El impacto del Coronavirus. Ángel Enriquez De Salamanca Ortiz

El Coronavirus se detectó por primera vez en China en diciembre 2019 y, debido a su rápida propagación, se ha convertido en los últimos meses, en un virus no solo para la sociedad, sino, también, para economía china y mundial. Ya ha llegado a todos los continentes del planeta, a más de 185 países, siendo los más afectados China, Estados Unidos, Italia o España.

[Figura 1: Número de casos nuevos confirmados en el mundo de COVID-19, hasta el 24.03.2020. www.mscbs.gob.es]

Ya hay más de 17.000 muertes en el mundo y aumentando, y el Covid-19 ha salido de China y ha llegado a otros muchos países, afectando, no solo a personas, sino también, a eventos como el “Mobile World Congress” en Barcelona, España. Un evento que se iba a celebrar en la ciudad a finales de febrero, y que, al haberse cancelado, la ciudad ha dejado de ingresar casi 500 millones de euros y más de 100.000 visitantes de todo el mundo, con el consiguiente gasto en hoteles, taxis o restaurantes. Casi la mitad de la temporada de Formula1 ha sido cancelada o aplazada, así como los grandes premios de la Formula-E o el Salón del Automóvil de Ginebra, que estaba previsto del 5 al 15 de marzo, se ha cancelado. El LPGA de golf, también canceló 2 eventos en Tailandia y Singapur por el Coronavirus, pero también se han cancelado eventos en el fútbol mundial, atletismo, baloncesto, tenis y, el evento más importante del año, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se aplazarán al próximo año 2021.

Pero el impacto del patógeno se ha notado en las economías de todos los países y, el miedo al contagio, se ha extendido, tanto a personas, como a la economía real, afectando a todo el planeta y al cierre de fronteras a escala mundial para evitar la rápida propagación.

En primer lugar, la demanda mundial de petróleo se ha recortado por el efecto del virus y, debido a la paralización de la economía china. Este menor consumo ya ha provocado una caída en los precios del crudo desde los 70$ a principios de año hasta menos de 30$ en la segunda quincena de marzo. Se espera que, durante este año, China queme, solamente, un 1,74% más de crudo que en 2019, un frenazo de un 1% respecto al año anterior. En el otro lado, la OPEP+, con Rusia, se reunió en el mes de marzo, en su sede de Viena (Austria) para intentar reducir la producción y así no dejar que caigan los precios. Empresas petroleras como Repsol, o del sector del acero, como AcelorMittal, han sufrido caídas en bolsa por la crisis del Coronavirus. Esta caída del precio del petróleo también se ha visto agravada por la guerra de intereses entre Arabia Saudí y Rusia con respecto a la producción de petróleo.

Esta caída de la demanda mundial, que se estima para este año en un 30%, también afecta a los países africanos, que muchos de ellos son muy dependientes de las exportaciones de crudo hacia el gigante asiático.

La ralentización de la economía asiática se notará en los precios y producción, también, de otras materias primas como el Cobre. Este mineral es importado por China desde Chile y Perú, que producen el 40% del total mundial. Estos países, son muy dependientes de estas exportaciones y, la menor demanda de China ha hecho que, en un solo mes, la cotización de este mineral haya caído un 10%, con el consiguiente impacto en estas economías.

China es el mayor fabricante de automóviles del mundo y, la venta de coches nacionales ha llegado a caer un 92% en febrero y se espera que este año 2020, en China, la producción caiga un 2%.  El fabricante PSA Groupe, evacuará a su personal de la ciudad de Wuhan, y lo mismo han hecho otras marcas como Honda, General motors o  Ford. En la ciudad de Wuhan se encuentran otras marcas como Nissan o Renault. El sector de la automoción español también se ha visto afectado por el parón de la actividad china y, muchas empresas, han decidido forzar a sus empleados a trabajar desde casa o, debido a la baja actividad, todos los sectores se han visto obligados a realizar despidos temporales (ERTE) para paliar esta baja actividad económica de magnitudes mundiales.

Pero no solo han caído las ventas de automóviles, la caída de la demanda en productos tecnológicos como televisores (4,5%), ordenadores (12,3%) o smartwatch (10,4%), también han caído. El gigante Apple también ha comunicado la escasez mundial de suministro del iPhone.

[Figura 2: Estimación del impacto del Coronavirus en el PIB global. https://www.netscribes.com/wp-content/uploads/2020/pdfs/Corona_virus_infographic.pdf]

Esta caída, estimada, del PIB Chino hará que muchas empresas pierdan ventas mientras siga el miedo y el contagio. Además, este miedo, afecta a los viajes, al comercio y a los movimientos de personas. Ante este descenso de la actividad económica, el Banco Central Chino ha inyectado 173.000.000.000 USD para reanimar la economía, pero muy posiblemente, y a pesar de los esfuerzos del PCCh, las previsiones de crecimiento de su economía, durante el Q1 del 2020, estarán muy por encima de las reales. El Banco Central de Japón (BoJ) también ha inyectado casi 6.000 millones de euros para paliar los efectos del virus y el Banco Central Europeo (BCE) lanzó una compra adicional de activos por valor de 120.000 millones de euros. Todas las economías del planeta han reducido sus tipos de interés para intentar estimular sus economías, a excepción de Kazajistán, que los elevó para paliar los efectos de la caída del precio del petróleo.

