia, de ahí la adquisición de la empresa de robótica alemana Kuka por parte del productor chino de electrodomésticos Midea. A estas iniciativas, hay que sumar el esfuerzo institucional del gobierno por impulsar el desarrollo de ciudades como centros de innovación como otra de las palancas para impulsar el desarrollo de las nuevas tecnologías, entre ellas la robótica. Como parte de este modelo de crear ciudades que actúen como hubs de innovación se enmarca la designación de Kunming, capital de la provincia de Yunnan, en el suroeste del país, como centro de innovación para la Inteligencia Artificial (IA) y la robótica. La incorporación de los datos en la cloud, para su posterior tratamiento masivo, permite la aplicación de técnicas como el machine learning al proceso de aprendizaje de los robots, impulsando el desarrollo de la industria.

A estas iniciativas hay que sumar la presión para incorporar mano de obra a los procesos productivos que está ejerciendo una sociedad cada vez más envejecida por el efecto de la política del hijo único. Asimismo, la creciente clase media se aleja cada vez más de los empleos en las fábricas, de modo que para retener al personal haya sido necesario incrementar los sueldos en las cadenas de producción en más de un 100% en la última década. De ahí que la robótica no sólo sea el medio de transformar la industria e incrementar el posicionamiento de China en un nivel más elevado de la cadena de valor, sino que los cambios sociales hacen necesario un cambio en los procesos productivos. La revolución tecnológica está configurándose como el mejor aliado de China para llevar a cabo esta transformación, donde las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, el machine learning y el deep learning van a suponer una verdadera revolución en la industria de la robótica.

THE ASIAN DOOR: La revolución tecnológica, la IA y China: Trío de ases. Águeda Parra

Entre los países que más están apostando por impulsar el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) destaca la ambición mostrada por China, con el objetivo de convertirse en líder mundial en 2030. Aunque el liderazgo tecnológico, en general, y la IA, en particular, siguen siendo parte del dominio que Estados Unidos ha mostrado en las últimas décadas, el nivel de compromiso del gobierno chino por alcanzar este objetivo supera con creces al de otras grandes potencias. Asimismo, el ritmo con el que China está reduciendo su distancia en IA respecto a Estados Unidos está resultando determinante para comprobar la determinación del gigante asiático por convertirse en referente mundial en 2030.

La famosa frase del presidente ruso, Vladimir Putin, que pronostica que aquel país que se convierta en líder en IA será el que domine el mundo, demuestra lo determinante que van a ser los futuros desarrollos. Partiendo de ese valor diferencial con el que se espera que la IA cambie la economía y la sociedad del futuro, China ha diseñado una estrategia de aplicación en tres grandes pilares, a diferencia de otros países que solamente han definido una única directiva. En primer lugar, China ha diseñado el Plan de Desarrollo de Inteligencia Artificial de Nueva Generación que, a su vez, forma parte de una política de más amplio alcance como es la iniciativa Made in China 2025 (MIC2025), además de incorporar la inversión en IA como parte de los objetivos identificados en el 13 Plan Quinquenal. Asimismo, China ha estructurado el horizonte de 2030 en tres fases para conseguir convertirse en líder mundial en IA. El primer hito se cumplirá en 2020, cuando el gigante asiático alcance el mismo nivel tecnológico y de aplicación de la IA que el resto del mundo. El objetivo para 2025 es no sólo competir, sino liderar la industria global de IA gracias a producir investigación puntera que le permita convertirse en 2030 en líder mundial.

Para alcanzar estos objetivos, China necesita primero desarrollar una fuerza laboral de talento en IA. La base de más de 18.000 especialistas en 2017 le permite al gigante asiático posicionarse como segundo del mundo en generador de talento en IA, solamente por detrás de Estados Unidos que cuenta con más de 28.000 especialistas. En esta clasificación, España ocupa un noveno lugar, por detrás de India, Alemania, Reino Unido, Francia, Irán y Brasil, completando el Top10 Italia. Entre los objetivos, también figura acelerar las capacidades de generar investigación en IA, no solamente en cantidad, sino también de calidad.

La principal ventaja competitiva de China respecto al resto de rivales en IA es su ecosistema digital. La revolución tecnológica le favorece, al desarrollarse a mayor velocidad que en otros países, principalmente por el impulso del gobierno chino para que así sea. La denominada como cuarta revolución tecnológica es un compendio de varias tendencias que incluye el despliegue de las redes de nueva generación 5G, el cloud computing, el creciente impacto de la Internet de las Cosas y el ascenso de la robótica en los procesos productivos, además de la IA como una tendencia que se beneficia del desarrollo de todas las anteriores para ampliar su potencialidad.

Se considera como IA todas aquellas actividades que antes solamente eran posibles gracias a la intervención humana y que ahora la tecnología permite con capacidad de respuesta casi inmediata después de analizar información del entorno e incorporar determinadas reglas. Entre los usos más comunes de aplicación de la IA figuran los sistemas de machine learning, que, con las nuevas capacidades disponibles, aumenta el potencial para resolver cuestiones más complejas. Otra aplicación está en el deep learning que, considerada una forma de machine learning, permitirá avances en el sector de los coches autónomos, además de mejorar la optimización de las redes logísticas y los procesos de mantenimiento. En el ámbito de la visión artificial o por ordenador, los avances permitirán aumentar la capacidad de detectar tumores en escáneres médicos. Por su parte, en el reconocimiento de voz y en el procesamiento del lenguaje natural (PLN) las mejoras vendrán de crear nuevos sistemas capaces de entender el lenguaje hablado y escrito. Por último, entre las grandes aplicaciones de la IA figura también la robótica, abarcando desde la utilización de drones a brazos robóticos en las fábricas que actuarán sin control humano gracias a las nuevas tecnologías.

Contar con un ecosistema digital no es la única ventaja competitiva que tiene China. A diferencia de otras grandes economías, en el gigante asiático es la inversión privada procedente de los BAT (Baidu, Alibaba y Tencent) la que está impulsando la carrera por el liderazgo en IA, más allá de la apuesta del gobierno chino.