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THE ASIAN DOOR: Filipinas, bisagra geopolítica del Pacífico. Águeda Parra

La geopolítica del gasto en infraestructuras ha pasado a formar parte del soft power de las grandes potencias que buscan afianzar su posicionamiento internacional mientras estrechan los vínculos de cooperación con países cuyo déficit en infraestructuras se ha ido acrecentando en las últimas décadas. La iniciativa china de la nueva Ruta de la Seda, pero también la versión europea Global Gateway y la apuesta estadounidense Build Back Better, representan una nueva era en el despliegue de diplomacia global.

El gasto en desarrollo de infraestructuras ha sido una de las principales palancas de China para desplegar influencia en la región del Indo-Pacífico. El buque insignia del puerto de Gwadar en Pakistán, los gaseoductos y oleoductos que atraviesan Myanmar hasta conectar con el suroeste de China, y la conexión ferroviaria en alta velocidad con Laos son algunos de los grandes proyectos promovidos por la geopolítica del gasto en infraestructuras en los últimos años. En la última década, muchos países de la región se han incorporado al esquema de la nueva Ruta de la Seda buscando impulsar su desarrollo económico e integración regional. Éste es el caso también de Filipinas, que busca dar respuesta a la grave crisis de infraestructuras públicas y cortes de energía que padece el país.

Ferdinand Marcos Jr. ha elegido Pekín como el primer viaje fuera del Sudeste Asiático desde que se convirtiera en presidente del país el pasado mes de junio, buscando mantener las buenas relaciones entre Pekín y Manila que ya iniciara su predecesor Rodrigo Duterte. A pesar de que Filipinas registró uno de los mayores crecimientos económicos de la región, alcanzando un crecimiento del 6,7% del PIB, con una previsión para 2023 que se sitúa en el 5% del PIB, la falta de disponibilidad de recursos energéticos requiere de una importante búsqueda de nueva inversión extranjera que financie el programa económico del nuevo presidente.

Acelerar el desarrollo de infraestructuras es una necesidad ampliamente compartida en una región que alcanza un déficit de gasto anual de 459.000 millones de dólares, según el Banco Asiático de Desarrollo, de los cuales 11.000 millones de dólares corresponderían a las necesidades de gasto anual en infraestructuras que necesita Filipinas. De ahí, que la grave crisis de infraestructuras públicas que padece Filipinas se haya convertido en el gran desafío del país para seguir impulsando desarrollo económico.

Conectividad de infraestructuras y generación de energía son, por tanto, una parte de las grandes demandas de inversión extranjera que el presidente Marcos ha abordado en su reunión con Xi durante su viaje a Pekín a principios de año. Una visita que tiene la doble intención de mejorar las relaciones bilaterales después de la cancelación de tres importantes proyectos chinos por falta de financiación ordenados por el presidente filipino al iniciar su mandato.

La visita ha concluido con la firma de 14 acuerdos de cooperación que suponen el compromiso de inversión china por valor de 22.800 millones de dólares y que permitirán reducir la tensión por las reivindicaciones territoriales entre Pekín y Manila en el Mar del Sur de China, para lo cual se creará además un canal de comunicación directo para gestionar la disputa de forma pacífica.

En esta nueva fase de crear oportunidades de paz y desarrollo entre ambos países, la visita también ha propiciado la reapertura del diálogo para explorar conjuntamente la cuenca marítima en busca de petróleo y gas para así poder explotar los recursos energéticos de la región para beneficio de ambas economías. Todo ello en un escenario de cooperación activo de Filipinas con Washington para la construcción de cinco nuevos puestos militares en el Estrecho de Luzón que separa Filipinas de Taiwán, un enclave estratégico ante un eventual conflicto en la zona, y que remarca el perfil de Filipinas como socio de las dos mayores potencias de la región en el momento de mayor rivalidad geopolítica.

 

THE ASIAN DOOR: El pivot to China de Oriente Medio. Águeda Parra

Los escenarios sobre los que ha venido actuando la rivalidad entre Estados Unidos y China en el tablero geopolítico global se han ido moviendo en los últimos meses, cambiando de geografía y de temática, a la vez que han ido aflorando las distintas sensibilidades de los países en su relación con las estrategias de política exterior de Washington y Pekín. Acaba el año, y la visita de Xi Jinping a Arabia Saudita marca la diferencia entre la espléndida bienvenida ofrecida al presidente chino y la menos cálida recepción a Joe Biden. El petróleo es la principal base de sus relaciones, pero las bazas geopolíticas de Washington y Pekín parecen inclinarse a favor del gigante asiático.

Tras una tensión mantenida durante meses en las aguas del Mar del Sur de China en cuanto a la cuestión de Taiwán, el vórtice geopolítico pasaba después al Pacífico donde, tras el acuerdo de seguridad firmado entre China y las islas Salomón, Washington ponía de nuevo el foco en la región tras tres décadas de ausencia estadounidense, firmando un acuerdo de carácter económico con las islas del Pacífico que le permitía a Washington fortalecer su posicionamiento en la región. Tras Taiwán y el Pacífico, Oriente Medio está haciendo aflorar un nuevo entorno de rivalidad geopolítica entre Washington y Pekín que irá tomando un protagonismo aún mayor en los próximos años.