El turismo es otro sector castigado por el patógeno, millones de turistas chinos dejan de viajar, de coger aviones y de consumir bienes en otros países, en 2019 los turistas chinos llegaron a gastar en el extranjero 130.000 millones de dólares, una cantidad que, a día de hoy, dejaran de gastar afectando a los pequeños comercios de todo el mundo. El sector de la aviación ha sido uno de los más perjudicados, los vuelos nacionales han llegado a caer hasta un 70%. Según la patronal IATA la cancelación de vuelos (en el peor escenario) puede tener un impacto económico de más 110.000 millones de dólares, lo que significa una pérdida de un 19% de pasajeros a escala mundial. El peso del turismo en España es de, aproximadamente, un 15% del PIB y, si el miedo al contagio continúa hasta el segundo trimestre del año, se podrían perder unos 6 millones de turistas, esto supone más de un 7% menos de llegadas a la península. Se estima que la pérdida de ingresos por turismo, a escala global, alcance los 80.000 millones de dólares.

China es un gran productor de textil y, el sector de la moda también se va a ver afectado por el Coronavirus. El frenazo económico afectara a Inditex, donde el 30% de los proveedores son chinos, pero en Primark es más del 50%. Otras marcas como Nike o Versace prevén cerrar tiendas por la caída en las ventas. Ralph Lauren China estima sus pérdidas en 70.000.000 USD.

[Figura 3: Posible impacto del coronavirus en China. www.caixabankresearch.es]

Más de la mitad de las pérdidas por ventas de las empresas en China serán de, al menos, un 20% y, la economía China, según estimaciones de CaixaBank Research,  seguirá cayendo hasta tocar fondo en el segundo trimestre del 2020.

Las bolsas de todo el mundo también se han resentido, el IBEX35 ha perdido los 6.300 puntos, llegando a desplomarse un 14% en una sola sesión (la mayor de la historia del IBEX35) y bolsas como Paris, Frankfurt o Londres han llegado a perder más de un 10 % en una sola sesión. La bolsa de Milán ha llegó a desplomarse más un 15%. Desde mediados de febrero, la bolsa de Corea del Sur (KOSPI) o el Nikkei japonés han llegado a perder, entorno a, un 10%. La bolsa de Shanghái llegó a caer un 12% en la segunda quincena de enero. El Deutsche Bank ha afirmado que el virus podría llevar a Alemania a la recesión económica y la FED ha bajado los tipos de interés ante el posible impacto del virus en la economía americana. Credit Suisse rebaja, el crecimiento mundial, del 2,4% al 2,2% y, el crecimiento de Italia lo baja del 0,3% a la recesión, al -0.2%. El Nasdaq, el Dow Jones o el S&P 500, han llegado a perder más de un 10% en una sola sesión.

En las últimas décadas, otros virus como el Marburg, Ébola, H5N1, MERS o SARS han tenido un impacto en la sociedad y economía mundial, pero ninguno ha tenido una propagación tan rápida como el COVID-19 y, esto, ha generado miedo en la sociedad y economía actual.

Si se puede sacar algo positivo del virus es que, debido a la cuarentena a escala mundial, las emisiones de CO2 se han reducido drásticamente debido al frenazo económico del gigante asiático y, según “Carbon Brief”, estas han descendido, hasta el mes de febrero y a nivel global, en 100mt o 6% mundial, mientras que en China la reducción ha sido de un 25%. Un respiro, temporal, para el planeta pero que no detiene el gravísimo cambio climático que sufre el mundo. No solo esto es positivo, sino que, además, esta crisis humanitaria mundial ha puesto de manifiesto la solidaridad del mundo entero y, grandes empresas como Inditex, Banco Santander, Facebook, Ferrovial o Mercadona han hecho donaciones millonarias para ayudar en la lucha. También pequeños comercios o personas particulares han puesto todos sus recursos humanos y tecnológicos en la lucha contra la pandemia, y de forma gratuita.

A día de hoy, es pronto para calcular el impacto final socio-económico del 2019-nCoV, pero lo que sí está claro, es que, a día de hoy, China es un pilar o un motor de la economía mundial y, la ralentización de su economía tiene consecuencias sobre todo el planeta.

