Mientras crece la sensación de que puede estarse debilitando lentamente el apoyo a Ucrania y el mensaje de que sería mejor para Kiev buscar un acuerdo con Moscú, las autoridades ucranianas han conseguido algunos compromisos para constituir alianzas de seguridad para después de la guerra y promesas de importantes inversiones para la reconstrucción nacional tras la catástrofe. En estos capítulos se han adelantado Francia y Japón.
En una conferencia que Japón coorganizó con el Gobierno ucraniano y organizaciones empresariales, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, dijo que la cooperación pública y privada japonesa será una asociación a largo plazo basada en la inclusión, el humanitarismo, así como la tecnología y el conocimiento. Entre los acuerdos suscritos destacó la promesa de Japón de entregar 15.800 millones de yenes (105 millones de dólares o unos 97 millones de euros) en nuevas ayudas para Ucrania, con el propósito de financiar el desminado y otros proyectos de reconstrucción que se necesitan con urgencia en los sectores de energía y transporte.
El primer ministro de Ucrania, Denys Shmyhal, señaló que la reconstrucción de Ucrania va mucho más allá de la retirada de minas terrestres y escombros. Destacó la fortaleza de su país en agricultura, sus ricos recursos naturales y su ambición de ser un centro digital de Europa con su experiencia en información y ciberseguridad. También instó a los fabricantes de automóviles japoneses a abrir fábricas en Ucrania.
La Conferencia Japón-Ucrania para la Promoción del Crecimiento Económico y la Reconstrucción fue organizada conjuntamente por los Gobiernos japonés y ucraniano, la poderosa organización empresarial japonesa Keidanren y la Organización de Comercio Exterior de Japón.
Es muy probable que las sutiles presiones a Ucrania para encontrar una solución que la haga ceder en una fórmula hipócrita que tranquilice las conciencias y, más exactamente, las economías europeas necesite promesas de futuro, una anestesia económica para el después. Pero, a la vez, un Japón con una economía que se ralentiza también necesita vender a sus empresarios operaciones de futuro, rentables y con marca de humanitarias.