Tras conseguir Pekín mantener el equilibrio geopolítico entre países que son rivales en la región sin posicionarse sobre cuestiones que podrían hacer aflorar susceptibilidades varias, la visita de Xi Jinping a Oriente Medio ha mostrado un espacio de diálogo con China mucho más abierto y de cooperación que el que mantienen con Washington. De hecho, ninguno de los países de la región quiere ser parte de un juego de suma cero que les obligue a posicionarse entre las grandes potencias, pero los acuerdos de cooperación cerrados entre China y Arabia Saudita, la buena sintonía mantenida en la Cumbre China-Estados Árabes y en la conferencia con el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCG) acerca más el mundo árabe hacia Oriente que hacia Occidente.

Considerado por Xi Jinping como ”viaje pionero” para “abrir una nueva era en las relaciones de China con el mundo árabe, los países árabes del Golfo y Arabia Saudita”, la visita ha permitido a Pekín cerrar hasta 34 acuerdos de inversión. Aunque el petróleo es la base más importante de sus relaciones, Arabia Saudita es el principal proveedor de petróleo de China, la diversificación económica ha marcado el tono de la visita, ampliando la colaboración a un marco más variado de sectores que incluyen proyectos en energía verde, tecnología de la información, servicios de cloud, transporte y construcción, por un valor que asciende a unos 30.000 millones de dólares.

En el despliegue de la nueva Ruta de la Seda, Arabia Saudita ha sido la gran protagonista de las inversiones chinas durante el primer semestre del 2022, principalmente en proyectos de renovables. Una cooperación que ahora también se extenderá al entorno digital con el acuerdo firmado con Huawei para desarrollar la red 5G, los servicios cloud y la construcción de complejos de alta tecnología en las ciudades del país, expandiendo así la nueva Ruta de la Seda en su dimensión digital, incluyendo el impulso del yuan en las transacciones comerciales.

El fortalecimiento de las relaciones entre Pekín y Riad se produce ante una importante dinámica de cambio geopolítica, con los mercados energéticos bajo una continua incertidumbre ante el tope a la venta de petróleo ruso impuesto por la Unión Europea y un debilitamiento del posicionamiento de Washington en la región que deja espacio para una mayor expansión de influencia diplomática por parte de Pekín. Sin embargo, el espacio cedido por Washington como garante de seguridad en la región no parece figurar entre las prioridades de política exterior de China.

En definitiva, la preocupación de Washington por el pivot hacia China de los países árabes hace que parte del foco de interés del tablero geopolítico regrese de nuevo a Oriente Medio, distrayendo a Estados Unidos del Pacífico, su verdadero objetivo estratégico de la década. No obstante, el fortalecimiento de las relaciones entre China y los países árabes podría atravesar su punto de inflexión si las rivalidades regionales y el desarrollo del programa nuclear de Irán conllevara que Pekín tuviera que posicionarse como mediador en la región.

 

THE ASIAN DOOR: Islas Salomón, el vórtice para China en el Pacífico. Águeda Parra

Desde que las islas Salomón cambiaran su alianza diplomática de Taiwán por China por una amplia mayoría en una votación del Parlamento del país insular en 2019, el acercamiento a Pekín ha ido creciendo, no solamente en el número de acuerdos alcanzados, sino en la trascendencia geopolítica que supone una mayor vinculación con China. Su posición en el Pacífico, y la cercanía a otros enclaves de soberanía estadounidense, comienza a generar una inestabilidad en el equilibrio de poder de la región, sobre todo si otros países del entorno siguieran los pasos de las islas Salomón de un mayor acercamiento a Pekín.

En el cambio de reconocimiento diplomático, las islas Salomón consideraron que la política y la economía de Taiwán eran “totalmente inútiles” para los objetivos de desarrollo del país, mientras el giro hacia China estuvo considerado como de un “beneficio” mayor. Además de los objetivos de desarrollo económico, la celebración de los Juegos del Pacífico, que se celebrarán entre noviembre y diciembre de 2023 y que reunirán a los países y territorios de Oceanía, además de Australia y Nueva Zelanda, figuraba en el horizonte de los desafíos que debe acometer el país en cuestión de infraestructuras físicas y digitales para abordar una celebración de ese calibre.

Aparte de las donaciones recibidas por algunos de los países asistentes al evento, como la realizada por Australia, el grueso de la construcción de las infraestructuras deportivas será financiado y construido gracias al acuerdo de 100 millones de dólares suscrito con China con el que se cubrirá hasta el 80% de las instalaciones necesarias para acoger los Juegos del Pacífico de 2023. Un acuerdo alcanzado en 2020 que ya en su momento comenzaba a marcar el curso de un mayor acercamiento entre Honiara y Pekín en los años posteriores.

Tras el fortalecimiento de las relaciones económicas, la geopolítica ha entrado en juego, marcando el actual ritmo de las relaciones bilaterales. El acuerdo de seguridad firmado a principios de año entre las islas Salomón y China situaba al país insular como nuevo eje de la geopolítica en el Pacífico, a la vez que servía de reflejo de la paulatina pérdida de influencia de Estados Unidos en la zona durante la última década. En este juego de equilibrios geoestratégico, China conseguía sumar un aliado en el Pacífico después de anunciarse la alianza trilateral AUKUS entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia unos meses antes. Y, aunque todavía no se conoce el detalle del acuerdo de seguridad firmado por las islas Salomón, todo apunta a que los efectos sobre el orden geoestratégico reinante en el Pacífico comienzan a tomar forma.