Ángel Enriquez De Salamanca Ortiz es  Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo CEU de Madrid

www.linkedin.com/in/angelenriquezdesalamancaortiz @angelenriquezs

INTERREGNUM: China necesita a Occidente. Fernando Delage

Uno de los más evidentes efectos geopolíticos del coronavirus está siendo la rápida reacción china dirigida a ocupar el vacío creado por los errores de Estados Unidos. Frente a la falta de cooperación norteamericana, Pekín intenta situarse como el líder global de la respuesta a la pandemia, proporcionando ayuda a otros países y haciendo hincapié en la eficacia de sus medidas. El movimiento no deja de ser atrevido: la epidemia tuvo su origen en la República Popular, y los intentos de las autoridades por ocultarla en un primer momento contribuyó a extenderla. Pero su gobierno entiende que el contraste entre su actitud y la de Washington puede acelerar el desenlace de la competición por el liderazgo mundial en el siglo XXI.

            Puede ser, no obstante, una conclusión prematura. El cambio en la distribución global de poder es estructural y antecede al coronavirus. Sin embargo, nada asegura que la pandemia no vaya a alterar el curso esperado de los acontecimientos. ¿No cambiaría la posición de Estados Unidos si Biden sustituyera a Trump como presidente? ¿No tendrán consecuencias políticas en China los efectos económicos de la crisis? Por lo demás, contra las anticipadas expectativas de un auge nacionalista y del fin de la globalización, ¿puede descartarse una nueva etapa de cooperación global? No es una perspectiva descabellada si se tiene en cuenta lo poco que pueden ofrecer el hipernacionalismo y los populismos identitarios frente a amenazas como otro virus futuro, el cambio climático o la anarquía de un ciberespacio no regulado.

China es un claro ejemplo de la necesidad de ese enfoque global. Por mucho que se esfuerce por influir en crear una narrativa a su favor sobre la pandemia, su impaciencia puede resultar contraproducente. Con independencia de la errónea retórica hostil de la Casa Blanca hacia la República Popular, la confrontación en sus relaciones con Estados Unidos—agravada estos días con la expulsión del país de una docena de periodistas del New York Times, el Wall Street Journal, y el Washington Post—quizá no sea el camino más acertado cuando el coronavirus puede haber trastocado en gran medida sus ambiciones.

Los líderes chinos confiaban en poder anunciar este año la duplicación de su PIB durante la última década, y acercarse así a los objetivos marcados para la conmemoración, en 2021, del centenario de la fundación del Partido Comunista, y la celebración—un año después—de su XX Congreso. Aunque las drásticas medidas adoptadas por el gobierno han permitido controlar la epidemia antes de lo esperado, el daño económico es considerable. Los datos de enero y febrero confirman que la producción industrial cayó un 13,5 por cien, las inversiones fijas de capital un 24,5 por cien, y las ventas al por menor un 20,5 por cien: los peores datos desde la muerte de Mao en 1976. El confinamiento ha impedido a centenares de millones de trabajadores volver a su ocupación, así como el suministro regular de materias primas y componentes, complicando para la industria la recuperación de su capacidad. Aun con un recorte de los tipos de interés y la adopción de un paquete de estímulos—sobre cuya posibilidad no hay acuerdo entre los expertos dado el alto nivel de deuda china—, las estimaciones de crecimiento del PIB para 2020 oscilan entre el uno por cien y el cuatro por cien, frente al seis por cien en que confiaban las autoridades. La situación es muy diferente, por tanto, de la crisis del SARS, en 2002-2003, cuando China compensó sus pérdidas aprovechando la fuerte demanda de los consumidores en Occidente; y distinta también de la crisis financiera global de 2008, durante la cual—al contrario que Estados Unidos y Europa—la República Popular mantuvo un alto crecimiento. Esta vez resultará mucho más difícil para Pekín encontrar compradores occidentales, y tampoco los mercados emergentes pueden sustituirlos. La recuperación de las cadenas de valor y del crecimiento mundial—condiciones necesarias para restaurar a su vez el crecimiento interno chino—, no pueden producirse en consecuencia al margen de la interconectividad de la que depende la economía global. Pekín intenta convertir esta crisis de salud pública en una oportunidad geopolítica para promover su influencia, pero necesita a Occidente—como éste a la República Popular—para no verse arrastrados mutuamente al precipicio.

Una vez más, la tentación autoritaria

La epidemia está exigiendo a los gobiernos de todo el mundo medidas claras, comprensibles, urgentes y sin contestación. Es lo necesario y, salvo incidentes sin mucha importancia de momento, las medidas se están cumpliendo en términos generales.

Pero, en las explicaciones, en los intentos de hacer pedagogía se van colando argumentos que cada vez con menos disimulo están exaltando el estatalismo, la sobrevaloración de lo púbico, entendido como  lo estatal, paralelo a la denigración de lo privado. Y, tras esta posición claramente ideológica, además de falsa en el fondo, está un desprecio a la actividad económica hasta el punto de que miembros de gobiernos y dirigentes regionales europeos no necesariamente del color político de las autoridades nacionales contraponen economía y salud para despreciar los intereses privados.

Economía y salud no son separables, ni siquiera en el corto plazo, y defender medidas, necesarias, basadas en el gasto público sin garantizarse la actividad económica productiva que permita ese gasto abre un camino en el que las palabras sustituyen a los hechos y se adivinan resultados que sociedades de la Europa del Este o Cuba, por poner sólo algunos ejemplos, han recorrido para  llegar a cotas importantes de miseria embellecidas por la propaganda.

Además, lo que a medio plazo puede ser más grave, se va reduciendo la actividad parlamentaria y va avanzando la gestión de los gobiernos decreto a decreto. Es bueno no perder la calma, pero tampoco las formas y conviene alejarse de los cantos de sirena que tratan, a caballo del coronavirus, de llegar a reformas intervencionistas basadas en ideas totalitarias no sólo trasnochadas sino fracasadas.

Diplomacia en tiempos del COVID-19. Nieves C. Pérez Rodríguez

2020 lleva 14 semanas y no hemos hecho más que hablar del coronavirus y la espantosa crisis que ha causado. Comenzamos hablando del virus de Wuhan que parecía no tan preocupante hasta que en las redes sociales chinas se comenzaron a ver denuncias de una neumonía que se cobraba vidas; luego fue el doctor chino Li Wenliang quien intentó sin ningún éxito alertar de la gravedad de ese nuevo virus y que fue silenciado por el gobierno chino y acabó fulminado por el mismo virus, y que astutamente el partido comunista chino ha convertido en un mártir para justificar su represión.

Occidente, desde el principio, sospechó que Beijing había ocultado datos, aunque hoy la mayoría de los países occidentales están ensimismados intentando contener los contagios y con ellos los decesos. Según la ola de contagiados aumenta en cada país se cierran las fronteras y se militarizan ciudades, que se resisten y/o padecen el sometimiento a estar en casa por decreto.

La mayoría de los políticos al referirse al virus usan el término coronavirus o bien el COVID-19 para intentar mantenerse en lo políticamente correcto. Sin embargo, Trump, que es conocido por sus formas rudimentarias de diplomacia, lo ha denominado más de una vez el “virus chino”, lo que levantó estupor en los medios de comunicación y en algunos sectores de la sociedad.

Pero en Brasil también se ha dado el mismo fenómeno. Eduardo Bolsorano – hijo del presidente y diputado del parlamento brasileño- comparó al Partido Comunista Chino con las autoridades soviéticas en la actuación del desastre nuclear de Chernóbil de 1986 y lo acusó de ser el culpable de la pandemia en el mundo.

“Más de una vez la dictadura prefirió esconder algo grave a exponerlo sufriendo un desgaste, pero que salvaría innumerables vidas”. Estos tweets ocasionaron una respuesta casi de inmediato de la embajada china en Brasilia respondía en Twitter: “Sus palabras son sumamente irresponsables y nos suenan familiares. No dejan de ser una imitación de sus queridos amigos. Al volver de Miami, contrajo, desafortunadamente, un virus mental, que está infectando las amistades entre nuestros pueblos”.

Eduardo Bolsonaro acompañó la comitiva presidencial brasileña a un viaje oficial a Estados Unidos (del 7 al 10 de marzo) y, del que se supo que el jefe de prensa del presidente Bolsonaro estaba infectado con el COVID-19, hecho que llevó a Trump hacerse la prueba para descartar haberlo contraído.

El Tweet de la Embajada china en Brasil refleja la narrativa del Partido Comunista Chino y cómo, una vez que empiezan a sentir que van recuperando la normalidad, sobre todo en Wuhan, provincia que entró en cuarentena total, cargan en contra de acusaciones que pongan en entredicho al partido.

La narrativa que usa Beijing está milimétricamente estudiada. Desde el otoño pasado hemos observado cambios importantes ante las acusaciones. En algunas ocasiones usan portavoces que ya no ostentan cargos políticos pero que siguen vinculados al régimen. Pero cada vez más observamos como usan voceros oficiales, un buen ejemplo a citar son los embajadores chinos que al principio de la crisis del virus se dedicaron a dar entrevistas para ayudar con la imagen perjudicial que estaba dando al mundo el comienzo de la pandemia.

Las embajadas chinas en el mundo han sido herméticas por excelencia, los diplomáticos no se han dejado ver con frecuencia, nunca concedían entrevistas, pero ni tan siquiera se preocupaban en responder a las peticiones de las mismas. Hoy vemos como China sigue igual o más restrictiva que antes de la pandemia, pero más dispuesta hacerse oír y respetar en la comunidad internacional. El respeto es algo fundamental en la convivencia internacional, y debe ser impuesto en todos los sentidos. Pero lo que no puede consentirse es que Beijing ahora se dedique a vender teorías falsas sobre el origen del virus, queriendo culpar a Estados Unidos o a Italia, para librar su responsabilidad sobre la gigantesca crisis que comenzó en China y que le ha dado la vuelta al mundo y a la vida de todos tal y como estábamos acostumbrados.