La decisión de las islas Salomón de prohibir temporalmente el acceso de cualquier barco militar a sus puertos hasta que se establezca un nuevo procedimiento podría ser otro paso más en el cambio de escenario geopolítico en la región. En las últimas semanas, las autoridades de la isla insular prohibían el acceso a dos barcos estadounidenses que forman parte de la campaña lanzada por Washington el pasado mes de julio para luchar contra la pesca ilegal en el Pacífico. De esta forma, Estados Unidos busca reiterar su compromiso con la región como parte de la redefinición de su estrategia Pivot to Asia mientras persigue contrarrestar la influencia de China.

Pero no solamente se han producido avances en lo económico y en lo relativo a cuestiones de seguridad. Después de la exclusión de Huawei para la construcción de la nueva red 5G en muchos países, el acuerdo firmado entre las islas Salomón con la empresa china para acometer el despliegue de la infraestructura de la red de nueva generación vuelve a poner la tecnología en el debate geopolítico. Las 161 torres móviles que construirá y desplegará Huawei cuentan con la financiación de un crédito de 66 millones de dólares ofrecido por Exim Bank a bajo interés. Huawei consigue así incorporarse finalmente como proveedor de telecomunicaciones en la isla después de que el gobierno australiano consiguiera que la isla reemplazara el contrato otorgado a la empresa china a cambio de una financiación conjunta para la construcción de una red de cable submarino en 2018, cuando todavía no se había realizado el cambio de reconocimiento diplomático.

La cercanía de las islas Salomón con las islas Marianas y Guam, que constituyen la considerada como segunda cadena de islas que condicionan la salida de China al Pacífico, preocupa a Washington por el valor estratégico de los avances geopolíticos que está consiguiendo el gigante asiático en la región. De la decisión que tome Honiara tras la moratoria de atraque en sus puertos dependerá el papel que jueguen las islas Salomón en el eje del Pacífico y cómo se reconfigure la balanza geoestratégica en la región.

THE ASIAN DOOR: Las Islas Salomón, nuevo eje de la geopolítica en el Pacífico. Águeda Parra

La diplomacia del gasto en infraestructuras impulsada por China en el Pacífico a través de la nueva Ruta de la Seda ha ido generando una nueva dinámica geopolítica en la región que podría amenazar el orden estratégico. Una mayor presencia por parte del gigante asiático en la última década que contrasta con la pérdida de influencia de Estados Unidos sobre una zona donde ha cerrado embajadas, consulados, y reducido la presencia institucional de oficinas como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Ahora, las Islas Salomón se suman al juego de equilibrio geoestratégico incrementando la incertidumbre sobre cuál será la próxima ficha que ponga más presión sobre la región.

Las ambiciones regionales de China se complementan con la acuciante necesidad de desarrollo de infraestructuras que tiene la región, y que está estimada en un gasto anual de 1.700 millones de dólares, según el Banco Asiático de Desarrollo. Bajo la iniciativa china, Pekín potencia el fomento de las relaciones diplomáticas, económicas, financieras y tecnológicas, mientras Washington ha ido paulatinamente perdiendo influencia en estas áreas clave de competencia estratégica. Con la firma del acuerdo de seguridad entre China y las Islas Salomón se abre un nuevo capítulo, el de cooperación en seguridad, que viene a dar respuesta por parte de Pekín a la alianza trilateral militar AUKUS creada por Australia, Estados Unidos y Reino Unido a finales de 2021.

Sin que ninguna de las partes haya dado mayor detalle sobre el alcance del acuerdo, el nuevo aliado de Pekín en el Pacífico, a poco más de 1.700 kilómetros de distancia de la costa australiana, se suma a otras islas de la zona con las que China ha alcanzado acuerdos de cooperación, como Fiji y Tonga. La ayuda enviada por China a Tonga tras la erupción del volcán a finales de 2021 muestra el grado de compromiso del gigante asiático con la región, y que ya se pudo apreciar tras la celebración de la primera reunión de ministros de Asuntos Exteriores de China y el Pacífico celebrada el pasado mes de octubre. Un primer encuentro para ahondar en las causas comunes, como el cambio climático y el desarrollo regional a través de la creación de un Centro de Cooperación para el Cambio Climático entre China y el Pacífico, y un Centro de Cooperación para el Desarrollo y la Reducción de la Pobreza, que marcan el tono de una nueva dinámica de relaciones entre Pekín y las islas del Pacífico.

La intensificación de la diplomacia china en el Pacífico busca también marginalizar a los aliados diplomáticos de Taiwán, reduciendo el número de apoyos en la región a solamente las Islas Marshall, Nauru, Palaos y Tuvalu. De ahí que se esté intensificando la presión para que la administración Biden negocie la extensión de los tratados que Estados Unidos mantiene con Micronesia, Palaos y las Islas Marshall, que están a punto de expirar, evitando así una nueva reordenación geoestratégica en la región.

El acuerdo, conocido como “The Switch”, marca un punto de inflexión en una región que ha estado dominada tradicionalmente por Estados Unidos y Australia, y donde la llegada de presencia militar china podría llegar a bloquear las rutas marítimas entre Estados Unidos y Australia, con la vista puesta en el pacto defensivo AUKUS. De hecho, según el acuerdo firmado, las Islas Salomón podrían solicitar a China el envío de policía armada y presencia militar para mantener el orden social, y proteger a los ciudadanos y sus propiedades. De modo que, las implicaciones reales en materia de seguridad suponen situar a las Islas Salomón como eje sobre el que van a pivotar las decisiones geoestratégicas en el Pacífico entre Estados Unidos, China y Australia.

Un pequeño conjunto de islas situadas en un espacio geoestratégico que atesora su propio capítulo de batallas durante la Segunda Guerra Mundial y que vuelven a la escena geopolítica generando movimientos en el juego de equilibrio de alianzas en el Pacífico. El primero de ellos, el anuncio de la reapertura de la embajada de Estados Unidos, cerrada desde 1993. Un signo más de cómo el ritmo de la geopolítica pone énfasis en el Pacífico.

 

THE ASIAN DOOR: Global Gateway, diplomacia activa como game-changer. Águeda Parra

La mayor iniciativa de desarrollo de infraestructuras mundial liderada por China, la nueva Ruta de la Seda, se ha convertido con el tiempo en uno de los instrumentos de diplomacia más importantes desplegado por un país. La inversión inicial de un billón de dólares ha posibilitado que la iniciativa china se haya convertido en un estratégico game-changer en el esquema de conexiones que conecta Oriente con Occidente, abarcando una amplia zona que se extiende por el Indo-Pacífico, pasa por África y enlaza con América Latina. Ante esta redefinición de escenario, ¿queda espacio para que otros agentes globales puedan contrarrestar una diplomacia que China lleva desplegando desde hace una década?

Desde que China lanzara la iniciativa, también conocida como la Franja y la Ruta, en 2013, las cadenas de suministro globales han experimentado una importante década de cambios. Las infraestructuras desplegadas y operativas bajo el esquema de la iniciativa china están modificando el esquema de conexiones, mientras que los países que participan de la Ruta se han incorporado como nuevos agentes en todo el proceso. China ha desplegado infraestructuras e incrementado diplomacia fomentando un modelo de game-changer que ha facilitado, asimismo, el desarrollo económico y una mayor integración regional en los países receptores.

Una década de diplomacia en gasto en infraestructuras por parte de China que ha motivado que Estados Unidos y la Unión Europea hayan puesto en marcha sus propias iniciativas. Para Global Gateway, como se conoce a la iniciativa europea, contrarrestar la influencia generada por China y conseguir que el gasto en infraestructuras se convierta en una herramienta de éxito capaz de posicionar a la Unión Europa como actor global tiene una correlación directa con la visión estratégica en la selección de proyectos emblemáticos. Responder a la inmensa demanda de infraestructuras y satisfacer las necesidades de conexión digital que tienen los países en desarrollo, evitando el solapamiento de iniciativas, son objetivos cruciales que deben guiar la misión del gran proyecto europeo.

Global Gateway está orientada a abordar tres grandes ejes de actuación prioritarios. La inversión en digitalización figura como primera prioridad, contemplando el fomento de la conectividad digital como herramienta de desarrollo tecnológico y como eje del desarrollo de redes e infraestructuras que suponga priorizar la incorporación de las nuevas tecnologías para reducir la brecha digital global. Entre los beneficios más directos para la Unión Europea, desplegar un nuevo esquema de redes de transporte implementado bajo el prisma de desarrollo de infraestructuras sostenibles supondrá la mejora de la conectividad, pero también significará el fomento de la exportación de estándares, estándares europeos que acompañarán a los proyectos desplegados bajo el marco de una normativa europea.

La financiación de proyectos Global Gateway podría convertirse, asimismo, en el instrumento que aportara dinamismo a la capacidad industrial de los países miembro, impulsando la generación de campeonas europeas compitiendo en los mercados internacionales. Mantener las ventajas competitivas actuales de las empresas europeas en un escenario geopolítico de continuo cambio requiere abogar por preservar la presencia de estándares europeos como parte del alto valor dentro de las cadenas de suministro globales.

Un segundo eje de actuación de Global Gateway es la financiación de proyectos de acción climática, con la que la iniciativa europea tiene la oportunidad de convertirse en el socio que otros países necesitan para alcanzar sus agendas de desarrollo sostenible. La Unión Europea busca así incrementar su rol en la acción mundial desplegando una cooperación global de transición energética.

En tercer lugar, Global Gateway ambiciona favorecer el fortalecimiento de los sistemas de salud, buscando diversificar las cadenas de suministro farmacéutico mediante la construcción de capacidades que permitan desarrollar manufactura y generar distribución propia, propiciando avances en la tecnología de la salud. Finalmente, la iniciativa contempla convertirse en una plataforma de inversión en educación y formación, además de fomentar el crecimiento sostenible.

Global Gateway movilizará 300.000 millones de dólares entre 2021-2027 y aglutinará recursos públicos y privados procedentes del Fondo Europeo para el Desarrollo Sostenible Plus (135.000 millones de euros), del Banco Europeo de Inversiones (25.000 millones de euros), de subvenciones (18.000 millones de euros) y de la aportación de instituciones financieras europeas (145.000 millones de euros).