THE ASIAN DOOR: Aspectos culturales, reto de la globalización

A medida que el mundo se hace más global, las naciones, sin embargo, se diferencian por su personalidad, por aquellos aspectos culturales que conforman la idiosincrasia que hace a un país diferente a otro. Todo ese legado que ha moldeado las sociedades durante siglos, es justo lo que lleva a que en casos de máxima alerta, de necesidad imperiosa, nos haga reaccionar tal y como está definida nuestra propia identidad socio-cultural.

La supremacía del yo frente a la comunidad es un rasgo que diferencia a las sociedades occidentales de las orientales. Se trata de poner en perspectiva cómo cada una de las regiones manifiesta la relación entre inviduo y sociedad. Es una cuestión de poner en contexto cómo se articulan los conceptos de sociedad y cultura en Asia Oriental y en el Sudeste Asiático frente a las manifestaciones en otros países occidentales que no comparten su misma herencia cultural ni el legado filosófico. Observar para entender cada sociedad sin que prime nuestra propia perspectiva en el análisis.

No se trata de si los países son más o menos avanzados, de si tienen mayor o menor desarrollo económico, se trata de una cuestión identitaria en la que las sociedades orientales anteponen el beneficio de la comunidad, la familia, el país, el entorno. Frente al colectivismo imperante en Asia, el individualismo es el protagonista en el contexto de las sociedades occidentales. El yo como expresión de una manifestación en la que se anteponen los derechos del individuo, la libertad. Una actitud que contrasta con una herencia confuciana por la que en las sociedades asiáticas el sentimiento de comunidad genera una reacción más homogénea cuando se plantean desafíos que perturban el entorno.

De igual forma a cómo sucede en Occidente, las sociedades en Oriente no son todas iguales. La identidad de los países que forman Asia Oriental difiere de los que se agrupan bajo la denominación de Sudeste Asiático. Sin embargo, la herencia confuciana que todos comparten hace que, al margen del transfondo político que viven cada una de estas sociedades, el discurso confuciano sea una máxima que todos comparten.

Teniendo distintos modelos políticos, tanto la China comunista como las democracias de Corea del Sur, Taiwán y Singapur son ejemplo de cómo la necesidad de mantener estable la comunidad hace prevalecer la identidad colectivista frente al individualismo. Y, por ende, es el patrón jerárquico que forma parte de los aspectos que definen el confucianismo, lo que permite entender cómo las sociedades asiáticas, con independencia de sus sistemas de gobierno, se muestran más disciplinidas ante medidas que la sociedad considera que están articuladas para proteger a la comunidad. En un mundo globalizado, con diferentes idiosincrasias y valores, deberíamos hacer más global el sentimiento de comunidad. Extender los límites del individualismo para construir un modelo de comunidad mundial.

THE ASIAN DOOR: Una nueva era de la globalización, digital

La iniciativa de la Franja y la Ruta se ha consolidado como la gran apuesta de China para posicionarse más allá de sus fronteras. Los proyectos de infraestructuras que dan forma a la iniciativa, a través de los corredores terrestres y la vía marítima, le han permitido al gigante asiático crear una amplia red de nuevas conexiones, dando acceso a la apertura de nuevos mercados para los productos chinos. En su gran mayoría, el desarrollo de las infraestructuras corresponde con enclaves estratégicos, especialmente seleccionados para cumplir la función de servir de ruta alternativa al cuello de botella que supone el tránsito de mercancías a través del Estrecho de Malaca. Asimismo, la elección de estos enclaves cumple con la visión geopolítica de crear una mayor influencia china en regiones de alta componente geoestratégica, como así corresponde a las inversiones realizadas en Yibuti, Pakistán, Sri Lanka, Maldivas, Myanmar y Malasia. Un conjunto de países que configuran el conocido como “Collar de perlas” de enclaves estratégicos para la geoestrategia desplegada por China a través de la nueva Ruta de la Seda.

Como parte de la componente geoestratégica de estos enclaves, algunos cumplen además la función complementaria de otorgar a China, por primera vez en la historia, acceso directo al mar. Es el caso de la conexión del puerto de aguas profundas de Gwadar, en Pakistán, y el de Kyaukpyu, en Myanmar, que estarán conectados con las provincias del sur y del suroeste de China a través de autopistas. El aumento de los flujos de comercio y de inversión asociados a estos proyectos se ha convertido en una de las principales palancas para ampliar y reforzar la influencia de China a través de los países de la ruta, de Oriente hasta Occidente.

Nace así un nuevo modelo de globalización donde China se ha posicionado como el principal impulsor en la construcción de las infraestructuras necesarias para desplegar nuevas vías de comunicación. Por ellas transitará el abastecimiento de recursos energéticos que el país necesita, a la vez que favorecerá el desarrollo humano y la integración regional de los países que forman parte de la iniciativa. Un modelo que se despliega a través de las nuevas conexiones promovidas por la nueva Ruta de la Seda que está generando un esquema renovado de globalización, donde la componente digital va a tener una relevancia igual o mayor que la transformación económica que puede generar el desarrollo de nuevas infraestructuras.

Ahora que se van a desarrollar nuevos modelos de negocio basados en la aportación de las nuevas tecnologías, impulsando la Cuarta Revolución Industrial, la componente digital se va a convertir en una palanca clave en la configuración de la nueva era de la globalización. En este período, constructor del desarrollo económico de la segunda mitad de siglo, la Ruta de la Seda Digital, la versión tecnológica de la iniciativa china, va a adquirir un protagonismo creciente. Los países menos desarrollados de Asia-Pacífico se van a beneficiar del impulso económico que supone incorporar las nuevas tecnologías a los procesos productivos. Pero la transformación digital también se va a producir a nivel global, convirtiéndose China en unos de los protagonistas que configuren el nuevo modelo de globalización digital aportando la experiencia adquirida de la revolución tecnológica que está transformando la economía y la sociedad china. Etiquetas: Globalización, Cuarta Revolución Industrial, Ruta de la Seda Digital, Geopolítica de la tecnología, Nuevas tecnologías

En tiempos del COVID-19. Nieves C. Pérez Rodríguez

En esta lucha internacional que está teniendo lugar contra el coronavirus, cada país está librando su batalla como puede, de acuerdo a sus recursos y conocimientos, e incluso sus errores. Taiwán por su parte es un ejemplo ha seguir estando justo al lado del epicentro del COVID-19. Posiblemente debido a la experiencia adquirida durante el SARS del 2002-2003 ha sabido canalizar la crisis con una respuesta tan acertada que supone un modelo a seguir.

De momento, Taiwán tiene solo un fallecido y 50 casos, a pesar de que se encuentran a tan sólo 130 km de China, lo que son números realmente bajos comparativamente con los que se han registrado en las otras cien naciones afectadas en el mundo.  Los taiwaneses tienen la tasa de incidencia más baja per cápita, cerca de 1 por cada 500.000 personas, que es ciertamente remarcable considerando la cercanía de China y el nivel de intercambios, vuelos y tránsito de personas entre ambos.

Taiwán más que nadie sabe cómo opera el Partido Comunista Chino. Conoce sus retorcidas formas de secretismo y sus vicios. Por lo que esta isla tomó medidas inmediatas desde que supo de la existencia del virus. El mismo día que China notificó a la Organización Mundial de la Salud -el 31 de diciembre- Taiwán comenzó con la implementación de sus medidas.

A pesar de las complejas relaciones entre Taipéi y Beijing, China autorizó la entrada de un grupo de expertos taiwaneses el 12 de enero, quienes viajaron y pudieron quedarse con la sensación de gravedad de la situación, de acuerdo con NBC news y tal y como los mismos expertos afirmaron no les dejaron ver lo peor, pero pudieron intuir la gravedad. Paralelo con el regreso a Taiwán de dicho equipo, se les comunicó a los hospitales que comenzaran a organizarse frente a la epidemia y a practicar exámenes a las personas, reportar los casos positivos y hacer un seguimiento de con quien esos individuos infectados han mantenido algún tipo de contacto.

Fue esa rapidez desde las primeras horas de conocerse la existencia del COVID-19 lo que ha jugado en favor de Taiwán, quien informó de su primer caso el 21 de enero. Taiwán tiene casi 2 meses desde el primer caso reportado, pero casi 3 meses monitoreando y ejecutando medias preventivas.

Corea del Sur, por su parte, a pesar de haber tenido un altísimo número de contagios los primeros días, con un total de 8.000 casos registrados, puso en marcha un agresivo sistema de pruebas para poder determinar quiénes están o no infectados.

Los puestos de pruebas desde el coche han sido una de las medidas más efectivas, no sólo para conocer el número de casos, sino para evitar contagio por cercanía en centros hospitalarios.

Los centros de autoservicio, en una fase inicial, daban los resultados en 20 minutos de tomada la muestra, y a día hoy tarda unas cuantas horas, probablemente debido al número de pruebas que se están realizando al día, que están entre 10.000 a 15.000 diarias. A diferencia de la mayoría de los otros países, En Corea del Sur todas las personas pueden ir a hacerse la prueba.

Este sistema es muy diferente al que ha la mayoría de los países en occidente han puesto en ejecución, que ha sido mayoritariamente imponer cuarentenas a ciudades enteras, o hasta países enteros. Los surcoreanos usan la cuarentena sobre las personas que deben hacerlas, sin paralizar el país entero. Seguramente debido a la disciplina que les caracteriza, esa medida ha sido efectiva. Y obviamente también debido a la capacidad que la Administración ha demostrado que tiene de realizar los test y dar los resultados.