Aunque todavía no está claro el modelo de gobernanza, el Equipo Europa se encargará de la dirección de la iniciativa y la reformulación de la visión estratégica de la Unión Europea frente a un escenario de geopolítica que plantea numerosos retos en las próximas décadas. La capacidad del Equipo Europa de priorizar una estrategia con amplia visión geopolítica no solamente favorecerá un prometedor despliegue de la diplomacia de la Unión a nivel global, sino que permitirá abrir nuevos y atractivos mercados para las compañías europeas.

 

 

THE ASIAN DOOR: El comercio por tren, entre el blockchain y las disputas geopolíticas. Águeda Parra.

Después de dos años desde que empezara la pandemia, los efectos de la crisis sanitaria siguen generando disrupción en la cadena de suministro a pesar de una importante recuperación de la producción industrial de forma generalizada en todo el mundo. Frente al alto coste que supone el envío aéreo y el volumen masivo que ofrece el transporte marítimo, la necesidad de diversificar las rutas logísticas ha convertido al único corredor de vía férrea que forma parte de la nueva Ruta de la Seda en una opción rápida y fiable de asegurar el suministro entre China y Europa.

La escalada de precios en el coste de los fletes y la escasez de contenedores, la necesidad de adaptarse a unas condiciones cambiantes en los principales hubs de distribución mundial ha hecho resurgir la opción del transporte de mercancías por tren como una opción viable para asegurar el transporte de productos perecederos o que estén sujetos a un determinado tiempo de entrega. De hecho, la gran demanda de transporte de mercancías generada durante la pandemia ha hecho crecer el flujo de trenes entre China y los múltiples destinos en los que se divide la línea cuando llega a suelo europeo después de atravesar Kazajistán, Rusia y Bielorrusia. El desequilibrio comercial entre China y Europa se mantiene, pero el volumen de exportaciones hacia el gigante asiático por parte de los países europeos ha conseguido duplicarse en la última década.

A este flujo de carga también se suma el auge que está experimentando el e-commerce a través de plataformas chinas que ya operan en Europa y que encuentran en el transporte ferroviario una solución segura, estable y rápida de distribuir y satisfacer la creciente demanda que está surgiendo entre los consumidores europeos. Las múltiples rutas con las que cuenta la línea China-Europe Express, como también se conoce al Nuevo Puente Terrestre Euroasiático, ha favorecido la apertura de 78 líneas operativas que conectan 180 ciudades en 23 países europeos, y que transportan hasta 50.000 tipos de productos diferentes.

La cifra de 15.000 trayectos realizados por el operador ferroviario durante 2021 marca un nuevo récord, que supone incrementar en un 22% el número de viajes respecto a 2020, y más de un 82% si se compara con la situación pre-pandemia en2019, según fuentes oficiales. El volumen transportado ha seguido una tendencia similar, experimentando un incremento del 29% interanual hasta alcanzar los 1,46 millones de contenedores. Como resultado de esta estabilidad aportada a la cadena de suministro, el operador logístico ha alcanzado la cifra de 50.000 viajes a finales de enero de 2022 desde que en 2011 comenzara a operar la línea entre la ciudad china de Chongqing y Europa, transportando mercancías por un valor superior a los 240.000 millones de dólares.

La inestabilidad en las cadenas de suministro y la fiabilidad de la vía terrestre ha aportado un mayor protagonismo al transporte por tren que, sin embargo, apenas representa el 5% del mercado total del transporte entre China y Europa. La inversión en los hubs logísticos sigue siendo esencial para conseguir una mayor eficiencia que tiene como principal obstáculo el tiempo invertido en trasladar la carga dos veces por trayecto entre los diferentes anchos de vía que existen entre origen y destino. No obstante, la incorporación de nuevas tecnologías como el blockchain ha permitido mejoras en la operativa logística mejorando el proceso de control en las aduanas y la carga de las mercancías.

El número de destinos directos aumenta y resurge el transporte de mercancías por tren sin que la paralización del Acuerdo Integral de Inversión entre UE y China haya tenido mayor efecto sobre el comercio terrestre. Sin embargo, las tensiones diplomáticas recientes entre Rusia y Ucrania podrían generar un eventual cierre de fronteras que desconectara la línea férrea entre China y Europa.

Los efectos secundarios de las disputas geopolíticas se suceden a todos los niveles pudiendo tener efecto directo sobre unas cadenas de suministro ya muy tensionadas. Un escenario de conflicto que se suma a la inestabilidad generada por la pandemia justo a mitad de trayecto entre China y los mercados europeos cuando el comercio terrestre comenzaba a despuntar.

THE ASIAN DOOR: El valor de África para la nueva Ruta de la Ruta. Águeda Parra

Sin que la financiación de proyectos englobados en la nueva Ruta de la Seda haya recuperado el vigor de los años anteriores a la pandemia, al menos la inversión ha conseguido estabilizarse, alcanzando los 59.500 millones de dólares en 2021, respecto a los 60.500 millones de dólares de 2020. Una financiación estable en tiempos de incertidumbre de crecimiento económico global pero centrada en dos áreas que han atraído el interés de la iniciativa china en 2021, África y Oriente Medio.