No existe una situación similar en la historia de la humanidad, ni siquiera parecida en la que casi todos los países se cierran al resto, o se ponen en cuarentena debido a una pandemia como la COVID-19. Debemos aprender de las naciones que han hecho un buen manejo de la crisis y con ello tratar de minimizar el natural pánico social que un desafortunado escenario como este genera.

Conviene sacar nuestro lado más humano ante esta crisis. Debemos ser solidarios con la población en mayor riesgo y cumplir con lo que nos piden las autoridades que, desde una difícil posición, intentan contener el contagio, aunque algunas veces lo hagan con pocos aciertos. La solidaridad es un acto puro de desprendimiento, de apoyo. Debería ser una disposición natural de ayuda, de bondad, de humanidad. La solidaridad es un valor presente en cada ser humano, que debemos, hoy más que nunca despertar y poner en práctica por los más vulnerables al COVID-19. Seamos solidarios en tiempo de crisis.

INTERREGNUM: Geopolítica del coronavirus. Fernando Delage

El mundo no volverá a ser el mismo después del coronavirus. Tras los atentados del 11-S y la crisis financiera global de 2008, la actual pandemia es una tercera variable que viene a certificar el fin de una era. De una era política, en primer lugar, que estuvo definida por el liderazgo de Estados Unidos. Y de una era económica, en segundo lugar, marcada por un proceso de globalización dominado por Occidente. Sin poder anticipar la mayor parte de sus consecuencias, el Covid-19 revela cuando menos la consolidación de este giro estructural.

            La ausencia de liderazgo norteamericano es uno de los hechos más llamativos de la crisis, aunque es coherente con la actitud unilateralista de su presidente. La emergencia sanitaria ha agravado al mismo tiempo la ya tensa relación entre Washington y Pekín, y plantea nuevas preguntas sobre el papel de este último en un mundo cada vez más interconectado. La confrontación entre ambas potencias ha obstaculizado, por un lado, la posibilidad de la respuesta global exigida por la pandemia. Por otro, el coronavirus no ha hecho sino fortalecer la inclinación de la Casa Blanca a romper la interdependencia con China. Empresas que ya pensaban diversificar sus cadenas de suministro como consecuencia de la guerra comercial, acelerarán probablemente sus planes. Miembros del Congreso advierten por su parte que Estados Unidos debe reducir su dependencia de medicinas y suministros médicos procedentes de la República Popular.

También en Europa distintos gobiernos plantean que ha llegado la hora de corregir la dependencia de la industria china. Dado el papel central de la República Popular en las cadenas globales de valor, el cierre de las fábricas del país para contener el contagio ha afectado de manera directa a numerosos sectores europeos, en particular el tecnológico y el farmacéutico. Aun cuando las cifras de infecciones se han reducido y se ha retomado la actividad manufacturera, líderes políticos europeos consideran inaplazable el reforzamiento de la soberanía económica del Viejo Continente en áreas estratégicas.

La pandemia está amplificando de este modo las dificultades en las relaciones entre Pekín y Bruselas, y no sólo entre China y Estados Unidos. Pero también la República Popular está adaptando sus movimientos a las nuevas circunstancias. Además de un ejercicio de diplomacia pública sin precedente, de la que es muestra el envío masivo de ayuda a distintos países asiáticos y europeos, España incluida, la crisis puede empujarla a continuar con la construcción de instituciones internacionales paralelas, con el fin de reorientar a su favor el sistema multilateral. Expertos chinos ya han hecho circular, por ejemplo, la propuesta de una nueva organización de salud que compita con la OMS. Sería un esfuerzo simultáneo a la promoción del discurso que contrasta su victoria contra el coronavirus con la tardía reacción de los países occidentales. La comparación entre la aparente eficiencia de las medidas adoptadas por China—pero también por Japón, Corea del Sur, Singapur o Taiwán—, y una Europa convertida en epicentro de la pandemia durante la última semana, puede interpretarse como otra ilustración del desplazamiento del poder global desde el espacio euroatlántico hacia el Indo-Pacífico. Las presiones a favor de la desglobalización y el resurgir nacionalista que cabe esperar como reacción a las vulnerabilidades derivadas de un mundo interconectado, pueden acelerar la división del sistema internacional en bloques regionales. Pero si la crisis prueba algo es tanto la necesidad de la cooperación global como la insuficiencia de las instituciones internacionales para responder a los desafíos del siglo XXI. Esta vez no es el terrorismo ni las finanzas, sino la salud pública la que pone en evidencia el comienzo de un nuevo ciclo histórico. En qué dirección aún no lo sabemos.

Estado de alarma

La declaración en España del Estado de Alarma para combatir la epidemia del COVD-19 ha alterado la vida del país, frenado de golpe la economía y confinado a la gente en sus casas salvo para situación de justificada urgencia y necesidad.

 Esto, como ya hemos explicado en las redes sociales, también ha afectado a 4Asia.es que no pudo actualizarse la semana pasada. Las dos próximas semanas lo vamos a hacer con menos recursos pero intentaremos mantener la regularidad hasta la vuelta a la normalidad.