Aunque los proyectos en Irak han acaparado el mayor protagonismo, alcanzando los 10.500 millones de dólares en contratos de construcción, el compromiso con África ha conseguido situar a la región como el segundo destino de la inversión china alcanzando un crecimiento del 156% respecto a 2020, lo que representa el 19,01% de toda la inversión y cooperación realizada a través de la nueva Ruta de la Seda en 2021. Los proyectos englobados en la iniciativa china se suman así a la tendencia global en la inversión extranjera directa (IED), registrando África el mayor aumento de entrada de IED y de acuerdos de fusiones y adquisiciones en 2021.

Después de la ralentización de la inversión a nivel global por efecto de la crisis sanitaria mundial en 2020, África recupera de nuevo el impulso que había conseguido durante 2018 y 2019 para seguir atrayendo el interés de China. De hecho, el gigante asiático ha destinado mayor inversión a África que el volumen conjunto de las ocho entidades que han proporcionado préstamos al continente. Se trata de 23.000 millones de dólares entre 2007 y 2020 en proyectos de infraestructuras que son 8.000 millones de dólares más que los préstamos realizados conjuntamente por el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo (AfDB), y los bancos de desarrollo de Estados Unidos y la Unión Europea.

A pesar del volumen de IED destinada a África por todas las partes, este volumen apenas representa una décima parte de las necesidades del continente para afrontar los desafíos que suponen los retos de salud, de desarrollo y de abastecimiento de energía que necesita el continente, según muestra un reciente informe del think tank estadounidense Center for Global Development. Entre los proyectos financiados por China destaca la construcción de 1.320 kilómetros de vía férrea en Tanzania para conectar el lago Victoria con Dar es-Salam que permite mejorar las necesidades de infraestructuras que demanda la región. Un ámbito de desarrollo prioritario al que deberían sumarse otros proyectos dentro la iniciativa lanzada por Estados Unidos, Build Back Better World (B3W), y la propuesta de la Unión Europea, Global Gateway, para impulsar el desarrollo de la región.

No solamente las inversiones han atraído el interés del gigante asiático, sino que el comercio ha alcanzado también una cifra récord de 254.000 millones de dólares en 2021, un 35% superior a 2020, que fortalece la posición de China como el mayor socio comercial de África. La pandemia ha sido un importante dinamizador de este crecimiento, impulsado principalmente por las exportaciones de China de material sanitario y farmacéutico de los que el gigante asiático es uno de los principales proveedores, mientras China importa de África minerales, metales, productos agrícolas y petróleo.

En un escenario en el que la financiación externa es mucho más significativa que la local, siendo dominante la inversión china y más marginal la estadounidense, el desarrollo de África sigue estando ligado a la inversión privada. Sin embargo, en el ámbito del comercio, a pesar de que la capacidad de China como potencia exportadora excede por mucho las exportaciones africanas., las ventas hacia el gigante asiático están experimentando un importante crecimiento gracias al impulso que genera incorporar al proceso plataformas de e-commerce y herramientas online.

Aunque el comercio entre China y África apenas representa el 4% del comercio global de China, los proyectos lanzados por la iniciativa china están impulsando mejoras en la conectividad terrestre y en el desarrollo de infraestructuras digitales que permiten a las empresas africanas mejorar su acceso a los mercados de exportación. Ámbitos de desarrollo que igualmente deben ser destino prioritario de las iniciativas B3W y Global Gateway

 

THE ASIAN DOOR: Nueva etapa de la Ruta de la Seda en América Latina. Águeda Parra

Después de nueve años, la apuesta de China por construir vínculos a través de inversión en infraestructuras mientras despliega diplomacia se ha convertido en una de las iniciativas más importantes del gigante asiático en materia de política exterior. Tras unos primeros años de mayor intensidad, la nueva Ruta de la Seda aborda una nueva etapa de mayor ralentización de la inversión, mientras los efectos de la pandemia amenazan con hacer más compleja la recuperación de los ritmos de despliegue que se observaban con anterioridad a que impactara la crisis sanitaria en todo el mundo.

Un ritmo menor de despliegue, una mayor selección de los proyectos que se ejecutan en el extranjero, pero manteniendo el mismo interés sobre las regiones consideradas estratégicas para la iniciativa, entre las que destaca América Latina. La alta complementariedad entre las dos regiones ha favorecido el fortalecimiento de los vínculos con varias de las economías de la región, principalmente con Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador y Chile, que figuran entre los grandes receptores de inversión china durante las últimas décadas. Sin embargo, una vez que el perfil de desarrollo económico del gigante asiático está cambiando, y ha pasado a focalizarse en potenciar el consumo interior y en convertirse en una pieza importante en la creación de valor incorporando alta tecnológica, el sector extractivo de la región ha dejado de tener el interés que despertaba décadas atrás.

China no figura entre los diez principales inversores de la región. Estados Unidos y España se sitúan como los actores más destacados en primera y segunda posición, respectivamente. De hecho, el nivel de stock de inversión extranjera directa (IED) china en América Latina apenas supone el 10% del total de los flujos de inversión de IED realizados entre 2011 y 2020, según American Enterprise Institute. No obstante, la región sigue manteniendo su atractivo para la Ruta de la Seda y para los propios intereses de China con los países latinoamericanos.