Son tiempos duros y excepcionales como medidas sin precedentes en España desde la guerra civil y eso exige responsabilidad, compromiso, solidaridad, respeto a las   y lealtad con las autoridades.

En la medida de nuestras posibilidades vamos a estar presentes para seguir informando sobre los cambios que la fulminante epidemia está causando y analizando los cambios que está impulsando en todos los órdenes, de salud, económicos, geopolíticos y militares. Quizá no es muy aventurado afirmar que el mundo ya no va a ser el mismo que conocíamos a finales de 2019. Ese es nuestro compromiso en esta hora difícil que exige entereza, abnegación y disposición a superar las dificultades ofreciendo cada uno todo lo que pueda dar. En nuestro caso, información y opiniones que nos ayuden a comprender y a tomar las mejores decisiones.

THE ASIAN DOOR: AliExpress hace despegar el e-commerce español. Águeda Parra

Parte de la revolución tecnológica que vive China se debe, en gran medida, a la irrupción del e-commerce en los procesos productivos que han generado, asimismo, nuevos negocios surgidos tras la aplicación de las nuevas tecnologías a las compras online. En China, el e-commerce es un juego fundamentalmente de dos, repartiéndose casi todo el mercado entre los dos grandes que conjuntamente alcanzan el 72%. Alibaba es el líder indiscutible del sector, acaparando más de la mitad de la cuota con un 55,9% en 2019, situándose como segundo player JD.com, con un 16,1% de cuota, según eMarketer.

La expansión de AliExpress por Europa está impulsando el crecimiento del e-commerce en nuestra región. Asimismo, la identificación de España como uno de los puntos estratégicos para su internacionalización supone impulsar un proceso de digitalización acelerado entre las PYMES españolas para poder incorporarse al gran marketplace chino. La diferencia de AliExpress con Tmall, el marketplace que funciona dentro de China, es que en la plataforma internacional conviven los productos chinos con más de 100 millones de productos procedentes de vendedores de cuatro países elegidos como piloto, en los que se engloba a España, Italia, Turquía y Rusia.

La estrategia de situar a España como uno de los mercados clave desde donde expandirse por el resto de Europa supondrá una inversión de unos 5 millones de euros durante 2020. Aunque para AliExpress el principal mercado es Rusia, esta iniciativa sitúa a España por delante de Estados Unidos y Alemania, lo que ayudará a generar un gran impulso en la reducción de la brecha digital de muchas pequeñas empresas cuya asimilación de las nuevas tecnologías es menor.

En el mercado español, la competencia de AliExpress con Amazon está generando un auge importante en el incremento del e-commerce, haciendo que el mercado crezca en los próximos tres años a mayor ritmo que en otros países europeos. La estimación es que se produzca un incremento del 12,5% en 2020, hasta los 31.730 millones de dólares, manteniendo un ritmo de crecimiento que se prevé alcance el 12% en 2021, el 7% en 2022, y el 5,5% en 2023 hasta alcanzar un nivel de ventas de 40.120 millones de dólares en esa fecha.

El hecho de que el mercado español sea muy sensible al precio está promoviendo que se acreciente la competencia entre AliExpress y Amazon, el player más importante del mercado e-commerce de España hasta la llegada de su competidor chino. Ambos marketplaces tienen en común la alta influencia del retail chino en su operativa, ya que se estima que el 50% de los vendedores en Amazon.es proceden del gigante asiático, lo que es un porcentaje mucho más elevado que en los otros cinco mercados de la Unión Europea donde opera el gigante norteamericano del e-commerce.

Uno de los efectos más importantes a corto plazo es que la competencia entre AliExpress y Amazon beneficiará el crecimiento del e-commerce en España, fomentando el crecimiento de las compras online. Igualmente, supondrá un elemento de cambio, ya que impulsará el crecimiento de las compras a través de dispositivos móviles, siguiendo el mismo esquema del ecosistema digital que se vive en China. En este ámbito, el crecimiento esperado es del 17,89% en 2020, hasta alcanzar los 12.060 millones de dólares, con proyección a generar 16.250 millones de dólares en 2023.

De esta forma, el impulso generado por AliExpress en su extensión más allá de la “muralla china” digital va a suponer la consolidación del e-commerce como una de las palancas de generación de la nueva economía digital en España. Asimismo, también se producirá un efecto de digitalización acelerado en el entramado empresarial de las PYMES españolas, incorporando los avances que está impulsando la aplicación de las nuevas tencologías en el desarrollo de nuevos modelos de negocio. Todo ello, bajo el prisma de un entorno de estándares “Designed in China”, lo que demuestra la fortaleza del gigante asiático en la promoción de este tipo de sectores. Sin embargo, en sentido inverso, también alerta de la necesidad de que Europa genere campeonas globales que sean capaces de competir en los mercados internacionales, un proceso vital para que las empresas europeas sigan manteniendo su competividad global.