En esta nueva etapa de relación entre China y América Latina, los proyectos en renovables y el despliegue de mayor actividad por parte de las empresas tecnológicas en la región, embajadoras de la promoción del Designed in China, se están convirtiendo en el principal impulso de la cooperación entre ambas regiones. Los compromisos de sostenibilidad de China están acelerando el desarrollo de nuevas tecnologías verdes que el gigante asiático exporta en su expansión por la Ruta de la Seda y que pueden suponer un impulso en la nueva etapa de inversión de China en América Latina.

La estrategia energética de China es uno de los grandes focos en los que se centra el despliegue de la Ruta de la Seda, suponiendo el 42% del total de la inversión. De ahí que la expansión por América Latina también esté ampliamente vinculada al sector energético, principalmente a la creciente atención que están acaparando las renovables ante los compromisos climáticos adquiridos por los países en la reciente Cumbre del Clima COP26.

En este avance de despliegue continuo de la Ruta de la Seda, y en el actual contexto geopolítico, América Latina plantea un renovado escenario de oportunidades, como así lo demuestra la celebración de la tercera reunión ministerial del Foro China-CELAC, celebrado el pasado mes de diciembre, y en el que se abordó el Plan de Acción Conjunto China-CELAC para la Cooperación en Áreas Claves (2022-2024). Estas nuevas líneas estratégicas no solamente refuerzan los vínculos económicos y de comercio existentes, sino que supone abordar una nueva etapa en la que destacará la inversión en la industria manufacturera y de servicios, como el transporte y la generación de electricidad, así como en los servicios financieros y en las áreas relacionadas con las nuevas tecnologías.

La adhesión de Cuba a la Asociación Energética de la Franja y la Ruta, Belt & Road’s Energy Partnership, por su nombre en inglés, el pasado mes de octubre de 2021, y el acuerdo ratificado con Argentina para financiar mejoras en la red eléctrica, representan algunos de los ámbitos de promoción de la cooperación en el ámbito de las renovables más recientes. Proyectos que están impulsando los vínculos de China con una región donde 19 de los 33 países que conforman América Latina y el Caribe están adheridos a la iniciativa de la nueva Ruta de la Seda.

Ante una situación de lenta recuperación económica mundial, y menores flujos de inversión por parte de las grandes economías, el Foro China-CELAC plantea un impulso renovado en la relación del gigante asiático con la región. El fomento del sector servicios, las renovables y el desarrollo tecnológico priman el crecimiento económico de China, ámbitos con los que América Latina sigue manteniendo una amplia complementariedad con el gigante asiático. El desafío ahora está en aprovechar las oportunidades que este nuevo entorno pueda plantear para generar el mayor crecimiento económico posible en la región.

THE ASIAN DOOR: Tierras raras, pero geoestratégicas. Águeda Parra

La revolución digital no solamente va a marcar un hito histórico en lo tecnológico como parte esencial de la Cuarta Revolución Industrial, sino que está adquiriendo una histórica relevancia geopolítica. Poder ejercer el control en cada una de las partes de la cadena de valor de los productos tecnológicos se ha convertido en un elemento de poder geoestratégico en la carrera por convertirse en el líder tecnológico mundial. La supremacía en innovación que permite controlar la parte alta de la cadena de valor está resultando ser tan estratégica como dominar el acceso a los elementos básicos en la parte baja, las tierras raras, esenciales para producir los componentes tecnológicos.

En esta nueva etapa geopolítica de la revolución digital, las tierras raras reivindican su valor y pasan a ocupar un rol destacado en la dinamización de influencia geoestratégica a nivel mundial. Este mayor protagonismo de las tierras raras se produce, asimismo, tres décadas después de que Estados Unidos ocupara un papel destacado como mayor productor mundial de estos metales en la década de los años 1980, pasando actualmente a depender del abastecimiento exterior, principalmente de China, que acapara el 80% del suministro mundial. En este cambio de roles en la producción, es ahora el gigante asiático el que afianza su posición con casi un monopolio, acaparando el 90% de la producción de las tierras raras y unas reservas que alcanzan casi el 36% del total mundial, frente al 1,3% de Estados Unidos, según el informe BP Statistical Review of World Energy 2021.

Las tierras raras son esenciales en la producción de dispositivos electrónicos inteligentes, turbinas eólicas, o coches eléctricos. Asimismo, resultan decisivas para una gran variedad de equipamiento militar como sónares y radares avanzados, navegación de misiles y sistemas de visión nocturna, entre otros, convirtiéndose en un elemento de nicho crítico para la industria de defensa que podría elevar las tensiones entre Estados Unidos y China de producirse una disrupción en el desabastecimiento de estos minerales esenciales. Igualmente, un crecimiento continuado de los precios podría convertirse en elemento desestabilizador para la producción de todos los dispositivos y equipos electrónicos que son cruciales en la industria tecnológica, de defensa y en las renovables, y que ya el año pasado experimentaron un aumento del 88%, según la Asociación de la Industria de Tierras Raras de China.

Adicionalmente a que el control de los precios de las tierras raras pueda significar para China una herramienta estratégica con la que ejercer influencia internacional, la creación del gran gigante de tierras raras anunciado por Pekín a finales de 2021 supone un claro indicio del valor estratégico que adquiere para China el control de estos minerales en 2022. La empresa estatal resultante de la fusión de las empresas Aluminium Corporation of China (Chinalco), China Minmetals Corporation y Ganzhou Rare Earth Group aumentará significativamente el dominio de China a nivel nacional, controlando casi el 38% de las tierras raras y el 70% de las tierras raras pesadas del país, además de incrementar su liderazgo en la producción global.

A pesar de su nombre, las tierras raras son bastante comunes en la corteza terrestre, no así las reservas de estos minerales. De ahí el valor geoestratégico del despliegue de la Ruta de la Seda por Asia, África y América Latina para mantener acceso al que se ha convertido en uno de los elementos más indispensables en la carrera por dominar la revolución digital. El acceso a las ingentes reservas que dispone Afganistán es una pieza clave en la geopolítica de las tierras raras, pero no la única nueva pieza en este tablero. Madagascar, por su parte, está capturando parte de ese valor geoestratégico casi duplicando su producción de tierras raras en 2020, hasta las 8 toneladas.

El alza del valor estratégico de estos minerales ha supuesto que Estados Unidos comience a reconsiderar su estrategia en tierras raras aumentando su producción un 36% hasta las 38 toneladas en 2020. No obstante, parece necesario un cambio más radical para competir con el progresivo dominio que está adquiriendo China sobre las tierras raras y la influencia geopolítica a nivel mundial que lleva implícita.

 

 

THE ASIAN DOOR: Laos, nuevo enclave ASEAN de la Ruta de la Seda. Águeda Parra

Con paso firme y bajo una perspectiva de amplia globalidad geoestratégica, la nueva Ruta de la Seda ha ido diseñando el nuevo esquema de comunicaciones, infraestructuras y diplomacia durante los últimos ocho años. La consolidación de la iniciativa, que ha conseguido adherir a multitud de países desde Oriente a Occidente, ha supuesto la remodelación de un modelo de conexiones regionales, con proyección global, difícilmente alcanzable sin el respaldo de la mayor iniciativa de inversión en infraestructuras de la historia.

Conseguir desplegar un nuevo esquema de conexión a través de la construcción de nuevas infraestructuras es la parte tangible de la iniciativa. El poder de una diplomacia reforzada a través de la construcción de vínculos bilaterales más sólidos y relaciones comerciales y económicas más intensas es la parte intangible, un activo imposible de cuantificar cuando se trata de afrontar los retos que plantea la gobernanza mundial ante desafíos globales.

La creciente influencia geopolítica conseguida por China en este tiempo más allá de su entorno más cercano en la región asiática, en África, América Latina e incluso Europa, ha impulsado la presentación de propuestas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea para contrarrestar el poder geoestratégico alcanzado por el gigante asiático. La cooperación en infraestructuras organizada por Estados Unidos bajo la denominación de Build Back Better World (B3W), y la recientemente anunciada como Global Gateway por parte de la Unión Europea, buscan ser la alternativa al desarrollo global de infraestructuras planteado por China.

Anunciados los planes de Estados Unidos y la Unión Europea con los que se espera movilizar miles de millones de dólares para mejorar la carencia en infraestructuras que tiene el mundo en cuestión de acceso universal a la energía, agua, mayor movilidad, y que el Banco Mundial ha cuantificado en 1,3 billones de dólares, la nueva Ruta de la Seda sigue avanzando en su diseño geoestratégico de conexión con la incorporación de Laos al esquema global.

Coincidiendo con el 46 aniversario de la República Democrática Popular de Laos, el país inauguraba el pasado 2 de diciembre los 422 kilómetros de vía férrea que conecta la frontera con China y la capital Vientián a una velocidad de 160 kilómetros a la hora para trenes comerciales y de 120 kilómetros a la hora para mercancías. La nueva conexión ferroviaria que proporciona mayor integración a un país que no dispone de salida al mar, puede convertirse en el game changer que impulse la revitalización de Laos, que figura entre los países en desarrollo con menor desarrollo. Solamente la inversión de la nueva infraestructura ferroviaria supone algo menos de un tercio del PIB de Laos.

Constituida como joint-venture con un reparto del 70% y 30% entre China y Laos, respectivamente, la infraestructura pasará a ser propiedad de Laos después de 50 años, esté o no cancelada la deuda, al tratarse de un proyecto de Asociación Público Privada donde se contempla la construcción, operación y transferencia al Estado de los activos. Un modelo conocido como BOT, Build Operate and Transfer.

Once años, y una pandemia global que ha ralentizado la conclusión del proyecto, han sido necesarios para que Laos cuente con una infraestructura con la que poder convertirse en hub hacia la región ASEAN, haciendo de enlace con el punto de inicio de la vía férrea en la ciudad china de Kunming. Un proyecto que incorpora un total de 75 túneles y 77 puentes para conseguir sortear una orografía montañosa y densamente poblada, que conseguirá modelar los flujos comerciales y económicos de la región en la próxima década.

Con la incorporación de Laos, China suma un enclave más a su esfera de influencia y un punto de enlace adicional hacia las zonas costeras que, de unirse Tailandia, le llevaría a conectarse con Malasia y Singapur. Una pieza más en el tablero de la geoestrategia para evitar la vulnerabilidad que constituye el estrecho de Malaca ante la posible configuración de un nuevo esquema global post-pandemia donde las potencias extranjeras podrían ejercer un mayor control naval en la región.